A una década de su fallecimiento, Gabriela Cabezón Cámara, Alan Pauls y Martín Kohan, entre otres, rinden homenaje al autor de “Muchacha Punk” y “Los Pichiciegos”.
Hoy se cumplen diez años sin Rodolfo Enrique Fogwill, escritor de gran influencia en los primeros años de la década del 80. Dueño de una escritura irreverente, audaz, punzante, Fogwill fue considerado uno de los tres mejores escritores junto con Piglia y César Aira luego de la muerte de Borges y Cortázar.
Fogwill nació en Quilmes. Estudió Sociología en la UBA, donde obtuvo una licenciatura y ejerció como profesor titular. Tras el golpe de Estado que derroca a Illia e instaura una dictadura cívico-militar autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973) , es obligado a dejar su trabajo en la UBA por “comunista”.
Su novela más conocida “Los pichiciegos” (1994) es uno de los retratos más impresionantes y lúcidos sobre la guerra de las Malvinas. Escribió novelas, cuentos y poesía (creó su propia editorial, Tierra Baldía) entre los que se destacan “Música Japonesa” (1982) “El efecto de realidad” (1979) y “Vivir Afuera” (1998) por el que ganó el Premio Nacional de Literatura.
En el marco de este homenaje, hasta el 22 de agosto se desarrolla la “Semana Fogwill” y la Biblioteca Nacional encara un relanzamiento virtual de Jornadas Fogwill. Archivos fílmicos donde se encuentra, por ejemplo, un especial dedicado a su novela de “guerra”.
En cuanto a la semana Fogwill aquí les dejamos las actividades que pueden verse en el sitio de Me gusta Leer, que ya se vienen desarrollando y que hoy tendrán la participación del escritor y docente universitario Martín Kohan en una charla sobre El valor de Fogwill en la literatura argentina. Mañana, por su parte, Gabriela Cabezón Cámara, autora de “La Virgen Cabeza”, reflexionará sobre “Los pichiciegos”.
Desde aquí lo homenajeamos con unas palabras suyas que revelan esa irreverencia que lo destacó a lo largo de su carrera literaria: "El otro día publiqué una nota en La voz del Interior sobre un festival de música en el concheto balneario uruguayo de José Ignacio. Y las fuerzas vivas del pueblito José Ignacio, la Junta Vecinal, se armó de una copia, y ahora me llega el mensaje, que estaban contentísimos, que eran felices y todo lo demás, porque intervine en una interna de propiedades que yo no tengo la menor idea que existe. Toqué el tema, digamos, de los paraísos artificiales de la burguesía, que celebran una vida sana, ecológica, sin velocidad, sin ruidos, sin toxinas, sin pobres, siendo que la pobreza, la toxicidad, la polución y todo eso, son producto de su propio afán de lucro. Y lo tuvieron que leer, se lo tuvieron que bancar. Pero estaban contentos".
Y de yapa, la lectura de su poema “Se necesitan malos poetas” en el Festival de Poesía de Rosario (2008).