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30 de mayo de 2015 Twitter Faceboock

CORDOBAZO
"Teníamos confianza en nuestra participación activa como estudiantes al lado del pueblo"

Cristina Salvarezza era estudiante de Arquitectura en el año en que estalla el Cordobazo, fue militante del PRT - Partido revolucionario de los Trabajadores y partícipe de la fuga de mujeres de la cárcel del Buen Pastor en 1975. En diálogo con LID, nos relata su historia del 29 de mayo de 1969.

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Fotografía: wikimedia

¿Cómo viviste el Cordobazo?

Pensando que ustedes venían a hablar sobre el Cordobazo, me dije: a ver, históricamente, ¿dónde estaba yo? ¿qué pasaba conmigo en el Cordobazo? Fue el año 69, ya habíamos pasado por el cierre de la facultad de Arquitectura en el año 66. Eran muchos los fogueos que habíamos tenido, que había tenido esta chica de pueblo que venía a una gran ciudad ¿no?

Recuerdo las injusticias en el colegio del pueblo, esas monjitas cometían tantas injusticias con las compañeras pupilas que estaban ahí adentro. Sumado al gobierno de Onganía. Vengo a Córdoba y encuentro una facultad, una ciudad grande y me fui adaptando. En la facultad habíamos empezado a cuestionar los planes de estudio porque había un déficit de más de 2 millones de viviendas y nosotros seguíamos haciendo casitas para los profesionales. Toda esa lucha interna que había en la facultad, encuentra en el Cordobazo una síntesis. Siento que en el Cordobazo, hago una síntesis de lo que venía haciendo yo y lo que tenía que hacer, hacia donde quería ir.

¿Qué recordás de tu participación en la jornada del 29 de mayo?

Para ese día nos dicen: "a la Facultad de Arquitectura le toca cortar, trasladarse a la mañana temprano a la zona norte de la ciudad". Era una zona fabril donde estaba Ilasa, no recuerdo si la Ilasa Pedriel o la Ilasa PVC; había muchos talleres y fábricas que producían piezas para las otras fábricas como, en el caso de Ilasa, para Kaiser o Ika Renault. Llegamos ahí como facultad de Arquitectura con mis compañeros de los talleres, con la idea de cortar la ruta y empezar a hablar con la gente sobre lo que estaba ocurriendo y con la consigna "obreros y estudiantes unidos y adelante". Era una zona fabril, vivían obreros, gente muy humilde. Y nosotros éramos los estudiantes, íbamos, entre comillas, a colaborar o ellos colaboraban con nosotros en esta toma de consciencia. Cortamos las rutas y no había celulares. Las noticias que nos llegaban sobre qué estaba pasando eran porque los compañeros iban y volvían en moto, o por la radio.

A la tardecita nos dicen que el ejército está entrando a la ciudad, entonces nosotros nos volvemos al centro. Yo no me acuerdo cómo llegamos al centro de la ciudad, pero a la altura de la Cervecería Córdoba y el Hospital de Clínicas, cruzamos el río, nos mojamos hasta las rodillas y hacía frío. Cuando subimos y salimos a barrio Alberdi nos dicen: "tienen que esconderse, está entrando el ejército, está tomando toda la ciudad". Llegamos a calle Colón y desde una casa mortuaria nos gritan: "vengan, escóndanse que allá viene el ejército" y nos metimos entre los cajones y el señor bajó la persiana. Todo el mundo colaboraba.

¿Qué sucedía en ese momento en barrio Alberdi?

Alberdi fue el centro del Cordobazo, había muchas pensiones de estudiantes, había muchos estudiantes peruanos, bolivianos, del interior de la provincia, de otras provincias; era el barrio de los estudiantes y fundamentalmente de los estudiantes de medicina. El Hospital de Clínicas fue tomado, las históricas imágenes de la toma, la parte de arriba del hospital, ahí se encontraba mi compañero, que en ese momento no lo conocía. Empezamos a caminar, ya quedaban prácticamente sólo los francotiradores, muy pocas barricadas, porque el ejército había entrado y había fuego cruzado. Entonces empezamos a formar grupos pequeños, armamos lo que después fueron los retenes, nos enseñaban como teníamos que llegar para comunicarnos con los compañeros, porque si nos detenían tenían que ir los abogados a sacarnos.

Después vino el balance, con la calma, un balance positivo, nos dimos cuenta que nosotros habíamos triunfado, a pesar de que ellos tomaron la ciudad con represión. Pudimos ver la globalidad de esta lucha, lo acertado que era esta lucha. ¡Fue una emoción tan grande! Teníamos confianza de que la lucha era posible y que la única salida era la calle y nuestra participación activa como estudiantes al lado del pueblo.

