Al igual que el gobierno federal, la rectoría de la UNAM en ningún momento tuvo la iniciativa de realizar test masivos a la comunidad, únicamente se abrió el centro de urgencias de Ciudad Universitaria para realizar 20 pruebas diarias con cita previa. Esto es más que insuficiente para la comunidad universitaria que es de casi 430 mil estudiantes, trabajadores y profesores sin mencionar que con las limitaciones de movilidad que hubo durante la cuarentena y que gran parte de la comunidad vive en el Estado de México y en la periferia de la ciudad, sólo un pequeño sector tiene real acceso a este servicio.
Al no tener certeza de la cantidad de contagios, realidad que ha admitido el propio López Gatell, es incierta también la cantidad de fallecimientos a causa de Covid, pues miles de actas de defunción hablan de neumonía grave o problemas respiratorios al no tener claridad sobre si la muerte fue por el virus.
La demanda de tener pruebas de covid en todos las facultades de la UNAM no está alejada de las posibilidades de la misma, pues prácticamente todas las FES y ENES cuentan con laboratorios donde se podrían implementar. El derecho a la educación gratuita implica también garantizar el conjunto de condiciones necesarias para que la población pueda acceder a la misma, lo cual implica asegurar el derecho a la salud, el cual en plena pandemia implica las pruebas de covid para poder detectar el contagio a tiempo, no sólo para los universitarios sino también para sus familias ya que muchos estudiantes, profesores y trabajadores no pueden desempeñar su labor al verse en la necesidad de cuidar a sus parientes o conseguir mayores ingresos para sus hogares.
Además los miembros del CU hicieron un reconocimiento a los trabajadores de la salud que también han fallecido producto de la pandemia, Graue dijo que “ todos ellos son ejemplo para la nación y una muestra tangible de que México tiene un futuro cierto y prometedor”.
A esto se sumó la participación de un consejero estudiantil, que respecto a los médicos pasantes e internos de la universidad, dijo que “a pesar de todas las carencias de insumos y de protección personal, e incluso con el riesgo de ser agredidos físicamente, han salido a combatir el virus”. Para agregar que la pandemia nos “ha separado físicamente pero nos ha unido en espíritu”
Esta retórica concuerda con la que el gobierno de la 4T ha mantenido desde el inicio: porras y flores para los trabajadores de la salud en el discurso y en los hechos precariedad y falta de insumos.
El caso de los internos de medicina de la UNAM no es distinta, a inicios de la pandemia la universidad se negó a garantizarles material de protección y prefirió retirarse de los hospitales después de que estos se negaron a seguir atendiendo pacientes sin que la UNAM les garantizara lo mínimo para no contagiarse mientras realizaban una labor que ni tan siquiera les es remunerada.
Pero los reconocimientos no pararon ahí, el rector felicitó también a los estudiantes, que en sus palabras “se han sabido adaptar al reto de concluir sus ciclos escolares a distancia, en modalidades a las que no estaba acostumbrado y superando las dificultades inherentes a ello. A toda la población estudiantil le debemos nuestra solidaridad, empatía y consideración.”
Estas palabras demuestran lo poco que el rector conoce y le importa conocer de la situación de miles de estudiantes que no han podido continuar con las clases en línea y que no podrán continuar con sus estudios, en el país son 640 mil universitarios en esta situación según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Pero puesto que las prioridades de Graue y el CU no es garantizar el derecho a la educación del estudiantado, no hay cifras de qué porcentaje de ese más de medio millón de jóvenes corresponde a la UNAM.
Graue no se limitó en sus palabras de aliento y orgullo universitario, continuando con su total discordancia con la realidad agradeció a la planta docente porque “con voluntad e interés se involucró en los distintos recursos tecnológicos y con versatilidad siguió adelante para cumplir su importantísima misión”.
Es cierto que los profesores de los diferentes niveles y facultades de la UNAM han tenido que hacer esfuerzos enormes para poder continuar con el ciclo escolar y para esto han hecho uso de las diversas plataformas que la universidad les ha brindado. Pero son miles los profesores que han tenido que malabarear para garantizar las clases, muchos sin acceso a Internet, con una sola computadora que tienen que compartir con sus hijos o parejas y son también miles las profesoras que además han tenido que garantizar las tareas domésticas a la par de dar y preparar clases.
