Desde el comienzo de la pandemia ha sido un tema controversial la continuidad contra viento y marea de las clases, la modalidad online y su relación con la repercusión que tuvo en el país con cuarentenas truchas, toques de queda y miles de familias arrojadas a la incertidumbre del desempleo o incluso el hambre, lo que dificulta el acceso y va en directo desmedro de la calidad de la educación sobre todo para los sectores más precarizados de las y los estudiantes, quienes muchas veces no tienen acceso siquiera a la conexión de internet para poder llevar adelante sus clases.
En ese contexto es que nos encontramos a pocos meses de la rendición de un nuevo método de segregación universitaria, que vendría a reemplazar la PSU que fue ampliamente cuestionada por les secundaries el año pasado. Más allá del debate técnico sobre qué prueba es mejor que la otra, el hecho es que ambas constituyen un filtro que deriva en una segregación hacia quienes pueden efectivamente alcanzar la educación universitaria y quienes no, donde quienes no pueden acceder a la educación superior son precisamente los estudiantes que vienen de la educación más precaria, municipal, y que no cuentan con los recursos para pagar preuniversitarios y preparaciones por fuera de lo impartido en sus colegios y liceos. Sin duda, este carácter se profundiza en pandemia y genera un profundo estrés en las y los secundaries.
Miya Jimenez, estudiante secundaria, nos comenta: “Es una situación muy injusta, nos quieren medir a todos con la misma vara para ver quien puede entrar a la universidad y quien no, cuando justamente lo que hemos venido reclamando les secus es que no queremos más filtros para poder entrar a la U. Queremos que la educación sea gratuita y que puedan entrar a estudiar todes quienes quieran hacerlo. Más aún cuando hay cabros que ni siquiera podían conectarse a las clases o que simplemente su cabeza estaba en otra parte al ver que sus familias perdían el trabajo, se contagiaban de covid-19 por el pésimo manejo del gobierno o incluso pasaban hambre porque a sus papás ya nos les alcanzaba la plata para vivir”
Claramente la demanda por el fin de la educación de mercado fue una de las demandas que quedaron resonando desde octubre, uno de los pilares de la dictadura que quiere derribar el “Chile que Despertó”. Les secundarios que saltaron los torniquetes del metro reclamaban el derecho a una educación gratuita, laica, democrática y sin PSU, ni ningún tipo de filtro de clase que solo deja entrar a las mejores universidades a quienes tienen más recursos para hacerlo.
Además fueron los mismos estudiantes secundaries quienes cuestionaron todo y que hoy están quedando fuera de un proceso constituyente a la medida del régimen y lleno de trampas, entre una de ellas, que esos mismos estudiantes que cuestionaron la herencia de la dictadura e iniciaron la movilización de todo un país, hoy no podrán discutir ni decidir que tipo de educación necesitan.
Ante esto Miya, señala: “Es importante que hoy no nos dejemos engañar, les secus queremos cambiarlo todo y nos quieren dejar afuera, para poder resolver todos los problemas de una educación de mercado, la salud precarizada o las pensiones miserables de nuestros abuelos, no nos podemos conformar con un proceso constituyente a la medida de los empresarios y donde participen y decidan los mismos de siempre, es necesario luchar por una verdadera asamblea constituyente libre y soberana para que de esa manera podamos tener voz y voto para decidir sobre nuestro futuro y derribar todas las herencias de la dictadura.” |
