Finalmente, ante la magnitud de la campaña desplegada, la justicia debió acceder a la interrumpción del embarazo de la niña, que el gobierno de Bolsonaro buscó impedir de manera perversa y persistente. La interrupción se realizó este domingo por la noche en un centro médico de Recife, la capital de Pernambuco, en el nordeste del país, en medio de actos de hostigamiento contra los médicos por parte de grupos antiderechos.
La misoginia que despliegan el gobierno de Bolsonaro, y los grupos fundamentalistas que le son afines, vuelve a ser noticia en todo el mundo porque una niña de 10 años que fue violada por su tío desde que tenía 6 años, quedó embarazada producto de ese flagelo, e intentaron impedir durante semanas su acceso a los derechos más elementales que amparan a la niñez.
El caso, que fue judicializado, recibió primero la reticencia del poder judicial. Aunque la Constitución brasileña no lo dice, jueces y abogados interpretaron que debía ser sometida a la maternidad forzada, algo que hasta la Organización Mundial de la Salud considera que es tortura “tortura”. El argumento central, sostenían, está en que “la Constitución defiende la vida”. Una vida de la que hablan las cúpulas religiosas, militares, judiciales y gubernamentales para imponer sobre las mujeres su mandato moral, mientras el embarazo entre niñas y adolescentes se convierte en una de las principales causas de muerte.
Aunque finalemente la justicia autorizó la interrupción, basándose en el régimen de causales, y la niña pudo acceder al aborto este domingo, la catarata de argumentos y declaraciones reaccionarias, tendientes a imponer a la niña que se convirtiera “en madre”, tuvo un peso lamentable y preponderante.
Niñas, no madres
Una polémica figura del evangelismo y el bolsonarismo brasileño, Sara Winter, fue de las más activas promotoras de esa reaccionaria campaña que todavía genera polémica alrededor de este caso. Winter, que supo ser funcionaria del gobierno, y tiene un fuerte peso en estos grupos a nivel regional, llegó incluso a dar a conocer el nombre y el hospital donde la niña iba a acceder a su derecho al aborto no punible, producto de la violación.
Grupos fundamentalistas antiderechos, que se hacen llamar “pro-vida”, acudieron casi al instante para intimidar al personal médico, a las enfermeras y a los familiares de la niña, que mantuvieron sin flaquear su apoyo a la niña, soportando todo tipo de agresiones y amenazas.
obrigada sara winter graças a sua divulgação criminosa agora esses religiosos doentes estão tentando invadir o hospital pra não deixar a criança fazer o aborto
"Los bolsonaristas incluso intentaron irrumpir en el hospital", cuenta Maíra Machado desde La Izquierda Diario de Brasil. Maíra también destaca que ante la movilización de estos sectores, las mujeres integrantes del Foro de Mujeres de Pernambuco acudieron al hospital, se manifestaron con decisión hasta lograr que estos grupos abandonaran el lugar.
Ni siquiera la autorización de la justicia, que criminaliza y niega el derecho al aborto en todos los casos, salvo episodios puntuales -y brutales- como este, fue suficiente para que los sectores antiderechos, que forman parte de la gestión del propio Estado, cesaran en su camapa contra este derecho elemental a la autonomía y a la vida de las mujeres y las niñas.
Mulheres do Fórum De Mulheres de Pernambuco foram até o hospital defender a vida da menina de 10 anos que engravidou por ter sido estuprada pelo tio.
— Instituto Marielle Franco (@inst_marielle) August 16, 2020
Finalmente, la interrupción del embarazo se realizó este domingo por la noche, en un centro médico de Recife, la capital de Pernambuco, en el nordeste de Brasil. Con una enorme determinación de las organizaciones de mujeres, de la familia de la niña y de los trabajadores y trabajadoras de la salud, la campaña de amedrentamiento desplegada por el bolsonarismo resultó infructuosa y la nena de 10 años pudo acceder a su derecho, aún en el marco de la violación de muchos otros: además de la sexual, la violación de su derecho a la intimidad, a decidir, a también a no morir en la clandestinidad, después de tanto flagelo.
