Beatriz Sarlo escribió en Siete ensayos sobre Walter Benjamin que el escritor alemán sentía una enorme preferencia por bucear en los detalles. Su objetivo, sin embargo, no era el detalle mismo, sino la representación de la totalidad que éste ilustraba. En el extremo opuesto al autor de La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica, este domingo por la noche PPT puso en el aire el video que muestra el peritaje en el departamento del fiscal Nisman horas después de su muerte. Aquí los detalles sirven para enfatizar la parte, no el todo. Más precisamente, los detalles son el todo.
Cuando ya pasaron más de 4 meses de su muerte y el tema parece condenado a desaparecer de la agenda política, el programa de Jorge Lanata intenta resucitarlo para golpear al gobierno en un momento en que las encuestas y el clima político parecen favorecer claramente a Scioli.
El video en cuestión muestra el peritaje que se realiza en el departamento del fiscal muerto. Las imágenes descubren una gran cantidad de gente, peritos sin guantes en sus manos ni barbijos en sus rostros. En el medio de las imágenes se ve a uno de los peritos manipular el arma con la que se realizó el disparo y limpiar la misma con un trozo de papel higiénico después de haberla manchado con sus guantes. El mismo funcionario mancha de sangre el cargador y las balas de la pistola. Como dijimos, un exabrupto de detalles.
El video permite además escuchar un dialogo –entre surrealista y bizarro- entre el secretario de Seguridad Sergio Berni y la fiscal Fein, donde el primero le dice a la funcionaria judicial que sería importante verificar si Nisman vive o no. La fiscal le contesta que está observando “un texto”. Increíble… pero real.
Una historia descolorida
La muerte de Nisman apareció como la crisis política más importante que tuvo que atravesar el kirchnerismo en su historia. Sin embargo, sus efectos se fueron diluyendo en el tiempo, en la medida en que la vida privada del fiscal aparecía en la escena pública.
Lo que fue atacado desde la prensa opositora como una “invasión a la intimidad”, desnudó el carácter farandulesco de la vida del funcionario judicial que había osado atacar abiertamente al gobierno nacional. Vacaciones en el exterior junto a modelos y fiestas glamorosas fueron los “detalles” que, poco a poco, fueron demoliendo la imagen del fiscal que, para algunos manifestantes del 18F, había “dado la vida por la verdad”.
Así, la sensación de la opinión pública fue cambiando. El golpe inicial que significó para el gobierno quedar asociado a la muerte de Nisman, fue mutando -más o menos rápidamente- a la idea que el crimen nunca se resolverá. A esto se sumó otro flanco para los defensores de la causa del fiscal: la aparición de un escrito -firmado por el mismo Nisman- donde decía completamente lo contrario de lo que sostenía en la acusación contra la presidenta. En una suerte de doble juego, el amigo del ex espía Stiuso, tenía una carta en la manga para seguir del lado del gobierno.
Posiblemente ese fue el golpe de gracia a la “teoría” del encubrimiento, defendida a capa y espada por franjas de la casta judicial. Fueron éstas las que intentaron sostener en los estratos judiciales la acusación. Pero las “pruebas” brillaron por su ausencia.
La movilización del 18F mostró claramente que esa casta solo podía convocar, en defensa de la “Justicia” y del fiscal muerto, a sectores de las capas que se habían movilizado por los cacerolazos en años anteriores.
Si la oposición político patronal nunca pudo montarse sobre esa ola, fue por el carácter extremadamente elitista de la casta judicial, casta que pueda empatizar con los vecinos de los barrios altos de la capital nacional, pero difícilmente logre conquistar simpatías en sectores amplios del pueblo trabajador que la ven como lo que es, una oligarquía dentro de la sociedad, con ingresos altísimos, beneficios de exenciones impositivas y cargos vitalicios.
Junto al descrédito de la figura de Nisman, los entretelones de la batalla entre su ex mujer -la jueza Sandra Arroyo- y la fiscal Fein, el peso de esta muerte se fue diluyendo en la escena política nacional, hasta no ocupar más que un lugar secundario en los titulares de los noticieros, de manera cada vez más espaciada.
¿Manotazos de ahogado?
Los intentos de resucitar la causa Nisman se incluyen dentro de las maniobras, un poco desesperadas, que la oposición mediática lanza cotidianamente contra el oficialismo. Son intentos de inclinar la cancha hacia la oposición patronal en un momento en que todo parece mostrar una creciente consolidación de Scioli, la caída del massismo y el techo alcanzado por el macrismo.
Si bien la crisis dejó de afectar al gobierno, esto no despeja algunas de las cuestiones que quedaron al descubierto con la muerte del fiscal. El hecho de que Nisman fuera designado por Néstor Kirchner fue un golpe no menor. El kirchnerismo sostuvo al fiscal y su hipótesis de la “pista iraní” durante más de 7 años. A su lado puso al ahora ex espía Stiuso, quien todavía hoy sigue siendo “buscado”, sin el menor indicio de donde se encuentra.
La continuidad del aparato de la ex SIDE y de los privilegios de la casta judicial durante todo el ciclo kirchnerista fueron otra demostración cabal de que la lucha contra las corporaciones no pasaba de simple “relato” y carecía de materialidad.
El video del peritaje no hace más que demostrar la enorme manipulación de un caso que sirvió de botón de muestra de lo poco que cambió la “década ganada” a esos resabios de los años 90’. |