Artemisia Gentileschi nació en Napoles, Italia, en 1593. Hija del pintor caravaggista Orazio Gentileschi, pasa los días en su taller y aprende a dibujar a muy temprana edad. A los 17 años, Artemisia pinta su primer cuadro: Susana y los viejos. Contra la corriente Artemisia no quiere ser madre o monja, tampoco prostituta: estaba decidida a ser artista. Como estaba prohibido que las mujeres asistieran a las escuelas de arte, a instancias de su padre, empieza a tomar clases particulares con el pintor Agostino Tassi quien en el año 1612 abusa de ella.
Artemisia lo denunció ante el Tribunal Papal y a lo largo del proceso, que duró siete meses, dio un exhaustivo testimonio de lo sucedido, fue sometida a un humillante análisis ginecológico y luego obligada a repetir su acusación bajo tortura: la Iglesia consideraba que solo si en esas condiciones ella mantenía su palabra, las mismas podían considerarse ciertas. Esto fue lo que dijo:
“Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mi el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne.”
Eva Menzio (editora), Artemisia Gentileschi, Lettere precedute da Atti di un processo di stupro, Milán, 2004
Eppur si muove*
Toda esa violencia y la adversidad de la época (recordemos que apenas 10 años atrás quemaban en la hoguera a un tal Giordano Bruno por sugerir que el Sol era quizás “solo una estrella más…”) no lograron doblegar el espíritu rebelde y la fortaleza de Artemisia. Por el contrario, en 1614 se instala en Florencia y es la primera mujer de la historia admitida en la gran Accademia del Disegno de esa ciudad, que fue cuna del Renacimiento y vio florecer a genios de la talla de Boticcelli, Leonardo Da Vinci y Galileo Galilei. Artemisia Gentileschi gana su lugar, es par de las más grandes figuras de su época y es común que se la nombre como la primera mujer de la Historia del Arte.
La bonanza del siglo XVI había quedado atrás y en medio de crisis económicas y pestes, al calor de la contrarreforma católica que buscará evitar el éxodo de fieles hacia la austeridad protestante, se asienta un nuevo estilo: el barroco. Proliferan las iglesias desde donde se busca reforzar la doctrina católica y en ellas las imágenes de renovados motivos religiosos: tenebrosos y humanos, claroscuros, ambivalentes en relación al provenir. Fue en este marco hostil que Artemisia se hizo grande y desarrolló su arte de figuras femeninas siempre llenas de fuerza: intensas, impetuosas y dramáticas. “No hay una sola escena casera. Hay músicas, pensadoras, y muchos homenajes a mujeres bravas: Cleopatra, Diana, la Galatea, María Magdalena, Judith, Dalila, Betsabé…”.
El orgullo de Judith
“Judith es una bella viuda judía de la que está prendado Holofernes, el general asirio que está a punto de destruir la ciudad de Betulia, entra con él en su tienda y, aprovechándose de que ha quedado inconsciente por haber bebido en exceso, le decapita con su propia espada y huye llevándose la cabeza en una cesta, bolsa o alforja. En las representaciones artísticas suele aparecer la figura de una vieja criada ayudando a Judith.” Este tema bíblico fue representado en más de 114 pinturas y esculturas y es quizás la obra más destacada de la artista: Artemisia Gentileschi eligió representar a Holofernes con los rasgos de Tassi y utilizando un autoretrato suyo para la figura de Judith. En su versión de esta historia, a diferencia de las otras ¿113? propuestas donde la criada es una anciana frágil, testigo pasivo de los acontecimientos, Judith y su criada muestran la fuerza implacable de las mujeres juntas y organizadas: pareciera que no pudiera haber acción más precisa y medida que atravesarle el cuello a Holofernes con la daga, su sangre no mancha las ropas, ni los cuerpos, ni los gestos de las dos mujeres, todo en esa imagen es justicia.
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Las mujeres somos violentadas a diario por un sistema que nos requiere vírgenes incubadoras vivientes, objetos para adornar el placer de otros, mano de obra siempre más barata. Y pareciera que esto es así desde siempre: no se puede ni escribir sobre “la primer mujer de la historia del arte” sin tener que hablar al respecto.
Y aunque lo oculten, sin embargo, también “desde siempre” nos hablan estas mujeres. ¿acaso no nos dicen y les dicen “qué se cuiden de nosotras porque no vamos a poner la otra mejilla, tampoco nos vamos a contentar con solamente hacer visible esta violencia, que esto es solo el principio porque ya nos estamos organizando?
“Cuidado con las mujeres cuando se sienten asqueadas de todo lo que las rodea y se sublevan contra el viejo mundo. Ese día nacerá el nuevo mundo” (Louise Michel)
*Eppur si muove (“y sin embargo, se mueve”, en español) es la hipotética frase en italiano que, según la tradición, Galileo Galilei habría pronunciado después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. |