Las manifestaciones de este lunes no nacieron de la nada. En estos meses el oficialismo fue cediendo ante reivindicaciones del poder económico y los sectores conservadores. Eso les dio cada vez más moral para sus "banderazos". De Vicentin a la negativa a discutir el derecho al aborto.
La derecha volvió a tomar las calles este lunes, aprovechando el feriado nacional del 17 de agosto. Las imágenes que se vieron en todo el país mostraron a un sector de las clases medias altas, reaccionario y conservador, que se identifica políticamente con Juntos por el Cambio.
Las consignas mostraron una pluralidad repudiable: desde negar la existencia de la pandemia al rechazo al uso de vacunas; desde la defensa de la propiedad de los grandes empresarios -y estafadores como Vicentín- al rechazo al lenguaje inclusivo; desde la reivindicación del patriarcado hasta el llamado a “fusilar periodistas”. En Córdoba, una parte de los manifestantes eligió escrachar un monumento recordatorio del Gringo Tosco.
#17A Así escracharon la escultura de Agustín Tosco, principal dirigente del Cordobazo y referente histórico del movimiento obrero cordobés. Estos que piden libertad son los hijos del navarrazo pic.twitter.com/Eguk19F8LK
A pesar de que les resultaba casi imposible explicar las razones, gran parte de los manifestantes repudió la reforma judicial propuesta por el oficialismo. Poco importa que esta directamente no afecte los intereses de la casta judicial. El llamado banderazo se declaró solidario con los jueces de turno.
Sin embargo, estas manifestaciones de la derecha rabiosa -sobre las que se monta la oposición de Juntos por el Cambio- no nacieron de la nada. No son solo el resultado puro de una derecha social y cultural preexistente, nacida en los años neoliberales.
Muy por el contrario, fue el propio oficialismo el que le abrió camino con sus constantes concesiones ante el gran poder económico y los sectores más conservadores. Los últimos meses son testigos de esas constantes capitulaciones ante el rostro más reaccionario de la nación.
Hagamos un repaso veloz y sintético de cómo la derecha se fue agrandando cada vez más ante las concesiones que el Gobierno otorga cada vez que éstas toman las calles.
Impuesto a las grandes fortunas. Después de haberlo agitado como bandera durante los primeros meses de la cuarentena, finalmente el oficialismo lo encajonó hasta nuevo aviso. Hoy se presenta como parte de una eventual reforma impositiva que se discutiría en algún momento en el Congreso. La épica quedó sepultada bajo pedazos cascotes de prepotencia patronal. La medida fue archivada cediendo ante la presión del gran empresariado que -como hace constantemente- lloró por la presión impositiva.
Al mismo tiempo, mientras se cedía a esta presión, se establecieron compensaciones más que limitadas para las grandes mayorías populares. ¿O alguien puede pensar que una IFE bimensual de $ 10 mil alcanza para sostener una familia?
Expropiación de Vicentin. Presentada como un camino hacia la “soberanía alimentaria”, la propuesta fue desechada ya definitivamente. La presión de las clases medias altas en las calles, los grandes empresarios y la corporación mediática ganó la batalla.
El Gobierno renunció a la expropiación y a cualquier intento de intervenir -aunque sea parcialmente- en el oscuro mundo de las transacciones comerciales del campo. Las patronales sojeras festejaron.
Deuda pública. A lo largo de varios meses, el Gobierno negoció con los grandes especuladores, cediendo constantemente a sus exigencias. Entre la primera y la última de las llamadas “ofertas finales”, el oficialismo nacional cedió alrededor de USD 17 mil millones a los bonistas y legitimó la deuda fraudulenta que había dejado Macri. Una deuda que tendrán que pagar las grandes mayorías, con ajustes en salarios, jubilaciones, salud o educación.
