Esta reducción de 600 pesos presentada como un gran gesto de altruismo por el rector, equivale a lo que en un ciclo presencial gastarían los estudiantes para obtener libros de textos y la playera de la universidad, mismos que con las clases en línea no tienen utilidad.
Otro de los anuncios fue que eliminaría el examen CONEVAL para quienes aplicaran al nivel bachillerato de la universidad, aceptando así a los 20,271 aspirantes. Juan Eulogio Guerra dijo que así, la UAS es la primera universidad en sumarse al programa “Rechazo Cero impulsado por el gobierno de López Obrador. Según el rector, para el nivel superior se aceptará al 99% de los aspirantes por lo que ahí sí se mantendrá el examen.
Esta medida es posible en el marco de las clases en línea y el modelo híbrido, pues con este la población en los planteles se reducirá considerablemente, permitiendo así albergar a más estudiantes en los cursos. El problema es que esto implicará un incremento importante en la cantidad de estudiantes por grupo o directamente de los grupos, lo que a su vez significa un trabaja mucho mayor para los docentes.
Y es que el rector no mencionó ni una palabra sobre la ampliación de la planta docente, sin la cual se condena a los profesores a tener una carga laboral aún mayor, siendo que, producto de la quiebra económica de la UAS (junto a otras 10 universidades públicas), sus condiciones laborales son cada vez más precarias.
Según el tabulador salarial de la UAS, los profesores de asignatura tienen salarios de 300, mil o 6 mil pesos, siendo una minoría los que ganan más de 7 mil pesos mensuales. El sueldo del rector es de 84 mil pesos y si bien el año pasado anunció que devolvería un 50% de el mismo, sigue siendo 10 veces mayor a lo que ganan los docentes de la Universidad.
La eliminación de los procesos de selección, ha sido una demanda histórica del movimiento estudiantil en México, pues con este se deja a millones sin el derecho a estudiar una carrera o incluso el bachillerato. Pero esta medida debe estar acompañada necesariamente del aumento al presupuesto a la educación para poder construir más planteles con infraestructura suficiente. Sin esto, al regresar a las clases 100% presenciales, no habrá espacio para que tantos estudiantes compartan aulas. O, ¿es que el plan de la rectoría de la UAS y el gobierno es no volver a las clases presenciales?
La reducción de las cuotas y la eliminación del examen, medidas que en tiempos normales implicarían un cambio importante aunque parcial para la juventud de Sinaloa; hoy en plena crisis sanitaria y económica son menos que una medida cosmética.
Son 641 mil estudiantes, tan sólo del nivel universitario, los que han tenido que dejar sus estudios durante la pandemia por no contar con los recursos necesarios, por tener que trabajar o por las condiciones de precariedad en sus familias que la pandemia profundizó.
Es decir, la cantidad de jóvenes que pueda aplicar para el proceso de selección que se mantendrá para el nivel superior de la UAS seguramente será mucho más reducido que en años pasados, pues además el mismo será en línea. Se prevé que las repercusiones económicas de la crisis actual duren por lo menos dos años, más lo que implicará que la precarización de la vida y del trabajo para la juventud y las familias trabajadoras continuará aumentando, lo que se reflejará en una mayor deserción escolar de todos los niveles.
La UAS, a diferencia de la UASLP, la UAdeC y la TESCo -que en las últimas semanas han anunciado el aumento de sus cuotas- decidió disminuir el cobro a los estudiantes. Pero esto no es suficiente para garantizar el derecho a la educación para la juventud como tampoco lo es el programa de Rechazo Cero.
Una verdadera educación gratuita implica necesariamente que el resto de aspectos de la vida que le impiden a un joven o a una persona dedicarse a los estudios, sean cubiertos y garantizados por el Estado a través del aumento a las universidades -empezando por aquellas que están en quiebra como la UAS, misma que tiene un presupuesto de 7 mil 483 millones 933 mil pesos, que es mucho menor al de muchas de las universidades estatales-, para que puedan haber comedores, transporte y dormitorios gratuitos.
Una educación al servicio del pueblo pobre y trabajador no puede mantener a sus trabajadores en condiciones de precariedad y con grupos sobrepoblados. Como ya mencionamos, deben construirse más planteles que permitan se admita al 100% de quienes desean tener el bachillerato o una carrera universitaria. Todo este presupuesto debe venir de reducir a cero el presupuesto a las fuerzas armadas, a quienes se destinan miles de millones para reprimir y controlar a la juventud y a los trabajadores.
No permitamos que la crisis económica acelerada por la pandemia sea descargada sobre nuestros hombros, arrebatándonos nuestro derecho a la educación y un futuro que merezca la pena ser vivido. Organicémonos a nivel nacional para pelear en defensa de la educación pública, contra las cuotas, por el acceso irrestricto a la educación y contra la precariedad de la vida.
Asiste a la Asamblea Nacional de la Juventud Anticapitalista este domingo 6 de septiembre a las 4pm, para que la crisis no la paguemos nosotros y nosotras. Regístrate aquí |