Ante este panorama, las enfermedades profesionales aumentan y se desarrollan nuevas, algunas ya están catalogadas de acuerdo al área, categoría y función; otras necesitan aun ser catalogadas.
No pueden ocultar sus propias estadísticas
La organización panamericana de la salud ante su análisis e informe de la situación desarrolló un plan estratégico para el 2014-2019 que lo ha llamado “En pro de la salud: desarrollo sostenible y equidad”, aquí menciona que en un marco de crisis y con recursos limitados “…la región deberá enfrentar en los primeros 6 años el importante reto de detener y revertir la epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles”.
También indica qué, por indicadores de pobreza y las inequidades con datos recientes, en América Latina y el Caribe -la región más inequitativa del mundo con 29% de la población ubicada por debajo del umbral de pobreza y con 40% de la población más pobre que recibe menos de 15% del total de ingresos- la desigualdad en el ingreso descendió en la mayoría de los países al descender el salario mínimo. Tan solo en el 2012 el desempleo de mujeres fue 1.4 veces superior al desempleo en hombres. Del tercer trimestre del 2012 la tasa de desempleo del 2.1 % en mujeres, superior al de los varones.
Al mismo tiempo la Organización Internacional del Trabajo menciona que solo el 27% de la población económicamente activa cuenta con seguridad social, el restante 73% está parcialmente cubierto o carece de cobertura, beneficiando así a las instituciones privadas.
Según Raymond Torres de la OIT, en un informe llamado “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2015” dice que “aunque el empleo sea actualmente más diversificado es cada vez menos seguro y agrega que “la temporalidad en los empleos está generando enfermedades”.
En el caso de México se menciona que de los 43 millones de la población económicamente activa –PEA- solo el 12% cuenta con Seguridad Social, y hay 2500 enfermedades catalogadas.
Según la revista CNN Expansión son 7 las enfermedades laborales más comunes: dolor de espalda, fatiga visual, agotamiento, estrés, cansancio, obesidad, malestares gastrointestinales. Pero en el caso de las mujeres los índices son aún más elevados en enfermedades de cáncer, enfermedades esqueléticas y enfermedades respiratorias, se resalta la diabetes mellitus en la población general.
Las peores enfermedades son producto del trabajo
Ante esta panorámica laboral, si bien es muy cruel para toda la clase trabajadora, es evidente que siguen siendo las mujeres las que sufren la desventaja de vivir en un sistema patriarcal. La revista CNN Expansión también destaca que en México se podría tardar 75 años en cerrar la brecha de género laboral.
Por dar un ejemplo, en el caso de las mujeres que son trabajadoras de la salud, las enfermedades que padecen son principalmente la hipertensión arterial, depresión, fibromialgia, sobrepeso que, en la mayoría de los casos, lleva a la insuficiencia renal. Cabe destacar que al interior del IMSS éste tiene la consigna de “no incapacitarlas” por dichas enfermedades, las cuales no solo son gravísimas sino que a la larga se vuelven crónicas. Al mismo tiempo, los mismos médicos que tienen que brindarles atención en los centros de trabajo, como saben que pertenecen al gremio, evitan atenderlas para no otorgarles licencias o descansos.
A esto se le suma la tremenda angustia cotidiana que deben padecer en sus puestos al tener que recibir a las familias trabajadoras con padecimientos inauditos propios de sus condiciones de trabajo y de vida sin poder brindarles la atención de excelencia que deberían, pues en sus hospitales, producto de las voraces políticas de vaciamiento en pos de favorecer a los grandes capitales privados, no cuentan con el personal suficiente, ni los insumos y medicamentos necesarios. A la par de tener que laborar en condiciones de sobre explotación, teniendo dos trabajos para poder llegar a fin de mes.
Si nadie nos cuida, debemos organizarnos
Pero aún hay más, irónicamente este sistema ubica a las mujeres como las productoras más importantes, generadoras de la nueva fuerza de trabajo, pero ni siquiera es capaz de garantizar las condiciones necesarias para esa reproducción.
Ante esta panorámica, se evidencia como un flagelo la falta de prevención en medicina del trabajo, que otorgue mejores condiciones laborales, accediendo a la educación, salud, vivienda, recreación, salarios dignos, y nos muestra claramente que las enfermedades en los trabajadores, hombres y mujeres, serán a costa de sus propias vidas o la de sus hijos.
Por todo esto se hace urgente organizarnos en nuestros lugares de trabajo con el objetivo de terminar con estos brutales atropellos contra la salud y conquistar todos nuestros derechos para cambiar esta terrible realidad que a diario enfrentan millones de trabajadoras y sus familias a lo largo del mundo, muchas veces invisibilizadas por las patronales y avaladas por las burocracias sindicales. |