Este 12 de agosto la Universidad de Buenos Aires cumplió 199 años. Fue fundada un día como hoy en 1821 por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez, y su ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia. Hoy la UBA es la universidad más importante de Argentina y se encuentra en el puesto 66° del Ranking Mundial de Universidades.
Para la conmemoración de este nuevo aniversario, desde la Quinta de Olivos, el presidente Alberto Fernández y el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero acompañados por el rector de la UBA, Alberto Barbieri, realizaron un acto en simultáneo con transmisiones en vivo desde la Facultad de Odontología (donde se anunció la inauguración de una nueva cátedra) y desde las escalinatas del reconocido Hospital de Clínicas “José de San Martín” ubicado sobre la Avenida Córdoba de la ciudad porteña.
“Orgullo UBA”, ese fue el lema que recorrió todos los discursos y que se encontraba en la pechera que se colocó el presidente Alberto Fernández al finalizar el acto. Los principios y valores de la “masividad”, el prestigio a nivel internacional y la calidad educativa, entre otras supuestas cualidades intrínsecas de la universidad abundaron y mucho durante todo el evento y el discurso del presidente. De lo que no se habló es de la otra realidad de la UBA: el presupuesto destinado para la universidad que se reduce todos los años, la deserción estudiantil que no para de crecer y la precarización laboral de lxs docentes que fue en aumento de forma alarmante durante la primera parte del año.
“Nuestros investigadores y docentes se adaptaron” decía la decana de Farmacia y Bioquímica también presente en el acto. Tiene razón, no les quedó otra. Durante el primer cuatrimestre se impuso la modalidad virtual de forma forzosa, haciendo que muchxs tengan que “adaptarse” a laburar horas extras. Ni estudiantes ni docentes fueron consultadxs acerca de cómo debería llevarse a cabo la cursada, cuáles serían los métodos de evaluación, trabajo y los insumos necesarios para poder hacerlo. Tampoco hubo un debate entre toda la comunidad educativa acerca de cómo todas las instalaciones, conocimientos y profesionales de la universidad se pueden volcar al servicio de la sociedad en este contexto de fuerte crisis económica y sanitaria. ¿Cuántos planes para urbanizar las villas y barrios populares para evitar el hacinamiento podrían haber salido de la Facultad de Arquitectura e Ingeniería? En lo que sí se avanzó es en convenios con corporaciones multinacionales que contaminan como la Shell en la facultad de Exactas.
Pero claro, democratizar este tipo de discusiones implicaría sacar a la luz un problema estructural que el gobierno quiere esconder abajo de la alfombra: el presupuesto de miseria que dejó el macrismo y que este gobierno sostiene para la educación superior y particularmente para la UBA. Veamos algunos números.
Para el año 2017 el presupuesto para la UBA del macrismo era de solamente 13.000 millones de pesos, luego de tres años y una inflación total acumulada de 217%, hoy es de 21.000 millones. Es decir que en términos reales el presupuesto para la UBA se redujo en un 50%, la mitad. No quedan dudas, si la Universidad de Buenos Aires sigue ocupando los rankings internacionales es por el inmenso esfuerzo de lxs trabajadorxs docentes, no docentes y estudiantes y no por el presupuesto de miseria que se le otorga. En este punto no hay ninguna grieta, radicales y peronistas haciendo pasar este presupuesto se muestran igual de “compinches” que el rector Barbieri y el presidente Fernández durante el acto del día de hoy.
Las consecuencias de la virtualización forzosa están a la vista de todxs. Se desconocen los números de deserción, pero algunos cálculos no oficiales basados en entrevistas al rector Barbieri y notas del diario La Nación indican que para mayo ya habían abandonado sus estudios 40.000 estudiantes. También son muchas las denuncias de los gremios docentes sobre el aumento de la precarización laboral, la falta de insumos básicos como conectividad de calidad y computadoras. Esa es la realidad de miles que no tuvo lugar en el 199° aniversario de la UBA.
No todo es responsabilidad de la pandemia y la falsa idea de la “falta de recursos”, no fue el virus el que decidió que se destinen del presupuesto un 300% más recursos para el pago de la deuda que para la educación. Tampoco fue el virus el que despidió a 1500 becarixs del CONICET las últimas semanas contradiciendo de esta forma las palabras de Alberto Fernández el día de hoy: “un país se mide en base al desarrollo de su ciencia y tecnología”.
Los 199 años de la UBA vienen acompañados con niveles históricos de deserción, más precarización y menos presupuesto, esa es la realidad. La pelea por una educación pública y de calidad tiene que venir acompañada por una discusión sobre dónde ubicar las prioridades de la economía y hacia dónde destinar los recursos. La modalidad virtual en curso también nos obliga a poner como centro de debate el rol de las empresas de telecomunicaciones privatizadas que amasan fortunas y que hoy podrían liberar los datos necesarios para la conectividad y facilitar las conexiones correspondientes.
Tenemos estos debates pero hoy pareciera que no hay espacios donde podamos organizarnos, los centros de estudiantes y federaciones conducidos por radicales y el kirchnerismo están dormidos. Esto se va a debatir el próximo sábado 15 de agosto en los encuentros universitarios en todo el país contra la deserción estudiantil, por Facundo y una salida de fondo para la crisisconvocados por la Juventud del PTS e Izquierda Socialista, para reagrupar a la izquierda y para que los centros se despierten y se pongan a la cabeza de esta lucha.
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