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28 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Debate
¿Por qué el PC y el Frente Amplio abandonaron la lucha por una Asamblea Constituyente?
Fabián Puelma | @fabianpuelma

A menos de un mes del plebiscito y con el inicio de la franja televisiva, entramos en tierra derecha en la campaña hacia el 25 de octubre. En este marco vemos cómo se acrecienta la descarada demagogia de los partidos del régimen. Y acá hay de todo: una derecha del rechazo que apela a las necesidades y urgencias de gran parte de la población, cuando ha sido justamente este gobierno el responsable de que Chile rompa récords en contagios y muertos por millón de habitantes a nivel internacional y que esté dentro de los primeros puestos de los países con mayor destrucción del empleo. Pero también una derecha del apruebo que ve en el plebiscito una oportunidad para renovar y volver a legitimar los pilares del Chile capitalista gobernado por un puñado de familias; además de una ex Concertación que tiene el descaro de usar los símbolos de nuestra movilización, cuando son ellos igual de responsables de la herencia de los “30 años”.

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Además de esto, lo que salta a la vista es la unidad de discurso entre la ex Concertación, el Frente Amplio y el Partido Comunista a la cabeza del comando Apruebo Chile Digno. De hecho, en la franja televisiva están ausentes las principales demandas de la rebelión de octubre, como la lucha por una Asamblea Constituyente realmente democrática, libre y soberana, para acabar con toda la herencia de la dictadura, el grito por Fuera Piñera y su gobierno criminal y la extendida crítica a la “cocina”, su “Acuerdo por la paz” y su pacto de impunidad.

Pero no sólo eso. Durante estos días hemos visto cómo diversos militantes o simpatizantes del Frente Amplio han optado por atrincherarse en la defensa cerrada de un “apruebo convención constitucional” acrítico, atacando a quienes peleamos por expresar una tercera alternativa en este plebiscito. Esto, en respuesta a los sectores que nos estamos organizando para plantear una posición independiente.

Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios estamos confluyendo con decenas de dirigentas/es sindicales, sociales, territoriales y organizaciones políticas, y hemos inscrito el “Comando por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana”. El objetivo es intervenir en este proceso con una voz independiente, buscando expresar la posición de miles que rechazan el Acuerdo por la Paz y sus trampas y que estamos por luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana para terminar realmente con la herencia de la dictadura, retomando la lucha de octubre en la perspectiva de la huelga general y por fuera Piñera. Hemos decidido votar apruebo en la primera papeleta, porque somos parte de los millones que queremos acabar con la constitución de Pinochet, pero tal como lo ha hecho el Movimiento por una Asamblea Constituyente (MAC) y otras organizaciones, no votaremos ni por la Convención Mixta ni la Convención Constitucional de la cocina. A su vez, nos haremos parte de la iniciativa de tercera papeleta (Papeleta por la Dignidad), para expresar claramente las consignas de la rebelión de octubre.

Por su parte, el Partido Comunista, que ya abandonó en su discurso público la referencia a la Asamblea Constituyente y a marcar el voto, y unifica discurso con el FA y la ex Concertación, esboza en El Siglo la estrategia del “desborde” de la Convención Constitucional, con el objetivo de “persuadir” a la ex Concertación de que una vez que la Convención se constituya y discuta el reglamento, ésta modifique el quórum de dos tercios pactado en la cocina. Apelar al “desborde” de la Convención Constitucional se ha transformado en el comodín más usual para justificar su omisión a la Asamblea Constituyente. Pero vamos por parte.

Más papistas que el Papa

Hay muchas y muchos militantes del Frente Amplio que han incorporado tan profundamente las ilusiones en el proceso constituyente, que hasta se enojan con La Izquierda Diario por denunciar sistemáticamente los enclaves antidemocráticos que tiene el proceso y por marcar tajantemente la diferencia entre la Convención Constitucional y una Asamblea Constituyente. Siguiendo una larga tradición del marxismo y de las organizaciones socialistas revolucionarias, para nosotros, como decía Trotsky, “el primer acto de la política revolucionaria es el de desenmascarar las ficciones burguesas que intoxican el sentimiento de las masas populares”, para lo cual utilizamos todas las herramientas y espacios que da el régimen, incluidas las campañas electorales de aquellos procesos que denunciamos. Para muchos frenteamplistas, decir la verdad ya no sería un acto revolucionario, sino una verdadera herejía. Recabarren se revuelca en su tumba.

