Es bien sabido que los ciudadanos de la Unión Soviética (URSS) tenían un cariño especial por los gatos. Lo podemos ver, incluso, en varias fotos que circulan en internet que retratan a los felinos reposando tranquilamente en los brazos del líder bolchevique V. L. Lenin.
Así, durante la Guerra Fría, en la que participaron la ya burocratizada y degeneralizada URSS y los Estados Unidos (EEUU), y durante el mandado de John F. Kennedy, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) aprovecharía la omnipresencia de los gatos en los inmuebles rusos para comenzar un nuevo proyecto.
En 2001, se desclasificaron una serie de documentos secretos entre los que se encontraban los resultados del proyecto “Gatito Acustico” (Acoustic Kitty) llevado a cabo. El plan de los norteamericanos era soltar un gato en la calle para que se acercara lo suficiente a una conversación entre diplomáticos soviéticos.
La operación arrancó en 1961. Costó 15 millones de dólares y 5 años preparar al gato. El exempleado de la CIA en esos años, Victor Marchetti, para una entrevista al periódico The Telegraph, describió que el gato fue sometido a una intervención quirúrgica en la que se le abrió en dos para darle un cableado que recorría desde una antena colocada en la cola, pasando por unas baterías en el pecho y transmisores en el cráneo, hasta los micrófonos implantados en las orejas.
Para la misión, existían dos problemas con el gato espía. El primer problema era algo ya contemplado: las baterías eran de corta duración, por lo que sólo era factible para jornadas breves; el segundo, tenía que ver con que el gato era un ser vivo y le daban ganas de comer, provocando que el animal abandonara la encomienda en busca de comida. Ante el segundo problema, el gato fue operado para suprimirle la sensación del hambre.
Listo el felino para cumplir su deber, en 1966, a plena luz del día, dos supuestos espías soviéticos no esperaban que serían abordados por un gato espía mientras almorzaban en un parque ubicado en las proximidades de la Embajada de la URSS en Washington D.C. El gato fue soltado de un automóvil con la bendición de los agentes de la CIA, lamentablemente para ellos, y para el gato, después fue atropellado mientras éste cruzaba la calle.
Así fue como la CIA fracasó en su misión de espionaje y perderían una inversión de varios millones de dólares. Meses después, abandonarían el proyecto, calificándolo de impracticable y documentando que «los factores ambientales y de seguridad que concurren en el uso de esta técnica en una situación real, nos obliga a concluir que para nuestros propósitos no sería viable». |