¿Qué puede responder el informe? ¿Qué no? El resultado de las pericias que el Equipo Argentino de Antropología Forense entregará al juzgado de Bahía Blanca probablemente carezca de varios datos clave para poder determinar qué pasó con el joven desaparecido el 30 de abril tras ser detenido por la Bonaerense.
Este jueves, a horas de haberse cumplido cinco meses de la desaparición de Facundo Astudillo Castro, se reunirá el “ateneo” de peritos que participaron de la autopsia al cuerpo del joven desaparecido el 30 de abril en Mayor Buratovich, al sur de la provincia de Buenos Aires. El encuentro arrancará a las 9 en la sede del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), ubicada en el predio de la ex ESMA del barrio porteño de Núñez.
Al menos en lo formal, el ateneo se presenta como un ámbito para que las y los quince profesionales convocados a participar de la autopsia tengan un espacio de intercambio y síntesis de sus conclusiones. Se trata de cinco forenses del EAAF (organismo nombrado perito oficial), cinco del Cuerpo Médico Forense (CMF) de la Corte Suprema de Justicia, una perito del Conicet y tres de la Universidad Nacional del Sur. Como perito de las querellas se suma Virginia Creimer, referente de la Consultora Pericial de Ciencias Forenses.
A horas de participar del ateneo, la doctora Creimer brindó a La Izquierda Diario algunas coordenadas para entender los alcances de la autopsia. A su vez, expresó sus reparos sobre la posibilidad real de que hoy mismo pueda haber un informe preciso y certero para saber qué pasó con Facundo.
“Esta causa, como muchas en las que trabajamos, es de una altísima complejidad y con un alto nivel de mediatización, con lo que el proceso pericial se hace mucho más difícil”, advierte la médica forense. Por eso remarca que “en este caso, ya avanzados veinte cuerpos de la causa y a partir del análisis de todo el expediente, debimos reunirnos de forma permanente con los abogados de Cristina y con la Comisión Provincial por la Memoria con el objetivo de delinear la mejor estrategia investigativa”.
Como se sabe, además de la complejidad intrínseca que tienen las causas por desaparición forzada de personas, en este caso la investigación tiene enormes “fallas de origen”, lo que dificulta aún más el hallazgo de la verdad. “Hay un montón de obstáculos que van apareciendo en el proceso, tanto desde la propia Policía como del Poder Judicial y hasta de algunos ambientes periciales también”, afirma Creimer.
Sobre la instancia de este jueves, la médica forense dijo que “el procedimiento previo fue que cada une trabajaba por su lado para luego reunirnos en el ateneo a comparar lo que habíamos hallado. Para eso existe el ateneo, donde deberíamos llegar a discutir e intercambiar nuestras evaluaciones para una posterior confección de un informe. Así lo estipulan los mismos códigos de procedimiento procesal”.
Sin embargo, con la experiencia que vienen haciendo desde hace meses, desde la querella desconfían que ese proceso (que debería basarse en el Protocolo de Minnesota) realmente se hayan llevado a cabo. En concreto, si esta tarde hay un informe “final” para entregarle a la jueza María Marrón de Bahía Blanca, es casi seguro que su redacción es preexistente al ateneo. Es decir, no hubo mucha discusión. Y eso deja en desventaja a la misma querella.
Datos clave
Las preguntas elementales que toda autopsia debe proponerse dilucidar son cuándo, dónde, cómo y por qué murió una persona. Pero la historia demuestra que en los casos de desapariciones forzadas seguidas de muerte, donde los cuerpos fueron manipulados, deformados y hasta destrozados, esas respuestas son más que esquivas.
Por eso para Creimer “es muy importante comprender que no podemos quedarnos únicamente con los datos que se obtuvieron el día de la autopsia. Esos datos por supuesto que son fundamentales, pero a la vez son solo parte de la investigación”. En ese sentido remarcó que, “lamentablemente, en Argentina la ciencia forense estatal se circunscribe sólo a las cuestiones del laboratorio, sin tener en cuenta todo lo actuado en la causa”.
La óptica desde la que se para la perito de la familia de Facundo difiere de la mirada hegemónica en las ciencias forenses a nivel nacional. “Nosotres hacemos un trabajo que incluye, de alguna manera, una ‘autopsia’ de la causa, de los papeles, de los veinte cuerpos”, lo que permite contextualizar y darle mayor entidad a los datos que arrojan los análisis del cuerpo. “Todo lo relacionado con la desaparición y muerte de Facundo confluye en un momento de contextualización. Ese momento es absolutamente necesario para entender qué se encontró en el cuerpo y qué no; y, de ahí, establecer estrategias para encontrar lo que falta”.
