Las y los jóvenes que integramos la Agrupación Juvenil Anticapitalista saludamos con mucho entusiasmo la lucha de la comunidad estudiantil de la Universidad Autónoma de Coahuila contra el elevado costo de las cuotas.
Como ocurre en todo México, el elevado cobro de éstas en las universidades públicas se origina, tanto por el sistemático recorte del presupuesto educativo que han orquestado los gobiernos en los últimos años, como por la asquerosa corrupción que corroe a las castas dirigentes de las mismas. El cobro de cuotas es un jugoso botín para aumentar la fortuna de las administraciones en turno.
Con el dinero que aportamos en concepto de cuotas, los altos funcionarios construyen sus mansiones en colonias residenciales, se compran terrenos para aumentar su patrimonio y pagan planillas estudiantiles con el objetivo de asegurar el voto de las y los estudiantes, organizando ostentosas fiestas para convencerles de mantener el mismo status quo de corrupción.
Mientras derrochan nuestro dinero, las facultades están cada vez peor. El acceso a internet es una burla en todas las universidades públicas del país, la precarización laboral de los profesores es cada vez más profunda y las becas que se otorgan son insuficientes e inaccesibles para la gran mayoría estudiantil.
En la Agrupación Juvenil Anticapitalista celebramos con entusiasmo su causa. Su lucha es más que justa. Vemos en su valentía un ejemplo para las y los jóvenes de México que día a día tienen que enfrentar una vida hostil y precarizada: el capitalismo sólo puede ofrecer sufrimiento para las nuevas generaciones.
El incremento de las cuotas, e incluso el mantenerlas intactas, sólo empeorará más la precarización de nuestras vidas, en el contexto de la crisis económica agudizada por el Covid-19. Nuestra generación ya de por sí se mantiene en la incertidumbre de tener que egresar de las carreras y no encontrar más que desempleo, trabajos precarios con jornadas esclavistas, salarios miserables y contratos basura.
Mientras somos estudiantes y tenemos que cubrir los elevados cobros de las cuotas, nos vemos obligados a tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo, entregando nuestros cuerpos a patrones como Uber o Rappi, a quienes les importan más sus ganancias que nuestras vidas. Calentamiento global, depresión y burnout son cada vez más parte de nuestras vidas, consecuencias inevitables del capitalismo salvaje. La lucha anticapitalista se vuelve, en el siglo XXI más que nunca, una lucha de vida o muerte.
De no conquistar la reducción al menos del 80 por ciento de las cuotas, se profundizará más la precarización de la juventud. Además, cientos de jóvenes se quedarán sin acceso a la educación superior por no poder cumplir con el pago, incrementando la desigualdad en el país y la elitización de las universidades.
La propuesta de ofrecer préstamos y adelantos para cumplir con el pago de las cuotas que hacen las autoridades no es más que una trampa. La comunidad estudiantil no debe aceptarlas, sino repudiar y denunciar con todo el ruido de sus voces el cinismo vil de los directivos.
En la Agrupación Juvenil Anticapitalista, además de creer en la justeza de su lucha, estamos firmemente convencidos de que ésta es muy viable y puede vencer. De hecho, creemos precisamente que los incrementos de las cuotas en las últimas décadas se deben a que las generaciones pasadas no estuvieron a la altura que el combate lo demandaba. Es momento darle un giro a la historia.
Compañeros, la victoria es muy posible. Para conquistarla, desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista creemos que es necesario luchar por extender el movimiento a los y las demás estudiantes que aún no se animan a pelear, usando toda la creatividad y herramientas a nuestro alcance para convencer a nuestros compañeres de la urgencia de luchar por conquistar la reducción del 80 por ciento de las cuotas.
También, necesitamos exigir la eliminación de los exagerados cobros de todos los trámites administrativos que nos imponen, donde se convierte en un martirio conseguir hasta un simple certificado de preparatoria.
Necesitamos extender este movimiento también a las y los trabajadores de la universidad, pues sufren la misma precariedad que nosotrxs. Al mismo tiempo, es urgente que la clase obrera se haga parte activa de este movimiento, ya que son sus hijos e hijas quienes tendrán que pagar las consecuencias.
Tenemos que denunciar las mentiras con las que la Universidad intenta justificar el incremento. Sabemos que ese dinero es usado corruptamente. No nos engañan, y no se seguirán burlando en nuestras caras. Si, por ejemplo, dejáramos de pagar la ilegal, ilegítima y fraudulenta deuda de los Moreira, ese dinero podría usarse para mejorar la educación pública.
Tampoco creemos en la transparencia de sus auditorías. Como se demostró recién en redes sociales, con el escándalo de las súper becas, usan el dinero del pueblo a su corrupto capricho. Es necesario exigir una auditoría pública e independiente, con la intervención activa de estudiantes, padres de familia, docentes y trabajadores, abriendo los libros de contabilidad a la comunidad.
Una lección importante que la historia de los movimientos estudiantiles nos ha legado, es que no debemos depositar confianza ninguna en directivos que intentan hacer creernos que están de nuestro lado, mientras ninguno ha alzado la voz ni se ha puesto en contra, ahora ni antes. Tampoco debemos confiar en las mediaciones estudiantiles que dicen representarnos pero negocian con las autoridades a nuestras espaldas. Debemos conservar la total independencia del movimiento para que éste no sea ni cooptado, ni desviado, ni comprado con migajas.
Debemos masificar la convocatoria a la reunión del día lunes con las autoridades, demandando también que ésta sea pública e incluso grabada. La historia demuestra que si somos cientos en las calles, podemos triunfar.
La coyuntura en la que su lucha se presenta es inigualable. No hace muchas semanas la juventud de México, con epicentro en Guadalajara, protagonizó una importante batalla contra el asesinato de Giovanni López y la brutalidad policial, descalabrando las ilusiones presidenciales de Alfaro, el corrupto gobernador de Jalisco.
En el mismo sentido, el resurgimiento del Black Lives Matter en Estados Unidos convirtió las protestas contra el asesinato de George Floyd en el movimiento más grande de la historia de ese país, donde las movilizaciones hermanaron a más de 26 millones de estadounidenses en las calles, una cifra inédita. En menos de tres semanas, el movimiento cruzó todo el planeta, desatando movimientos de solidaridad masivos como en Francia, Inglaterra y Bélgica, donde la juventud derribó estatuas que representan la herencia racista con la que esos países se forjaron. En todo el mundo, la juventud comienza a cuestionar las bases mismas del sistema capitalista y sus instituciones podridas.
Reiteramos nuestra solidaridad y apoyo a su causa. Ponemos a disposición de su lucha La Izquierda Diario, nuestra herramienta de combate, donde pueden hacer llegarnos sus denuncias y demandas, con el objetivo de fortalecer el movimiento por conquistar una verdadera educación pública, gratuita y de calidad para los y las hijas de la clase obrera. Como decía el revolucionario Karl Marx, no tenemos nada que perder, salvo no sean nuestras cadenas. |