Para los trabajadores precarizados como los feriantes o manteros, especialmente aquellos que somos sostén de familia, vemos día a día como se dificulta obtener un peso para alimentar a nuestros hijos, en mi caso, con cuatro hijos.
Salir a la calle es toda una odisea, y más en pandemia: para vender nuestros productos o con suerte que te contacten por redes. Desde ya, no se puede competir con las cadenas de supermercados o las grandes tiendas que hoy se ofrecen en Mercado Libre. Ni emprender un comercio. Es la contracara del relato del "quedate en casa". La situación cada día es más compleja y crítica y se siente en nuestros bolsillos.
Demás está decir que no pasaríamos por esto si tenemos un salario de cuarentena que cubra la canasta familiar, que hoy está arriba de los $ 43.000 porque la IFE no alcanza ni sumando la tarjeta alimentaria, ni el bolsón de alimentos que se recibe una vez al mes en las escuelas. Seguramente dirán, "peor es nada". En nuestros casos no todos lo perciben. Con viento a favor podés pelearla unos quince días. Sin embargo la otra cara de la moneda son los empresarios como Clarín o la Sociedad Rural: recibieron millonadas con las ATP o el mismo pago a los bonistas, millonadas en dólares que no lo vemos ni pasar pero si lo notamos con en el aumento de los alimentos.
Desde antes de la pandemia y la cuarentena somos muchos los manteros que estamos en condiciones de precariedad. Quisiéramos poder elegir quedarnos en casa pero la realidad es otra, porque las boletas de los servicios siguen llegando, ni hablar de cargar crédito para el celular y que tus hijos puedan hacer las tareas o para pagar el alquiler.
La otra cara que tampoco muestran los grandes medios: la pandemia de la violencia policial contra los que laburamos con una manta en la calle. Y ahora están envalentonados. Como es el caso de los manteros senegaleses que tuve la experiencia de conversar con uno de ellos en el cual relata cómo son expulsados de la vía pública. Cómo la discriminación, persecución que padecen cada semana, es moneda corriente. Una frase de David se anidó en mi garganta “salimos a laburar por hambre”. Nos unimos con la mirada.
Mientras esto transcurre la respuesta del estado es aumentar el accionar policial. También lo vimos en Estados Unidos tras las masivas movilizaciones por George Floyd o Jacob Blake este fin de semana.
Hoy, no tienen otra forma de generar ingresos teniendo que pagar servicios esenciales, el alquiler y obviamente la comida de todos los días. Como a ellos y a otros, la IFE y ningún plan les llegó. Otro caso es el de los manteros de la peatonal de San Martín días atrás, el mismo modus operandi. La misma situación de violencia policial se repetía.
Vemos diariamente como la policía nos persigue, secuestra la mercadería y nos amenaza por no tener permiso, con privarnos de la libertad durante seis meses. Aún, con la dificultad que ello implica conseguir permisos de la municipalidad estés donde estés antes y durante la cuarentena. En cambio los permisos empresariales salieron en forma expréss para las autopartistas como Peugeot o Volkswagen. ¿Son esenciales?
Ayer y hoy, el amedrentamiento y abuso policial a los trabajadores, a las barriadas populares y en especial a la juventud no es nuevo. Durante el gobierno de Macri con la doctrina “Chocobar” de Bullrich. Su rol y autoridad se legitima durante el gobierno de Fernández envalentonándolos aún más; como el aumento de gatillo fácil en los casos de Ignacio Seijas, Lucas Verón y Blas Correa, y con la desaparición de Facundo Castro donde está implicada la policía bonaerense de Sergio Berni y Axel Kiciloff.
No nos resignamos a pelear por el derecho a una subsistencia que cubra nuestras necesidades para cuidarnos y cuidar a nuestras familias donde no tengamos que perder ni nuestras mercaderías ni la vida por llevar un sustento a nuestros hogares. Por estas razones alzo mi voz y te invito a que te sumes al plenario de trabajadores precarizados este sábado a las 17 hs junto a mis hermanos informales, de casas particulares y desocupados que luchan día a día. Porque no queremos más violencia policial y queremos una vida que merezca ser vivida.
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