Mauricio Vera Cortesi y Jaime Barría Sánchez son los dos policías que asesinaron a José Randolph, un joven estudiante de la Universidad de Concepción, quien fue encontrado muerto en 1985 en los roqueríos de Rocoto en Talcahuano, hoy comuna de Hualpén.
Un crimen que como muchos continuaba en impunidad. Sin embargo ayer se dio a conocer el fallo histórico, que condena efectivamente a los asesinos a 5 años y 1 día, para variar, en la conocida cárcel de Punta Peuco, donde ya se encuentran cumpliendo condena genocidas y cómplices de la dictadura.
Está importante victoria, tanto para la familia de José, como para su memoria, marca un precedente, luego de 35 años buscando justicia. En palabras de la hermana del joven, previo a que se dictara el fallo: “Después de 35 años en espera (...) es lo que en realidad se merece el caso de mi hermano, que tuvo tan trágicas consecuencias, como fue el suicido de mis padres y graves consecuencias físicas y psicológicas para mi hermana y nuestra familia”.
Sin embargo, esta victoria, junto a otras, como el fallo dictado el pasado viernes 7 de agosto, donde el Genocida de la Caravana de la Muerte, Sinclair Oyaneder, fue condenado a prisión, flota en un mar de impunidad. Donde aún los responsables políticos y materiales de las violaciones a los derechos humanos y cómplices de la dictadura cívico-militar, siguen en total libertad. Esto trasciende hasta hoy, con casos como el escandaloso beneficio que recibieron, el coronel en retiro del Ejército Raúl Rojas Nieto y el comandante de escuadrilla en retiro de la FACh Víctor Mattig Guzmán, quienes fueron condenados por la justicia y hospedados en Punta Peuco, fueron indultados por el Gobierno de Piñera. O que incluso, luego de la revuelta popular que comenzó en octubre, apenas 64 agentes del Estado han sido formalizados, de los 466 acusados por múltiples violaciones a los DDHH, mientras hay 2.500 presos políticos, muertos y miles de personas violentadas.
En este contexto reivindicamos la victoria que condena a los asesinos de José Randolph. Al mismo tiempo, el mejor legado que podemos ofrecer a quienes fueron desaparecidos, torturados, asesinados y vulnerados, en dictadura y durante está rebelión popular, es continuar la lucha por acabar con la impunidad y con este sistema neoliberal impuesto mediante fusil. Seguir peleando por una verdadera Asamblea Constituyente, libre y soberana, donde sea el pueblo trabajador quien decida, sin imposiciones de este Estado asesino. |