El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación invocó en Twitter a una especie de ente para pedir por el fin de los incendios intencionales en las islas del Paraná. "Que se terminen urgente", deseó. Y agregó un hashtag con apelación a la "responsabilidad ambiental". ¿A quién se la pide?
Lo cierto es que los responsables del daño irreversible sobre los humedales en esa zona del litoral tienen nombres, apellidos y desde hace algunas semanas causas penales por violación a los artículos 186 y 194 del Código Penal (incendio intencional y entorpecimiento de medios de transporte), que contemplan una pena de tres a diez años de prisión.
Los primeros siete imputados, a los que se han sumado otros propietarios días atrás, fueron Rufino Pablo Baggio, Enzo Federico Vignales, Raúl Álvaro Morist y Rachinsky, Esteban Ricardo Morist y Rachinsky, Julián Marcelo Luraschi, Amelia Marta Barinotto y José María Vicent. Mientras, la Fiscalía Federal de Victoria enumeró los daños: "Grandes columnas de humo, perjuicios a la atmósfera, la fauna ictícola, la flora, la población ribereña, transeúntes, turistas y habitantes de Rosario". Pero Cabandié no se atreve siquiera a nombrarlos.
El Ministerio Público Fiscal formuló el pedido de indagatoria junto con su detención. Leandro Ríos, titular del Juzgado Federal Nº1 de Paraná, hizo lugar al pedido parcialmente: rechazó las detenciones y dispuso que, a causa de la circulación del SARS-CoV-2, las declaraciones se realicen mediante exhorto (comunicación con otro juzgado de distinto partido judicial). El jueves 30 se excusó de continuar en la causa por razones de parentesco, por lo que esta pasó a manos de Daniel Edgardo Alonso, titular del Juzgado Federal N.° 2.
Pese a las denuncias formuladas por las municipalidades de San Lorenzo y Arroyo Seco, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación y el gobernador de la provincia de Entre Ríos, el lobista sojero Gustavo Bordet, entre otros, los focos siguen apareciendo. Ante la falta de respuestas, también sigue habiendo movilizaciones masivas en el puente Rosario-Victoria.
La labor del ministro se ha visto cuestionada durante la crisis de los incendios. Hace meses que su declaración de emergencia ambiental en la zona corrió la misma suerte que el decreto antidespidos de Alberto Fernández. Luego, no conforme con deslindar responsabilidades en la Justicia entrerriana (a la que acusó de estar “dormida”), Cabandié no tuvo mejor idea que ir personalmente a apagar incendios al delta.
La visita le sirvió para sacar algunas buenas tomas y grabar videos para sus redes desde la zona del desastre. En todas aparece en poses heroicas, con trajes especiales, relucientes y sin el tiznado propio del espeso humo. De barbijo blanco y con la pala en la mano, Cabandié quiso mostrar que, a falta de un mensaje claro y contundente contra el agronegocio, al menos él "pone el cuerpo". En un comunicado que acompañó con su book de fotos en las quemas, el ministro afirmó que "es momento de que los argentinos entendamos que no podemos seguir perjudicándonos unos a otros. Tenemos que encontrar una solución de fondo para que esta situación no vuelva a repetirse”.
El mensaje en Twitter no cayó muy bien: muchos le cuestionaron al ministro que no haya sanciones para los propietarios que activan quemas o incluso su ubicación como ciudadano corriente que "espera" que el desastre se resuelva con voluntad y buenas intenciones.
En su tuit del día anterior, el funcionario ya había dicho que "esperaban" que la Justicia "actúe como corresponde". Lo cierto es que el rol de Cabandié es complejo y contradictorio en un Gobierno que sigue despuntando el vicio del extractivismo, la entrega de bienes comunes y naturales al imperialismo y el paradigma fósil.
Su antecesor, Sergio Bergman, no agarraba la pala para la foto y no era muy afecto a ir al terreno, pero también dejaba en manos de alguna entidad la resolución de las enormes crisis de incendios que atravesaron sus cuatro años al frente de la cartera ambiental. En La Pampa, por ejemplo, el exministro hablaba de “profecías apocalípticas”, llamaba a rezar y calificaba con un ocho su gestión mientras se quemaba el 10 % del territorio de esa provincia.
Pero en algo más hay puntos de contacto entre ambas gestiones: si se apaña al agronegocio contaminante y destructivo, no debería sorprender que el resultado sean desmontes masivos de bosques nativos, inundaciones, quema y daño permanente a humedales, fumigaciones con agrotóxicos, entre otros. Lo que Cabandié no dice es que, lejos de ser episodios aislados, estos incendios constituyen una de las prácticas frecuentes en el agromodelo que su Gobierno sostiene. Días atrás, miles de personas esperaron por la palabra del ministro en el panel virtual que organizó EcoHouse sobre las granjas factorías, la nueva apuesta del agronegocio que alienta Felipe Solá, pero Cabandié nunca se presentó. |