En el marco del caso de desaparición forzada seguida de muerte de Facundo Astudillo Castro y de la rebelión policial que le dobló el brazo al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en las últimas horas el rumor de cambios en la cúpula de la Policía Bonaerense se instaló con fuerza.
Distintos medios de comunicación informaron durante la jornada del viernes de la posibilidad de la remoción de distintos uniformados en cargos jerárquicos. Incluso se especuló con el pase a retiro del jefe de la fuerza, Daniel García.
A últimas horas del viernes, el Ministerio de Seguridad de la provincia que conduce Sergio Berni, desmintió que esos cambios existan.
Como bien demuestra su historial, con distintos cambios en su cúpula, la maldita Bonaerense es una fuerza irreformable. Por más cambios cosméticos que se hagan, sigue siendo una fuerza mafiosa y que garantiza el gran delito en la provincia, como los desarmaderos de autos, la trata de personas y el narcotráfico. El caso de Luciano Arruga es el ejemplo más emblemático de cómo a su vez, la misma Policía es la que regentea el pequeño delito.
La segunda desaparición de Jorge Julio López, hecho del que este viernes se cumplieron 14 años, es otro ejemplo de la impunidad histórica con la que se mueve esta fuerza asesina.
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