El 2019 fue el año de Parásitos, cuando recibió el apoyo del público y de la crítica que la premió en Cannes con la Palma de Oro. Posteriormente en febrero de 2020 arrasó en los Oscar con cuatro premios (mejor película, director, película internacional y guión original). Con esos antecedentes Netflix la suma a su catálogo.
Los sótanos de la democracia
El espacio es vital para la familia Ki-Taek, que a duras penas sobrevive en casi un sótano muy pequeño donde más que luz y aire fresco solo entra el humo de las fumigaciones. Por otro lado, la familia Park posee un hogar amplio e idílico con parque propio donde siempre se puede disfrutar del sol. El antagonismo comenzará cuando los Ki-Taek, en busca de un mejor porvenir asciendan la cuesta para encontrarse con los Park. De esta forma, como en la Casa Tomada de Cortázar, el espacio metafórico de la Casa se torna un terreno en disputa donde el “nosotros y ellos” entra en conflicto.
La trama no para de producir incomodidad ante situaciones que resultan familiares. Los patrones siempre amables, pero con una constante desconfianza en sus empleados, con cierta fobia olfativa y pendientes de que sus subordinados no pasen ciertos límites. La tecnología y la naturaleza están presentes recordándonos que lo que para unos es una fuente ilimitada de posibilidades para otros es una señal de wifi inaccesible. Así también un día de lluvia o un día de sol, tienen un sentido muy diferente según nos ubiquemos por arriba o por debajo de la división de clases.
Apocalípticos y fragmentados
Se trata de una película visualmente virtuosa y dinámica, donde la cámara narra la historia de las desigualdades a través de los contrastes, en algunas ocasiones apelando a sutiles metáforas y en otras de forma muy directa. Así somos testigos de un apocalipsis social en tono de comedia negra, donde los trabajadores en su precariedad cotidiana parecen estar motivados solo por lograr obtener el sustento necesario para vivir. Y es aquí donde podemos percibir la búsqueda del director.
Esta pelea por la más básica supervivencia se sostiene desde el discurso con frases del tipo “preocupémonos por nosotros”, una especie de sálvese quien pueda muy propio del contexto neoliberal. Este presente de fragmentación de la clase trabajadora e imposición del discurso de la clase dominante encuentra a los trabajadores enfrentados al interior de su propia clase, disputando los espacios y los pocos puestos de trabajo disponibles. Un juego de la silla perverso donde las reglas no se cuestionan. Fue una elección del director Bong Joon Ho presentar los aspectos más negativos y grotescos de unos excluidos propensos al engaño y la traición.
Curiosa elección de un director que también es sociólogo y que debe conocer los procesos de lucha que se dan alrededor del mundo, incluida Corea del Sur. Una decisión artística o una muestra del pesimismo del realizador que en esta película parece estar muy alejado de cualquier proyecto transformador o al menos reflejar las ideas de quienes se atreven a pensar o a soñar con una forma de organización más justa y solidaria.
Actualmente, como se observa en el film, el país tiene un régimen de empleo flexibilizado con mínimos derechos que en 2019 alcanzó una tasa de desempleo a niveles históricos. Los Ki-Taek representan a esa mano de obra calificada, capaz de cubrir con solvencia cualquier puesto, pero sin posibilidades de encontrarlo. Esta situación de exclusión pone en cuestión el modelo de un país como Corea del Sur que gracias a su crecimiento macroeconómico es considerado un ejemplo para muchos políticos y economistas. Sin embargo, ese crecimiento no se derrama, aún a pesar del esfuerzo de la familia Ki-Taek son los perdedores relativos del sistema, buen ejemplo de “aquellos que de alguna manera lograron algún avance (aunque más no sea salir de la pobreza) y vieron sus expectativas de progreso frustradas por la crisis”.
Hoy el mundo justifica la crisis económica amparándose en la pandemia y descarga sus consecuencias sobre los trabajadores. Pero sabemos que previo al covid 19, el mundo no era una tierra de oportunidades para todos, sino un lugar precario y hostil, incluso en la Corea ultra capitalista de Parásitos.