Foto: Apepe periodismo móvil
En los últimos meses se han sucedido hechos de estas características, como las frases escritas sobre un mural en Humanidades de la UNS, o graves amenazas de muerte a militantes políticos en otras ciudades. A su vez, diversos grupos han salido a la calle estos meses contra la cuarentena, contra “el comunismo”, o en defensa de la libertad de estafa y explotación patronal, con argumentos en muchos casos similares a los de las pintadas.
Estos sectores son la cara visible de un sector económico concentrado que fogonea desde diversos lugares el escenario político. En defensa de su proyecto, intentan capitalizar la situación de deterioro económico utilizando a su favor el malestar de un sector de la población.
El rol de los grandes medios propiedad de esos mismos empresarios operan en tal sentido. Exageran y amplifican la cobertura de esas movilizaciones, mientras ocultan las expresiones de protesta y reclamo populares . Son los mismos que vienen jugando el rol nefasto de colaborar en la “versión policial” de encubrimiento de la desaparición de Facundo Astudillo Castro.
Lo mismo hace la justicia para ricos, llena de defensores de genocidas, de aplicadores de la ley contra los mas humildes, que avala despidos, desalojos o absuelve a femicidas y a miembros de fuerzas de seguridad que asesinan a pibes pobres. Es el papel que vienen realizando el fiscal y la jueza a cargo de la causa de desaparición de Facundo a manos de la maldita policía bonaerense.
Pero lo cierto es que la derecha no actúa en el vacío, sino que el accionar del Gobierno ha dado aires a su crecimiento. Por ejemplo, con el empoderamiento material de las fuerzas de seguridad otorgado para actuar durante la cuarentena, o con los discursos presidenciales de reconciliación y reconocimiento de las FFAA. Funcionarios como Berni, exponentes dentro del propio gobierno de la agenda de mano dura y encubrimiento de la bonaerense, son un factor actuante de peso, incluso dialogando con las marchas de la derecha y sus sectores más recalcitrantes.
La política de no afectar los negocios de los grandes grupos capitalistas, dejando en los hechos que avancen despidos y suspensiones, o retrocediendo en tomar medidas contra los estafadores de Vicentin, fortalece materialmente al poder más concentrado. Mientras se agranda la brecha entre ricos y pobres aumentando la desigualdad social, los principales empresarios siguen imponiendo sus condiciones y preparándose durante la pandemia para salir más fortalecidos frente a la crisis que se avecina.
Por su parte las cúpulas sindicales han garantizado que las medidas del gobierno y los ataques patronales pasen sin ninguna resistencia masiva, atando de pies y manos a la clase trabajadora para que no ponga en movimiento su poderosa fuerza mostrando una respuesta contundente a la crisis y al envalentonamiento derechista.
Sabemos por la propia historia, tanto nacional como de nuestra región, que la derecha no conoce de límites ni escrúpulos, aprovechando cada espacio permitido para intentar defender e imponer por la fuerza sus intereses. Los grandes voceros de la derecha como la familia Massot o los Noble-Magnetto, son ante todo empresarios. Son los mismos que en defensa de sus privilegios orquestaron con los capitales extranjeros el golpe genocida de los ’70, que incluyó campos de concentración en las propias instalaciones de fábricas como Ford, Acindar o Mercedes Benz. Hoy son los Alfredo Coto, en cuyos supermercados se multiplican los contagios por coronavirus. Son también los Blaquier, el genocida civil de la dictadura que hoy convirtió a Ledesma en el lugar con más muertos por habitantes de Covid del país.
El deterioro social y económico no hará más que profundizarse, mientras un puñado de empresas siguen acumulando fortunas. Sin avanzar sobre los pilares que le dan sustento al poder de esta derecha, los ataques y expresiones como la de hace unos días, van a ser moneda corriente.
Las expresiones de violencia política a través de pintadas, agresiones, o directamente abuso policial y gatillo fácil, son muestras de sectores que se sienten envalentonados para actuar, tranquilos de que no tendrán consecuencias. Como muestra el ejemplo de Brasil o Bolivia, no enfrentar, frenar y derrotar a tiempo a la derecha termina en tragedias mayores para el conjunto de los sectores populares.
Se hace por eso sumamente necesario y urgente que los trabajadores junto a los sectores populares discutamos e impongamos una agenda propia, que afecte el núcleo del poder económico empresario, y muestre en las calles una fuerza poderosa que haga retroceder y derrote las manifestaciones de la derecha reaccionaria. Frente a cada ataque, responder con el paro activo y la movilización, en unidad de acción trabajadores ocupados y desocupados junto a la juventud. Hay que poner bajo orbita estatal con control de los trabajadores el comercio, la banca y los principales recursos naturales para que la crisis la paguen los que la generaron.
Partido de los Trabajadores Socialistas Bahía Blanca – Punta Alta en el Frente de Izquierda Unidad |