Además de analizar la misma materia que el resto de las y los peritos, el equipo de trabajo de la doctora Creimer analizó a fondo el expediente judicial y, a modo de diagnóstico presuntivo, comparó todo lo ocurrido con posibilidades reales de cómo pudo haber desaparecido Facundo, quién pudo haber intervenido y de si efectivamente se utilizaron o no sustancias para deteriorar un cadáver que, cien días después de desaparecido, fue encontrado en un estado al que difícilmente podría haber llegado solo.
En ese sentido, fuentes de la causa aseguran que de las pericias a las ropas de Facundo (halladas en la mochila y no en su cuerpo), a su licencia de conducir y otras pertenencias encontradas el sábado 12 de septiembre en el cangrejal de General Cerri podrían surgir datos que corroboren la existencia de químicos comúnmente utilizados para el deterioro de materiales.
Pese a las probables incertezas o indefiniciones, lo que el informe debería sí decir es que la causal de muerte de Facundo fue por asfixia, ya que el cadáver se detectó el efecto del "diente rosado" (o pink teeth). Se trata de una coloración levemente rojiza que adopta la dentadura de personas que murieron de forma rápida, ya sea por ahorcamiento, sumersión violenta en un líquido o por el conocido “submarino seco”.
Cuando esa violencia es ejercida en la zona cérvico-facial el cuello recibe mucha presión y la sangre ingresa con mucha fuerza en los canalículos de los dientes. Al producirse la muerte, el torrente sanguíneo se detiene y ese caudal se queda allí, tiñendo los dientes. De ahí el nombre que le ha dado la ciencia forense a nivel mundial.
Como se recordará, el dato de la muerte por asfixia lo anticipó la misma Cristina Castro al día siguiente de realizada la autopsia, a partir de información que le transmitieron en la misma sede del EAAF, en la ex ESMA.
Antecedentes a tener en cuenta
Las diversas fuentes del caso consultadas por este medio aseguran que no hay lesiones, traumatismos ni evidencias en el cuerpo que permitan arrojar la hipótesis de un accidente fatal. Lo que no significa que un informe final, realizado sin respetar el protocolo de Minnesota, deje abierta esa interpretación. No sería la primera vez. Menos con la Bonaerense de por medio.
En ese marco hay que recordar que uno de los peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es el médico Roberto Cohen, quien ya tuvo participaciones “destacables” en otros casos de desapariciones forzadas a manos de fuerzas del Estado. La misma Creimer lo “sufrió” en el caso de Luciano Arruga.
La doctora recuerda que en la causa de Luciano, “frente al descubrimiento que hicimos de fracturas no advertidas anteriormente por el CMF, el doctor Cohen dijo que, por su condición de perito oficial, no podía volcar en un informe lo objetivado y que en cambio yo sí porque era perito de parte. Pero yo no era perito de parte, era perito de la Procuración General de la Nación”.
Cohen también cumplió un rol clave en la autopsia de Santiago Maldonado, encabezando el procedimiento que terminó en un informe (firmado por la totalidad de los peritos intervinientes) que convalidó (por sus indefiniciones) las “conclusiones preliminares” divulgadas por el juez federal Gustavo Lleral según las cuáles el cuerpo de Maldonado no presentaba lesiones que pudieran relacionarse con golpes o heridas de algún tipo de arma. Conclusiones que, lanzadas intempestivamente, ayudó enormemente a la campaña sucia de Patricia Bullrich y los suyos, quienes hasta el día de hoy repiten como loros que Santiago “se ahogó” sin más.
Creimer reitera que “es gravísimo que el Estado argentino no tenga la práctica de analizar en contexto los datos de las autopsias. Yo pongo un ejemplo que es muy gráfico: imaginemos un ateneo médico, que presenta el caso de une paciente para evaluar cuáles son los síntomas y llegar a un diagnóstico, pero lo hace sin haber leído la historia clínica ni haber realizado los análisis complementarios de ese paciente. Los resultados parciales de ese ateneo pueden abrir paso a todo tipo de interpretaciones. Y eso no debería pasar, sobre todo en casos como el de Facundo”.