Incluso se recurre al viejo argumento de “no le hagas el juego a la derecha”. Nunca había sido tan absurdo este argumento. ¿O acaso resulta serio recriminarle al Frente Amplio o al Partido Comunista que le hacen el juego a la derecha por votar de la misma forma que Joaquín Lavín, principal referente presidencial de la derecha que votará apruebo y Convención Constitucional? Esto, sin mencionar que hay muchas y muchos luchadores que han planteado públicamente que este es un proceso fraudulento, como lo hizo un sector de las comunidades mapuche en resistencia. ¿Le dirán a ellos que también le hacen el juego a la derecha?

Pero más allá de la combinación de votos, el punto es ver cuál es el escenario político y, sobre todo, cuál es la apuesta de la clase dominante en cada momento. Es evidente que la franja de la UDI, con apelaciones a Satanás incluida, no representa a la mayoría de la burguesía. De hecho, una parte importante de ella está por el apruebo y concentra su pelea en la elección de constituyentes para la Convención, sea mixta mixta o constituyente. Para esto, apuestan por una lista unitaria de la derecha y los sectores más lúcidos saben que sería un suicidio político que esa lista se identifique únicamente con el rechazo y la convención mixta, que sólo representan a un nicho. Eso está detrás de la operación Lavín-Longueira.

En esto son flexibles, porque saben que ambas convenciones tienen asegurado el quórum de dos tercios. Lo que une a la derecha es ese quórum. Y de esto toman notas los operadores ligados al capital financiero internacional. El Mercurio en la edición de este sábado, destacaba que analistas de la clasificadora de riesgo Moody´s, “pese a la incertidumbre que podría llegar a generar el proceso para los agentes económicos, opinaban que el riesgo de que haya cambios fundamentales y significativos en la Constitución es de bajo a moderado, dado que la aprobación de la misma requiere de dos terceras partes de los miembros de la Convención Constitucional”.

Esta certeza es importante, porque hoy estamos en un momento de crisis económica, con una recuperación leve y con muchos riesgos internos y externos, que plantea un escenario de desempleo alto por varios años. El Mercurio planteaba que “hoy no se vislumbran perspectivas de un boom externo o de un nuevo período de intenso crecimiento, por lo que la probabilidad de un alto desempleo persistente no resulta despreciable”. Esto, tomando en cuenta que según datos del INE, se han perdido 2,1 millones de puestos de trabajo. Además de 1,1 millones de inactivos y 630 mil suspendidas/os. Según esto, hay estudios que plantean que la tasa se empinaría entre el 21% y el 28%, y que el plan de inversiones no alcanza a recuperar todos los empleos perdidos. De hecho, por eso Piñera anuncia un inédito plan de subsidio a los empresarios a costa de endeudamiento público, mientras las mineras con sus monopolios nacionales y trasnacionales siguen ganando millones a costa de la salud y condiciones de vida de las y los trabajadores.

La preocupación de la clase dominante no es tanto si vamos a una constitución mínima, máxima o mediana. El temor es si temas tan agudos como el desempleo, el ajuste fiscal, el aumento de la pobreza, de los campamentos y la precarización laboral, se colarán o no como temas urgentes en el proceso constituyente. Que la Convención se dedique exclusivamente a “temas constitucionales”, que su barrera infranqueable sea el quórum de dos tercios, que no pueda inmiscuirse en los asuntos de los poderes constituidos (incluyendo la Constitución vigente) y evitar cualquier escenario destituyente (canalizando todo hacia unas elecciones presidenciales lo más tranquilas posibles), son las verdaderas preocupaciones.

Desenmascarar la trampa de las convenciones apunta justamente a este nudo. La lucha por una Asamblea Constituyente libre y soberana, en donde ninguna institución del régimen esté por encima de ella y pueda discutir y decidir sobre todos las problemáticas urgentes y también estructurales, es lo que permite discutir medidas como el fin a las AFP, la prohibición de los despidos, el reparto de las horas de trabajo para enfrentar el desempleo, la nacionalización de los recursos estratégicos para evitar el aumento de la deuda pública y el ajuste fiscal, y poder afrontar temas como salud y educación pública y gratuita. La Convención, simplemente no podrá resolver estos temas de fondo.

