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30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

MUJER Y SALUD
Fibromialgia, una expresión de la violencia de género
Xóchitl Leyva

Imagina que amaneces con la sensación de que fuiste apaleada. La noche la pasaste en vela. Te levantas entumida, con intenso dolor en todo el cuerpo; empiezas el día agotada y aturdida. El dolor difuso y el cansancio persiste durante toda la jornada. Ahora imagina que esto te ocurre todos los días, todas las noches, todos los meses...*

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La fibromialgia es una enfermedad reumática muy compleja, caracterizada principalmente por dos síntomas: dolor crónico musculoesquelético generalizado y cansancio o fatiga que no disminuye con el descanso.

Implica otros síntomas comunes pero no esenciales como son el insomnio, la rigidez matutina, las parestesias (sensación de quemadura o pinchazos en brazos, manos piernas y pies), cefaléas, síndrome de intestino irritable, presencia de ansiedad, depresión, problemas de concentración y problemas para tener un pensamiento claro (fibroniebla); que no aparecen por medio de algún estudio clínico.

Aún en la actualidad, esta enfermedad sólo puede diagnosticarse por descarte con otros padecimientos por medio de estudios de laboratorio.

También se ha descubierto que hay cierta predisposición genética, por un exceso de adrenalina que el organismo es incapaz de liberar, así como que en un periodo de la vida de la pacientes hubo resistencia al dolor.

Existen factores desencadenantes como pueden ser un fuerte traumatismo físico, como un accidente automovilístico, estrés emocional o físico como de tipo infeccioso, traumatismos emocionales como abuso sexual, otro factor puede ser esfuerzo físico o emocional constante y extenuante como las severas presiones laborales.

Sigue siendo una enfermedad desconocida

El llegar al concepto de fibromialgia fue producto de una larga trayectoria de investigación que inició desde mediados del siglo XIX, y no fue hasta 1976 que se acuña este término, siendo más preciso destacando los fenómenos dolorosos y la ausencia de datos inflamatorios.

Sin embargo, al ser muy generales y viejos los síntomas para determinar la enfermedad hasta hoy día, hay enfermedades que suelen confundirse con esta. Uno de estos casos fue el llamado síndrome de la guerra del golfo, en 1991. Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña enviaron a esta guerra en su mayoría soldados jóvenes y sanos que al volver desarrollaron una enfermedad crónica e incapacitante, con síntomas muy similares a la fibromialgia. Los descubrimientos más recientes en abril del 2014 muestran que la causa de esta es la exposición a agentes químicos.

La fibromialgia es un padecimiento complejo, desconocido o mal entendido por la mayoría de los médicos y por la sociedad en general. Esta ignorancia conduce inevitablemente a un maltrato persistente a la multitud de personas que la padecen, a menudo son estigmatizados, pues se cree que son hipocondriacos, manipuladores o histéricos. Esta situación lleva a las personas que la padecen al aislamiento, a la depresión y a tener baja percepción de apoyo.

La relación con la violencia

Está demostrado que la presencia de violencia de género y abuso por periodos muy largos o en toda la vida de las pacientes es un factor determinante.

Se dice que la fibromialgía debe ser tratada por las autoridades sanitarias y gubernamentales como un problema de salud pública de género ya que el 90% de las afectadas son mujeres, siendo un 2% aproximadamente del total de la población en México quienes tiene esta enfermedad.

Como hay poco conocimiento y poca investigación al respecto, no existe aún algún medicamento especializado, pero hay medicamentos que ayudan como los anticomvulsivos, los antidepresivos o ansiolíticos. Las empresas farmacéuticas no ven como un buen negocio el desarrollo de un medicamento apropiado a la enfermedad.

La Red Internacional de los derechos de los enfermos la ha declarado como la epidemia dolorosa del siglo XXI en México desde el 2008.

En un país como México, donde el feminicidio, la violencia de género, violaciones, vejaciones por parte hasta de las mismas instituciones de seguridad, la trata y la desaparición, son el pan de cada día, y que por otro lado la precarización y explotación laboral van en aumento, hacen evidente que este padecimiento puede expandirse en grandes proporciones.

Para las mujeres trabajadoras vivir con esta enfermedad es aún más difícil, no ya porque cumplen doble jornada laboral (una en casa y otra productiva) sino porque es muy costoso hacerle frente, ya que para tratarla se necesita de un reumatólogo, un psicólogo, un nutriólogo, y un terapista o entrenador físico.

Ante la precarización y los salarios cada vez más pauperizados, las jornadas laborales son más largas, en muchos trabajos se sufre acoso laboral. No hay una ley que otorgue permisos de incapacidad para esta enfermedad ya que no hay parámetro que mida la gravedad del padecimiento. Aunque muchos médicos lo plantean, no es tomada como una enfermedad discapacitante; muchas veces las trabajadoras se ven obligadas a abandonar sus empleos o a emplearse en trabajos más precarios y muchas veces más duros pero que les implica menos horas de trabajo.

Por el acceso a la salud pública y de calidad

Las personas con esta patología tienen el mismo derecho a la obtención de incapacidad laboral como cualquier enfermo con un padecimiento crónico.

Es necesario que las autoridades implementen políticas públicas necesarias para detectar y atender esta enfermedad.

Ante el desmantelamiento que sufren las instituciones de salud, es cada vez más difícil y muy costoso que las enfermas puedan atenderse. Es necesario que la salud deje de tomarse como un negocio y que sea tomado como un derecho donde podamos acceder todas sin discriminación ni restricciones.

La precarización laboral debe erradicarse. Es indispensable que se implementen políticas laborales nacionales que terminen con las jornadas extenuantes, el acoso y el abuso que provocan en los trabajadores enfermedades discapacitantes como la fibromialgia. La salud es un derecho de todas las mujeres.

*Fibromialgia. El dolor incomprendido, Dr. Manuel Martínez Lavín

 
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