El 75% de los profesores de la UNAM son de asignatura, lo que significa que sobreviven con un salario promedio de 4000 pesos al mes y en el peor de los casos hasta con 300 pesos, claramente esto no es suficiente para sobrevivir y mucho menos en tiempos de pandemia.
Para enfrentar la pandemia ¡luchemos contra la antidemocracia!
En la segunda sesión del CU en lo que va del año, se expresó una vez más la reivindicación de la enorme labor que la universidad hace por la población mexicana, pero como hemos explicado a lo largo de esta nota, esto no es más que charlatanería. Mientras el rector recibe un sueldo de 177 mil pesos mensuales y las autoridades desvían millones del presupuesto justificándolos con la compra de botes de basura y ceniceros con precios irrisorios; los profesores y trabajadores de la universidad se mantienen a penas con lo suficiente para llegar a fin de mes y los estudiantes tienen que hacer hasta lo imposible para poder mantener sus estudios.
El Consejo Universitario además, es un órgano profundamente antidemocrático, en el que los trabajadores a penas y están representados, en el que los consejeros son electos por una mínima parte de la comunidad universitaria y donde además el rector tiene derecho a veto, por lo que, diga lo que diga el consejo, él tiene la última palabra.
La universidad tendría que estar puesta al servicio de su comunidad y del conjunto del pueblo pobre y trabajador, especialmente en situaciones de crisis como la que estamos viviendo.
Como decimos en esta nota “la UNAM, pero también la UAM, la UACM y el IPN tienen que estar puestos al servicio del pueblo pobre y trabajador, pero esto no sucederá por la buena voluntad de los rectores y directores, sino a través de la organización de los estudiantes, profesores y trabajadores que le damos vida a nuestras escuelas.”
Esto pasa en primer lugar porque se garantice que el conjunto del estudiantado podrá continuar con sus estudios, para esto no bastan las computadoras y tablets que la universidad repartió a algunos, sino que se debe garantizar una beca universal que permita que ningún estudiante tenga que preocuparse por los ingresos de su hogar, debe bajarse el sueldo de los altos funcionarios para poder financiar la construcción de nuevos planteles y que así al regresar a clases no haya hacinamiento, pues el modelo híbrido dará continuidad a la segregación de aquellos sectores que por falta de recursos no podrán ni volver a las aulas ni tomarlas en línea.
Las facultades de ingeniería pueden funcionar para construir camillas, respiradores y todo lo necesario para surtir a los hospitales, las facultades de medicina y laboratorios pueden ofrecer pruebas covid para el conjunto de la población, las de psicología para atender a todos y todas aquellas que se han visto golpeadas anímicamente por la pandemia o para la comunidad neurodisidente que no puede costearse atención psiquiátrica por la crisis económica. Las demás facultades y escuelas pueden funcionar como refugios para población en situación de calles y para mujeres que sufren violencia en sus hogares.
Todo esto debe ser financiado por la universidad, pero para eso es necesario que seamos los estudiantes profesores y trabajadores, quienes administremos el presupuesto y quienes de manera democrática definamos el futuro de la UNAM. La lucha por conquistar estas medidas solo saldrá victoriosa si se compaña del cuestionamiento a la estructura antidemocrática de la universidad, de la junta de gobierno, de la figura de rectoría y de la propia legislación universitaria, con la ley orgánica a la cabeza, que son el fundamento de la antidemocracia en la UNAM.
Hay que avanzar en la organización tripartita e independiente a las autoridades universitarias que no tienen ni una mínima idea de las necesidades de la comunidad y aunque la tuvieran, no están en su lista de preocupaciones. En ese sentido debemos avanzar en la perspectiva de conquistar un gobierno tripartito con mayoría estudiantil.
En el marco del ataque generalizado a la educación pública con la imposición de cuotas en la UAdeC y la UASLP y los recortes a la UAM, el IPN y la UPN entre otras instituciones educativas, es necesario que todos y todas las que componemos el sector educativo, busquemos espacios de articulación y organización para poner en pie un plan de emergencia que conquiste una educación y una salud realmente públicas y gratuitas y al servicio de las grandes mayorías, de un puñado de funcionarios, políticos y empresarios. |