En el tercer día consecutivo de manifestaciones, varias ciudades de Colombia vieron sus calles llenarse de jóvenes que repudian la violencia policial. Una juventud que perdió el miedo al enfrentarse a cuerpos represivos asesinos acostumbrados a actuar con total impunidad como lo ha venido haciendo por décadas. Los focos de protesta continuaron siendo los puestos de Policía llamados CAI (Comandos de Acción Inmediata), lugares de detenciones arbitrarias y abusos policiales.
El viernes inició con los hipócritas "pedidos de perdón" del ministro del ministro de Defensa y del jefe nacional de la Policía por el asesinato de Javier Ordoñez, pero las dos noches del miércoles y el jueves venían de desatar la brutal represión asesinando a más de una decena de manifestantes. Masacraban a mansalva como se vio cuando le disparan a una mujer asesinándola, y luego entre más de 10 policías la golpean ya sin signos vitales y la arrastran. Es es el verdadero rostro de una violencia estatal, piden "perdón" al mismo tiempo que asesinan.
Contra esto es que se rebela la juventud, harta de esta situación, principal protagonista de las manifestaciones y las protestas. Es por eso que los bloqueos y enfrentamientos con la policía se repitieron por todo el país.
La ola de protestas contra la brutalidad policial en Colombia se desató el pasado miércoles, tras el infame asesinado de Javier Ordoñez, un abodago de 46 años. Ordoñez murió en una clínica horas después de ser detenido por la policía y torturado con simultaneas cargas eléctricas de pistolas Táser.
La respuesta fue inmediata. La juventud colombiana tomo las calles de Bogotá y otras ciudades en manifestaciones que comenzaron cerca de las 5 de la tarde del mismo día y se extendieron hasta muy tarde en la noche, continuando el jueves y que no han parado como hemos visto este viernes. Como saldo al cierre de esta nota se contabilizan 13 personas que han sido asesinadas.
Como ya escribimos en este diario "el foco de la rabia es esa maldita policía que goza de completa impunidad en la Colombia represiva y asesina de jóvenes, de luchadores sociales, dirigentes comunales, de indígenas, sindicalistas, en fin, contra aquel que se atreve a salir a protestar y defender su derecho. No es casual que lo primero que hizo Duque fue salir a defender a esas fuerzas policiales asesinas, y su mentor, Álvaro Uribe, haciendo llamado a más militares a la calle."
No casualmente estas protestas se producen en un momento de manifestaciones en Estados Unidos por la discriminación racial y el abuso policial contra los afroamericanos. Las protestas de Colombia están más estrechamente ligadas al abuso contra los jóvenes y los pobres, donde prima también clase y racismo a la hora de matar por parte de los cuerpos represivos.
Este viernes la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, se reunió con el presidente Iván Duque, con el procurador general, Fernando Carrillo, para presentar información y propuestas sobre los episodios violentos que han ocurrido en la ciudad por cuenta de la muerte de Ordóñez. No fueron públicos los acuerdos, pero la pregunta es qué hace la supuesta alcalde progue reunida con Duque, a qué acuerdos llegaron.
Ella solo manifestó que el presidente colombiano no aceptó su propuesta de "reforma policial". Pero eso ya se sabía pues Duque hasta se ha opuesto incluso al clamor de disolver al escuadrón asesino Esmad, y ha reivindicado el papel de la policía con su represión incluída. No casualmente el diario bogotano El Tiempo había anticpipado que "parte de la reunión se centrará en discutir medidas para enfrentar los desórdenes que se están generando en la ciudad". Esto parece ser la preocupación central.
Cínicamente el Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, como escribimos más arriba pidió perdón, en nombre de la policía, por todas las actuaciones violentas y contrarias al reglamento protagonizadas por los uniformados. Del mismo modo dijo que los policías investigados, siete en total, fueron desvinculados y fueron suspendidos de la institución para evitar la manipulación de las pruebas. Como si fuesen solo siete los que asesinaron a los manifestantes entre el miércoles y el jueves. O solo estos policías y no toda la institución que tiene en su haber la represión, tortura y asesinatos.
Por eso es que este viernes, cuando llegaba la noche, el ESMAD, esa criminal unidad especial anti disturbios de la policía, utilizó granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos para dispersar un grupo de manifestantes en el barrio donde asesinaron a Ordoñez. Varios testigos denunciaron que los policías se dieron vuelta los uniformes para dificultar su identificación y atacaron a los manifestantes.
El asesinato de Ordoñez y las jornadas de protestas contra la brutalidad policial tienen lugar en el marco de una nuevo ola de asesinatos en todo el país, que tienen la marca de las mafias y los narcoparamilitares. Recientes masacres y asesinatos de líderes sociales, comunales y de desmovilizados han venido tiñendo la realidad nacional.
Al menos 218 muertos en 55 masacres perpetradas durante lo corrido de 2020, según cifras del Observatorio del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). Entre las víctimas de las matanzas de las últimas semanas hay menores de edad, jóvenes universitarios, indígenas, luchadores sociales, sindicalistas, entre otros.
Estas bandas, a las que están ligadas las fuerzas policiales, actuaron con total impunidad y acuerdo con los militares durante años, y que quedaron parcialmente a "la deriva" tras el acuerdo de incorporación al régimen político de las FARC, volvieron a aparecer en la escena política y criminal en el último período. Cumplen tanto el rol de mantener negocios oscuros como de actuar con las fuerzas represivas y amedrentar a luchadoras y luchadores sociales, sindicales y campesinos.
Lo que estamos viviendo en Colombia es la continuación directa de las protestas contra los ataques y el ajuste del Gobierno de Duque que tuvieron lugar con fuerza a fines del año pasado y que pusieron en sintonía a Colombia con las protestas en otras partes del continente como Ecuador y Chile. Pero ahora con más fuerza y virulencia, en momentos en que las protestas en medio de la pandemia toman fuerza.
Los acontecimientos en Colombia preanuncian crisis más profundas en una Colombia cuya economía es golpeada por la pandemia y con fuerzas de represión queriendo contener la protesta con asesinatos de por medio. Todo indica que las luchas de los explotados y los oprimidos tienden a ocupar el centro del escenario político.
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