En la conferencia vespertina, se informó que a 104 días de la llamada “nueva normalidad”, nuestro país alcanza los 658 mil 299 contagios y las 70 mil 186 defunciones. Como ha pasado en otras regiones, la pandemia, ocasionada por los malos sistemas de salud de todo el mundo, a causa del nuevo coronavirus, se mantiene estancada.
La política de la austeridad para combatir la pandemia, mantenida a ultranza por el gobierno, ha colocado a México entre los primeros lugares de muertes y contagios.
Las defunciones ocasionadas por el Covid-19 se asocian (para diluir un poco la responsabilidad gubernamental) a complicaciones debidas a hipertensión, diabetes y obesidad, las cuales son producto de malos hábitos alimenticios. Al respecto, el gobierno lopezobradorista, con grandes contradicciones y tensionado por las luchas entre el capital y el trabajo pero también en gran medida por los ataques de la derecha que hoy día lanzan como ariete al grupo de 6 ex secretaros de Salud prianistas, consolidó la norma 051.
En su intervención en la conferencia vespertina, Ernesto Acevedo Fernández, Subsecretario de Industria, Comercio y Competitividad, explicó en qué términos se consolidó esta norma. Como es común en la retórica de la burocracia de los especialistas, quienes la ven como “civilizada” y "bienintencionada", la señaló como un gran acuerdo entre la industria, la academia, funcionarios públicos y consumidores que se expresaron y lograron tener la mejor norma, dadas las restricciones impuestas.
En resumen, se anunció como un gran pacto de coresponsabilidad compartida. Sin embargo, a la gran empresa del capital no se le exige dejar de producir comida chatarra, únicamente se le presiona para etiquetar sus productos según su alto contenido en sal, azúcar, grasas y calorías.
Mientras tanto, en el otro extremo, el del consumidor, recae la responsabilidad de tener o no una buena alimentación, con dinero (es decir con trabajo) o sin él. De esta forma se evade todo el contexto social que empuja a las clases trabajadoras a consumir productos de bajo contenido nutricional.
Esta política de “avanzada”, evidencia que una condición de vida del capital es la producción de comida chatarra, pues esta no se impide. El objetivo radicaría en responsabilizar al consumidor y obligar a la catastrófica industria capitalista a poner calcomanías. A eso se reduce la fantasía de los funcionarios al servicio del gran capital (AMLO incluido), de construir un capitalismo responsable: si el proletario muere es su responsabilidad, pues ya se les pusieron los avisos.
Pero, incluso a pesar de este nuevo etiquetado, el poder del capital opondrá resistencia para impedir la aplicación de estas barreras que le son impuestas. Más aún cuando su crisis actual le exige una salvaje ofensiva contra la población trabajadora sobre la que descarga sus pérdidas. |