¡A desbordar la Convención!...persuadiendo a la ex Concertación

Vimos que el problema del quórum no es procedimental o formal. Sin embargo, el Frente Amplio (que fue redactor directo del acuerdo) considera que es un tema secundario. Es algo dado y busca sembrar la ilusión de que la pelea fundamental es la de apostar por listas unitarias para la Convención, de tal manera de superar el quórum de dos tercios frente a la derecha (algo así como "¡dejemos de lado el bochorno de las primarias municipales, preocupémonos de las primarias presidenciales y de tener la menor cantidad de listas de la oposición hacia la Convención!").

Más allá de cuestiones accesorias, ningún sector del Frente Amplio ha planteado modificar sustancialmente el sistema de elección de constituyentes para que sea democrático y no tenga todas las limitaciones de la elección de diputados. Por lo que la ilusión de conseguir dos tercios de la Convención descansa sobre la idea de una gran alianza con la ex Concertación. ¡Pero si nos rebelamos fue justamente contra los partidos neoliberales que han mantenido y perfeccionado la herencia de la dictadura!

El Partido Comunista, aunque ha cuestionado el quórum de dos tercios, es quien ha llevado este espíritu “unitario” hasta el extremo. No sólo al recriminarle al Frente Amplio romper la sacrosanta unidad de la oposición en las municipales (aunque tenemos que ver cómo termina esa comedia). Carlos Arrúe, encargado constitucional del PC, planteó que el centro está “persuadir, convencer, a quienes aprobaron ese quórum de los dos tercios, de optar por un quórum distinto, de mayoría absoluta o de tres quintos”, de tal manera, que una vez constituida la Convención esta pueda elaborar un reglamento que no se sujete al “Acuerdo por la Paz”. En la misma, hay quienes han planteado que el reglamento debiese incorporar “plebiscitos dirimentes” para las materias donde no se llegue a un acuerdo y exista un “bloqueo recíproco”.

Como decíamos, esta idea descansa en la ilusión de que es posible “persuadir” a que modifiquen uno de los corazones fundamentales del acuerdo. No es más que una de las clásicas maniobras distractivas del PC para cubrir su flanco izquierdo y evitar cuestionamientos de los sectores más combativos.

Porque lo que no dicen es cuál es el verdadero significado del Acuerdo del 15N. No podemos olvidar que ese Acuerdo fue impulsado por la mayoría de la clase dominante como una forma de evitar que la perspectiva que abrió el paro nacional del 12 de noviembre (que Piñera en su cuenta presidencial, lo definió como el “punto de inflexión”), se profundizara y extendiera. Lo que buscó el acuerdo fue desarticular la alianza de clase que se forjó entre sectores importantes de la clase trabajadora, las capas medias y sectores populares mediante la acción directa contra el régimen y el gobierno. Una gran operación que no sólo tuvo como protagonista a quienes firmaron el “Acuerdo por la Paz” en plena madrugrada, sino también a la propia burocracia sindical (agrupada en el Bloque Sindical de la Mesa de Unidad Social) y el Partido Comunista, que aunque rechazaron el acuerdo de palabra, se cuidaron celosamente de no convocar a ningún paro ni movilización unificada como la del 12N, que pusiera en cuestión lo pactado en la cocina.

También hay sectores que se han plegado a la posición del PC y llaman a “desbordar” el proceso, enfatizando que la presión se logrará mediante la movilización en las calles. Pero si esa movilización es sólo una presión a los partidos del régimen o la propia Convención Constitucional, no hay desborde, sino fortalecimiento y oxigenación de la propia convención. Así, no estaremos más cerca, sino que más lejos aún de una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana. No es necesario inventar fórmulas abstractas. Debemos partir por la propia experiencia realizada por la clase trabajadora y el pueblo: la única fuerza capaz de realmente romper con la trampa constituyente es la perspectiva de retomar el ejemplo del 12N en la perspectiva de la huelga general, y en ese mismo camino fortalecer y extender instancias de auto-organización obrera y popular.

Sabemos que hoy la mayoría mantiene ilusiones en este proceso constituyente, por eso hemos decidido intervenir activamente dentro de él, constituyendo un Comando y preparándonos para participar de la elección de constituyentes para plantear un programa socialista y revolucionario, constituyéndonos como partido legal en las principales ciudades del país. Pero lo hacemos apostando por fortalecer una posición de independencia de clase, buscando visibilizar en sectores cada vez más amplios las trampas de la cocina y debatiendo con las ilusiones que siembra el reformismo. Creemos que esta es la única forma de que nuestra táctica esté en función del objetivo de superar la trampa constituyente mediante la lucha de clases para conquistar una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana, como parte de la lucha por un gobierno de trabajadores/as de ruptura con el capitalismo.

 
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