La crisis forma parte de nuestra normalidad y está muy presente en la memoria emotiva de los argentinos. La historia nacional puede narrarse a través de sus crisis. Como cuenta Julián Zícari en Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri (Peña Lillo-Continente, 2020), en los últimos 160 años presenciamos dieciséis crisis, a razón de una cada diez años. La distancia entre una y otra se redujo en los últimos 45 años (desde 1975 en adelante), periodo en el que estalló una cada seis años y medio. La vida es eso que pasa entre una crisis y la siguiente.
Pero no todas son iguales: hay crisis económicas que no necesariamente generan crisis políticas (como la del Tequila de 1995); hay crisis catastróficas que tienen impacto político, pero no una intervención popular determinante (como la hiperinflación de finales de la presidencia de Raúl Alfonsín en 1988-89) y hay crisis que se convierten en totales u orgánicas (económica, social y política) como en 2001. La hecatombe de principios de siglo, que terminó de estallar en aquel diciembre caliente, marcó un antes y un después en la historia reciente.
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