¿A qué estaban ligadas las reivindicaciones de las mujeres en esos años?

Más con lo laboral que con la lucha de género de hoy, del 2015. Nada que ver. Esto costó mucho que comprendieran en Europa, era una pregunta muy marcada en nuestra etapa del exilio en Francia, que querían que habláramos como "mujeres víctimas de la represión en Argentina después del golpe militar". Les costaba entender que no tuviéramos reivindicaciones como "género". Y no las había. Las luchas siempre fueron de clase.

¿Qué hiciste después del Cordobazo?

Yo a partir del Cordobazo me incorporé orgánicamente a militar. Me ayudó muchísimo lo que se formó en la facultad de Arquitectura. Empezamos a participar en lo que fue el Taller Total. Todo eso fue un proceso que viví a partir del Cordobazo. Hoy se ven los frutos que compañeros como el "Negro" Humberto Giampoli, Luis Cocato, el "Negro" Arrazcaeta, compañeros que están en el exilio, estudiantes y profesores que vivimos esa transformación del Taller Total, tratando de volver a implementarlo. No solamente de reivindicarlo como un programa de estudio, sino lo que significó para cada uno y lo que significó para Arquitectura. Poner ahí: "esto es la realidad de nuestro país" y las facultades deben trabajar con el objetivo de servir a las necesidades del pueblo, no con un programa que baja desde arriba, como con los laboratorios.

Para las grandes empresas

Claro, para las grandes empresas. Bueno y ojalá que pueda declararse patrimonio de la Universidad y que se pueda volver, no sólo en Arquitectura porque esto es válido para todas las facultades, de hecho María Saleme, que ya no la tenemos con nosotros, es la que ayudó a armar el programa del Taller Total desde la teoría, desde lo pedagógico y otras compañeras como Justa Peleta, desde el anonimato, los profes que creyeron en el taller. Y nosotros tuvimos el privilegio (yo me recibí en el 72) de tener los últimos tres años de Taller Total y ese fue un proceso.

Estuviste detenida en el Buen Pastor, contanos como fue esa experiencia.

Mi primera detención fue el día de la Masacre de Trelew, nos detienen en la facultad de Arquitectura a todos, estuvimos dos días. Después, en el año 72, en barrio Talleres teníamos un Comité de Barrio: como arquitectas trabajábamos en regularizar la situación de las viviendas de los vecinos y realizábamos los planos, ahí también nos detienen.

Luego, ya en el 75, ya identificada plenamente con la militancia, en la semi-clandestinidad en el Buen Pastor, cuando yo llegué las compañeras ya tenían armado el plan de fuga. En la fuga tuvo que ver mucho Tosco, porque en mayo del 75 había mucho reflujo de las masas, había mucha represión, ya había desaparecidos, Perón había intervenido la provincia, Obregón Cano estaba preso, en septiembre lo habían matado a Atilio López, los sindicatos estaban intervenidos, estuvo Navarro, luego Isabel Perón con Lacabanne y el régimen carcelario también fue cambiando y nosotros sabíamos que sacaban a compañeras y las mataban.

Entonces la fuga era preservar la vida y el compromiso de seguir afuera la lucha. Tosco va a una reunión del PRT y pregunta “¿no tienen alguna acción que levante el ánimo de las masas?" "¡Sí! ¡Estamos preparando la fuga!". Tosco contesta: "¡larguen eso, encima mujeres!”. Se arma todo el aparato para apurar eso y el 25 de mayo nos fugamos 26 presas políticas, con una gran acogida de la población, un festejo enorme.

En ese momento, me acuerdo, había salido un grupo de cuarteto que se llamaba "Las Chichi de Córdoba", el día de la fuga el diariero nos golpeaba las paredes y nos ponía para que escuchemos el grupo de cuarteto y al día siguiente cuando anunciaba la fuga él pregonaba: "¡se fugaron las Chichi de Córdoba!".

Gracias a Tosco, como mujer, como compañera estoy libre también por su opinión y cierto que después de la fuga mejoró el animo en las fábricas, que es una de las patas mas importantes.

La cárcel no es solamente pasar por un lugar, es un lugar que se convierte en un frente más de lucha, éramos como 70 presas políticas, y ahí se pensaba todo, qué relación teníamos con nuestra familia, con el servicio penitenciario interno, con las presas sociales, los trabajos productivos que hacíamos y luego con nosotras mismas, compañeras como Sonia Blesa cumplían un rol en nuestra formación, fue una escuela ahí adentro y la aprovechamos al máximo.

 
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