El lunes 28 de septiembre se inaugurará el hospital Presidente Néstor Carlos Kirchner de Maquinista F. Savio, en donde antes funcionaba la Clínica San Carlos. Será una ceremonia a la que asistirán Alberto Fernández, y otros dirigentes del ámbito político nacional y provincial. Pero, quienes no están invitados, son los trabajadores que pertenecían a la clínica y que hoy continúan trabajando en el hospital bajo presión en un ambiente laboral que de por sí ya es estresante por la pandemia. A esto, se le suma las amenazas de suspensiones y despidos como también la falta de insumos.
“Siendo trabajadores de la salud pensamos que íbamos a estar mejor que antes pero ahora estamos peor. En lo que es la atención al paciente, no se llega con el material de insumos para trabajar, hay escasez de sábanas. Antes por lo menos los pacientes tenían almohadas ahora ni eso. Si los elementos de trabajo se rompen nos quieren hacer pagar con nuestro sueldo”. Es todo una fachada, por dentro sigue todo igual”. Son palabras de trabajadores que no dieron sus nombres por temor a represalias.
Para el gran día se realizaron tareas de limpieza y pintura en los alrededores. Las bocas de tormenta de la ruta 26 fueron tapadas ante la atenta mirada de vecinos que reclaman las promesas que quedan en el olvido desde hace décadas: semáforos que funcionen, cloacas, agua corriente, asfalto.
Pero, más allá de esta “lavada de cara” que no deja de ser vergonzosamente normal cuando llegan figuras importantes a localidades olvidadas, llama poderosamente la atención que no se les cite a cumplir sus turnos a los empleados de hace años del nuevo hospital. ¿Los responsables temerán algún escrache ante el presidente y las cámaras?
“Por un lado, los directivos nos decían que les comentemos cualquier situación o inconvenientes que tengamos. Por ejemplo la falta de medicamentos, lo que causa que los pacientes no puedan seguir con el tratamiento; la falta de seguimiento médico, que los mismos pacientes refieren a no estar tranquilos y así. Pero nuestros comentarios eran tomados de manera negativa, nos tomaban como quilomberos y se prefiere el silencio para no llevar la contraria. De esa manera parece que nada cambia en ese lugar” comentaba una enfermera del hospital.
150 millones de pesos en inversión para el nuevo hospital y los empleados aún siguen esperando sus uniformes prometidos apenas el municipio comenzó a hacerse cargo del hospital.
.
Sus reclamos fueron acallados usando el autoritarismo en clara falta a las promesas de aquella noche del 24 de abril en la que el intendente Ariel Sujarchuk afirmó que los empleados conservarían su puesto de trabajo. ¿A qué precio?
Esta persecución afecta el acceso a la salud pública. Por eso, estos amedrentamientos deben enfrentarse con la unidad y organización de todos los trabajadores y pacientes del nuevo hospital. |