Al autorizar el aborto, el juez Antonio Moreira Fernandes, del Tribunal de Justicia del estado de Espírito Santo, destacó que "la voluntad de la niña es soberana, aunque se trate de incapaz". Además, dijo que fue la propia niña la que pidió a los gritos, "con los ojos rojos de llorar y aferrada a un oso de peluche". ¿Cuantas niñas en Brasil, en Argentina y en el mundo han pasado por lo mismo?
En todo el mundo: Iglesias y Estado asunto separado
"Dejen que la niña duerma. Ella no será madre a los 10 años", escribió en su cuenta de twitter la antropóloga Débora Diniz, una de las referentes de ese movimiento que en Pernambuco se puso a la cabeza de la defensa de la niña. Diniz exigió también que terminen las "presiones religiosas del Estado". Una exigencia que habla del grado de incidencia e impunidad que tienen estos grupos dentro del Estado.
Como imaginar uma menina de dez anos vítima de um estupro? Os fanáticos não a imaginam. Imaginar a dor de alguém é duvidar do fanatismo. Meu artigo El Pais em imagens para facilitar leitura: pic.twitter.com/MMplaIZXyX
De hecho, el propio ministerio de Justicia de Brasil está a cargo de un pastor evangélico, André de Almeida Mendonça; del mismo modo que la polémica ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, es pastora evangélica, además de una abierta promotora de la campaña de estos grupos que se distinguen en sus marchas por lemas como el de "con mis hijos no te metas". Mismo lema que vemos desenvolverse ante el derecho a la Educación sexual integral en Argentina (donde las cúpulas evangélicas también avanzan en su injerencia en el Estado), igual que en otras regiones, especialmente de latinoamérica.
"La ley dice que en caso de violación el aborto se puede hacer hasta 22 semanas de gestación y en este caso, ya pasa de la fecha límite", asegura sin fundamentos la ministra Alves ayer domingo, mientras acompañaba, orando y exclamando, la movilización de estos frupos a la puerta del hospital.
Desde la cúpula de la Iglesia Católica también salieron a desplegar su campaña contra el aborto y los derechos de la niña. El arzobispo de Olinda y Recife, Antônio Fernando Saburido, lamentó que la capital del estado de Pernambuco se haya convertido en "la ciudad del aborto".
"Algunos diputados y fundamentalistas intentaron invadir la maternidad, que es una maternidad de alto riesgo", denunció también Carol Virgulino, que preside la comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa de Pernambuco.
Sara Winter, ex funcionária do ministério de Damares, investigada em inquéritos de fake news e promoção de atos antidecráticos, identifica menina vítima de estupro. O ECA garante direito à privacidade, ao sigilo e à proteção. Sara viola esses direitos. Damares reverbera caso. pic.twitter.com/LOIHiJYggM
En Brasil, como sucede en Argentina y otros países, el derecho al aborto no es punible cuando hay riesgo de vida para la persona gestante o el embarazo es resultado de un acto ilegal, como una violación, y existe voluntad de la persona embarazada de interrumpir la gestación. Sin embargo, bajo el gobierno de Bolsonaro, los límites, restricciones y maniobras para el acceso a este derecho, se profundizaron.
En 2019, una niña de 13 años murió durante el parto, con un embarazo que fue resoltado de la violación de su papá en la localidad de Coari, en Amazonas. Luana, como denunciaron en aquella oportunidad desde el movimiento de mujeres, nunca denunció ese hecho, bajo amenaza de muerte.
La historia que entonces sacudió a Brasil, hoy se repite con expresiones similares. La niña acudió a un hospital de la localidad de Sao Mateus, en el sureste del país, con fuertes dolores abdominales. Allí contó que fue violada durante 4 años por su tío, de 33 años, quien está prófugo.
Mientras estos grupos reaccionarios hablan en nombre de la vida, inciden en las políticas públicas y avanzan en su incerción en el Estado, en Brasil, cada cuatro muertas por aborto clandestino, hay tres mujeres que son negras.
En medio de una pandemia que profundiza las miserias de este sistema, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito es un derecho urgente, en Brasil, en Argentina, y en todos el mundo.