El proyecto mantiene la estructura y las jerarquías del texto aprobado por Cambiemos con represión en 2018. El oficialismo desistió del impuesto a la leche pero mantuvo el artículo que permite dolarizar deuda en pesos.
La Cámara de Diputados le dio media sanción al proyecto de ley con el cual el Gobierno busca ampliar el presupuesto 2019. Para la votación hubo un consenso casi sin fisuras entre el oficialismo y la oposición de derecha, con solo nueve votos en contra y dieciséis abstenciones. Más tarde se aprobó también el proyecto que propone la reestructuración de la deuda bajo legislación local.
Lo que se votó en realidad es una prórroga del presupuesto heredado del gobierno macrista, al que se le agregan $ 1.859.583 millones, equivalente al 6,5% del PBI. Incluso el peronismo había votado en contra de ese presupuesto cuando era oposición pero, desde que asumió Alberto Fernández, no se discutió ninguna ley para modificarlo. Ahora se amplía con algunos cambios aunque mantiene la estructura de gastos, por ende las jerarquías presupuestarias, de la administración previa.
En cuanto a la deuda, por ejemplo, el proyecto no modifica prácticamente las partidas. Más o menos son $ 797.000 millones asignados durante el año. Supera en el total a partidas claves como es el presupuesto de salud, que llega apenas a los $ 320.000 millones aproximadamente.
El que no entendió la película que estaba viendo fue Luciano Laspina, del bloque PRO. El diputado adelantó el apoyo de toda la bancada de Juntos por el Cambio al proyecto en general, pero dejó su crítica planteada respecto de la supuesta falta de medidas de ‘austeridad’. (convenientemente evitó decir “ajuste”). No debe haber ejemplos en la historia moderna de un presupuesto que no sea de “austeridad” y haya sido votado con el Congreso vallado y represión en las inmediaciones, como pasó con este proyecto originalmente en 2018.
Finalmente el oficialismo borró del proyecto final el impuesto que se le iba a poner a la leche sin aditivos con un IVA del 10,5 %. Había levantado mucho revuelo la semana pasada, cuando presentaron ese ajuste a un alimento elemental para las grandes mayorías como si fuera una “rebaja” o una medida para sacarle “presión” a los empresarios y que no aumentaran los precios en las góndolas.
Sin embargo en lo que no retrocedió el Gobierno fue en los artículos 7 y 8 referidos a la emisión de títulos en dólares para bonistas que tengan deuda en pesos. Carlos Heller, miembro informante de la bancada del Frente de Todos, lo defendió planteando que en realidad esta dolarización de la deuda “es parte de un plan para el desarrollo de un mercado de deuda en pesos”.
En su intervención, Nicolás del Caño del Frente de Izquierda lo cruzó haciendo una comparación con el dinero destinado a medidas paliativas para las grandes mayorías: “Al jubilado que cobraba $ 20000 en diciembre le dijeron que tenía que ser solidario y por eso le suspendieron la movilidad. Ese jubilado que trabajó toda su vida tiene que ser ‘solidario’. Pero a los buitres le tienen que garantizar que sus títulos no se devaluen y por eso le van a dar dólares. Qué diferentes que son las políticas para quienes cobran sus ingresos en pesos y para estos buitres”.
Esta diferenciación en el trato del Gobierno hacia distintos sectores la planteó también contrastando cómo se votó hace poco la ley de Economía del Conocimiento, favoreciendo a Marcos Galperín con un consenso de los bloques mayoritarios, con la ausencia de tiempo o consenso para discutir sobre la realidad de 5,5 millones de trabajadores y trabajadoras que sufrieron algún tipo de rebaja salarial o despidos durante la pandemia, o de la ausencia total de paritarias en estos meses. Par graficarlo tomó el dato de un informe de la CEPAL, que muestra que Argentina está en el podio de los países donde más aumentó la desigualdad en los meses de la pandemia.
Para finalizar retomó un planteo que había hecho el Frente de Izquierda durante la campaña electoral del 2019: “Dijimos que era incompatible pagar la deuda a los especuladores, complacer a los grandes grupos económicos, y al mismo tiempo beneficiar a las mayorías populares. Eso se ha profundizado, son evidentes esos intereses irreconciliables entre las grandes mayorías populares y la clase capitalista en medio de esta pandemia. Por eso el desconocimiento soberano de la deuda que venimos planteando desde el FIT Unidad en soledad es el punto de partida para un verdadero plan que cambie de raíz la orientación social y ponga los intereses del pueblo trabajador por delante, para que esta crisis la paguen los banqueros, los especuladores y los grandes capitalistas”.
