Oscar Gamboa trabajó por 20 años en un campo ubicado en el sur de la provincia de Santa Fe. Llegó a los 12 años con su padre y siguió trabajando en el lugar luego de que este falleciera. Actualmente tiene 32.
En el lugar, donde se ocupaba de cuidar varias decenas de vacas, no estaba registrado y no contaba con ningún tipo de derecho laboral. Sus condiciones de trabajo poco tienen que envidiarle a las de la esclavitud. No sólo no tenía ningún tipo de descanso, ni vacaciones, ni feriados, sino que tampoco tenía una alimentación suficiente o acceso al agua potable. Tampoco elementos de protección sanitaria.
El dueño de la estancia, Fernando Rossi, le había hecho firmar un contrato absolutamente fraudulento, aprovechándose de que el hombre no sabía leer. Luego de ser rescatado el último 6 de septiembre, Oscar afirmó: “Sí, yo firmé eso que él dice, pero yo no sé leer ni escribir, apenas escribo algo. Yo firmé y eso es lo que me caga. Pero no sé bien qué era porque ya le digo, no sé leer”.
Postales del capitalismo del siglo veintiuno que poco tienen que envidiar a la barbarie de la esclavitud. |