Venimos hablando desde que comenzó la pandemia de Coto: es una de las empresas que ha mostrado más desprecio por la vida de sus trabajadores. Algunas de sus trabajadores y trabajadores se animaron a denunciar lo que los grandes medios y los funcionarios callan.
Llegó a tener, lo decíamos en el último informe, la mitad de casos de Covid en la zona AMBA. Pero hoy nos queremos dedicar específicamente a un caso: el de la sucursal 160 de Retiro. Y específicamente a lo que le pasó a Cristian. Si bien su caso se conoció hace un par de semanas, llegó a la SDDHH de la Nación. Y lo queremos retomar porque resume en parte hasta donde puede llegar el desprecio de Coto por la vida obrera.
Escuchamos el testimonio de Cristian, es muy duro, pero en este informe dejamos que Héctor Castro, delegado de base de esa sucursal, nos cuente qué fue lo que pasó.
Esa misma denuncia llegó a la Secretaría de Derechos Humanos de Nación. Es que, como dice Castro, "no es una cuestión laboral sino de derechos humanos".
¿Cuántas golpizas como la que sufrió Vicente Ferrer, el jubilado que murió por no pagar un queso y un aceite, ocurren diariamente? ¿Cuántos trabajadores son obligados a laburar enfermos? ¿Cuántos tienen que exponer a sus familias? ¿Cuántos son violentados como Castro o el trabajador de la sucursal Ciudadela que vemos en el informe?
¿Hasta cuándo?
“Coto se maneja como patrón de campo”. “Tiene todo comprado”. “Lo único q les importa es facturar”. Así lo denuncia Castro.
Mientras las ventas on line de los super durante la pandemia aumentó 300% pero también su facturación a precios corrientes, también aumentan los contagios.
Como en Ledesma, las vidas obreras no importan. Pero hay trabajadoras y trabajadores de Comercio que no quieren que siga la impunidad. Mirá el informe. |