Como en todas sus intervenciones en el conflicto poro el TUP, el intendente de JSRN vuelve a ayudar a la patronal de Mi Bus. Los choferes, organizados de manera independiente, son la clave para derrotar a la patronal, la burocracia y el municipio. Pero se imponen algunos debates centrales para triunfar y acabar con el curro del transporte.
El viernes 7 de agosto, ante el incumplimiento del pago de haberes al personal de la empresa de transporte Mi Bus, la UTA seccional Bariloche anunció un paro para el lunes 10. Rápidamente circuló por las redes una disposición firmada por el secretario de fiscalización del municipio Javier Fibiger y el presidente de la Asociación Unida de Transportes Escolares (AUTE) Antonio Ramírez, donde el Jefe de Gabinete municipal Marcos Barberis dispone “Autorizar: a los transportistas escolares habilitados […] a realizar traslados dentro del ejido municipal, sin levantar pasajeros en la vía pública” en consideración de la “imposibilidad de continuidad del trabajo habitual de los transportistas escolares” producto de la suspensión de las clases desde el inicio de la pandemia.
Lo cierto es que la disposición, sin fecha ni número, aparece a fin de carnerear, boicotear o debilitar la medida de fuerza dispuesta por el gremio de auto transportistas, en un largo conflicto con la empresa Amancay SA, titular de Mi Bus. Si la veracidad de la misma estaba en dudas, el propio Ramírez salió a informar en medios locales como se implementaría este “transporte alternativo”. Se trata de 20 unidades tipo combi con capacidad para 19 pasajeros, de los cuales sólo podrán usarse 12 asientos en función del protocolo por COVID-19, a un costo de $60 desde un punto fijo de salida en un barrio hasta el centro de la ciudad de Bariloche.
Una maniobra descarada
La misma entrevista plantea que la disposición habría sido un reclamo de las juntas vecinales y de la Multisectorial del Transporte, a fin de resolver la problemática del transporte público en la ciudad.
Ángel Vainstein de la Multisectorial lo negó categóricamente a LID. “Es una mentira absoluta. Jamás hemos acordado con esa idea”. Otro tanto podría decirse de las juntas vecinales, desde las cuales una y otra vez se ha solicitado informes por el incumplimiento del servicio por parte de Mi Bus y apoyando el reclamo de los choferes por su salario, responsabilizando al ejecutivo municipal. Primera mentira.
Por otro lado, en lugar de instar a la empresa licitataria del servicio de transporte público a restablecer el servicio cumpliendo con sus obligaciones contractuales, el ejecutivo apela a un sector de trabajadores que han visto afectada su tarea apelando a la confrontación entre choferes, al tiempo que implementa una medida desde todo punto de vista contraria a los protocolos sanitarios en pleno pico de contagios en la ciudad. Claramente, la vida de los trabajadores considerados esenciales, que cada día se trasladan desde la periferia al centro para realizar su trabajo, no importa para Gennuso.
Tampoco parece importarle al dramática situación de los choferes de la empresa Mi Bus que temen se repita la historia vivida con la anterior empresa Transportes Santa Fe, que se retiró dejando a los trabajadores a la deriva.
Buitres al acecho
A quien sí parece importarle es a un viejo conocido de Gennuso, el grupo Vía Bariloche de la familia Trappa. Hace pocos días se conocía la adquisición de 50 unidades 0 km para su empresa de transporte urbano KoKo, que amplía su flota a 156 unidades. Más que suficientes para cubrir los servicios entre Regina y Neuquén, y el servicio urbano en Fiske Menuco (Gral. Roca) que acaban de licitar con la venia de la intendenta María Emilia Soria (FDT). Esta compra millonaria hace pensar que los Trappa tienen una nueva concesión entre manos.
El temor, por demás fundado, de los trabajadores del transporte público es que Amancay se retire de manera fraudulenta con el cobro de los subsidios que reclama, y que nuevamente sean ellos quienes paguen su trabajo y salarios los negociados del municipio con un nuevo licitatario.
Ante este escenario de conflicto permanente con la empresa Mi Bus, se destaca el surgimiento de los Conductores Auto convocados por el TUP (Transporte Urbano de Pasajeros). Como en otras provincias del país la crisis estructural del sistema de transporte, con subsidios millonarios a empresas parasitarias y una burocracia sindical cómplice, los trabajadores comenzaron a organizarse para pelear por sus derechos y salario por fuera de la UTA.
En el caso de Bariloche, se hace evidente el tridente que enfrentan: empresa, municipio y sindicato han actuado mancomunadamente en contra de los trabajadores.
Ante este poderoso eje anti-obrero, es importante abrir un debate de cara a la lucha de los autos convocados
¿Qué sindicato necesitan los trabajadores del transporte? Claramente la traidora conducción de UTA no va más, pero tampoco sus métodos. Como puso en evidencia el proceso de auto convocados, las asambleas son el riñón de la organización obrera, sin ellas avanza el poder de la burocracia en puestos dirigentes del gremio. Pero la burocracia, y las maniobras como la de Gennuso, también se sustentan en la división de las filas obreras, buscando enfrentar a desocupados con ocupados, efectivos con contratados, nativos y extranjeros, hombres y mujeres, precarizados contra formales para perpetuar su poder debilitándonos.
Es necesario pelear por la unidad de todos los trabajadores del transporte en una misma herramienta de lucha, para que los gobiernos, las patronales y la burocracia no se aprovechen de la desesperación de compañeros sin trabajo para quebrar nuestra medida de lucha dilécta como es el paro de actividades. Un sindicato amplio y democrático que no deje tirados a los compañeros despedidos, descartados por la patronal y la burocracia. Que pelee por el respeto del convenio colectivo para todos los trabajadores del gremio, acabando con la tercerización, los contratos basura y las condiciones de ultra explotación y precariedad laboral. Es imprescindible derrotar esta maniobra del ejecutivo municipal sentando las bases desde hoy mismo del sindicato que necesitan los trabajadores del transporte.
Pero ¿se trata solo de demandas de los choferes?
Al mismo tiempo, es necesario avanzar en la unidad con los usuarios del servicio.
Una alianza estratégica con los y las trabajadoras que usan el servicio de transporte a diario, que sufren el levantamiento de ramales producto de las especulaciones patronales, tarifas descomunales y unidades deficientes y en mal estado, pondría en pie una fuerza social imparable para enfrentar la impunidad de patronales como Amancay o Vía, burócratas como Fernández o Iarlori y políticos sin escrúpulos como Gennuso y su cohorte, en el camino de conquistar un servicio de calidad para todo el pueblo trabajador, estatal y bajo gestión obrera.
Si es posible abrir este debate sobre bases reales es, por un lado, por la crisis estructural del transporte, pero fundamentalmente por la reacción de los trabajadores que buscan organizarse y pelear para no pagar la crisis una vez más. Con asambleas y marchas se allana el camino para debatir una salida de fondo. Es desde allí, de donde podemos pensar como lo que cotidianamente parece imposible, de pronto se torna necesario.