Sostuvo, al mismo tiempo, los pagos antes organismos internacionales de crédito en el medio de una crisis social y económica creciente. Como le confirmó la misma Jefatura de Gabinete al diputado nacional Nicolás del Caño (PTS-FIT) en lo que va del año se destinaron $ 350 mil millones al pago de deuda pública, mientras que para todo el 2020 el presupuesto destinado a Salud es de $ 240 mil millones. La diferencia estremece: casi $ 100 mil millones más para los Larry Fink que para quienes pueden padecer Covid en las barriadas populares. ¿Quién termina ganando en la negociación de la deuda? ¿Dónde están las prioridades?
En la respuesta del Jefe de gabinete a la pregunta q hicimos desde el @Fte_Izquierda ( N° 985) dice q el Presupuesto de salud p/ todo 2020 es de $ 240 mil millones (utilizado al 13/7 $ 152 mil millones). Pagado de deuda durante 2020 $ 350 mil millones hasta el 15/7. Prioridades
Derecho al aborto. En el discurso de apertura de las Sesiones legislativas, el presidente anunció que se enviaría el proyecto para su discusión en el Congreso, respondiendo a un reclamo masivo en la Argentina. Sin embargo, en las últimas semanas señaló que “urgen otros temas”.
¿Acaso las muertes por abortos clandestinos dejaron de producirse?
Esa postergación no se explica por el funcionamiento del Congreso. Al contrario, éste tuvo el tiempo suficiente para reunirse y votar otro conjunto de normas. Entre ellas una destinada a beneficiar multimillonarios como Marcos Galperin. La única explicación reside en la decisión política de no chocar con los sectores antiderechos, muchos de ellos directamente partícipes del peronismo y parte del Frente de Todos.
Ayer lunes, empoderados por esa situación, esos mismos sectores salieron a las calles. En Córdoba se llegó al caso de que se movilizar un autodenominado “Patriarcado Unido Argentino”.
Gatillo fácil y empoderamiento policial. En el marco de hacer cumplir la cuarentena, el Gobierno ha venido empoderando a las fuerzas represivas de distinto tipo. Condujo, de esta forma, a un crecimiento en la violencia institucional que tiene correlato en los múltiples casos de gatillo fácil y brutalidad policial.
Desde hace semanas, la desaparición de Facundo Castro se halla en el centro de la escena política nacional. La Policía Bonaerense -conducida por Sergio Berni- es ampliamente cuestionada por los múltiples hechos que la ligan a los últimos momentos en que se vio a Facundo. Sin embargo, desde el oficialismo se sostiene el aval político al derechista ministro de Seguridad provincial.
Estos constantes retrocesos ante la derecha y el poder económico son explicados, casi siempre, por el fantasma de la “relación de fuerzas”. Es decir, de la resistencia segura que opondrán los sectores que vean afectados sus privilegios.
Pero, ¿se puede cambiar la relación de fuerzas de otra forma que no sea peleando? La historia -nacional y mundial- demuestra que no. La lógica, aplicada a los hechos sociales, termina de confirmarlo. No es posible derrotar a los sectores más poderosos y mas conservadores de la sociedad sin resistencia y lucha.
En este sentido, el Frente de Todos repite la historia del peronismo. Para quienes tienen memoria corta, podemos traer un recuerdo específico. Allá por 2015, bajo los últimos tiempos del kirchnerismo en el poder, se intentó “enfrentar a la derecha” contraponiendo Mauricio Macri con...Daniel Scioli. El resultado es conocido.
La fuerza social para enfrentar a la derecha existe. Anida en los millones de trabajadores y trabajadoras que conforman la clase obrera. En los cientos de miles de estudiantes y jóvenes que sufren la precarización de la vida y acumulan odio y rabia ante sus condiciones de vida. En el masivo movimiento de mujeres que supo pelear en las calles por el derecho al aborto.
De lo que se trata es de dar pasos en organizarlo para esa pelea.
La marcha de la derecha, en la mañana de Alerta Spoiler: