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5 de octubre de 2020 Twitter Faceboock

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Palacios y villas miseria: una triste vieja historia en Argentina
Gabi Phyro
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https://www.youtube.com/watch?v=wQ1-NlUlj3k&ab_channel=LaIzquierdaDiario

Estamos atravesando una enorme crisis habitacional en el país. Millones no tienen un techo donde dormir, mientras algunos viven en cuntries y mansiones. Pero a no confundirse. Esto no tiene que ver con el Codiv o con la actual crisis. Es un problema estructural que marcó gran parte de la historia de nuestro país, y que gobierno tras gobierno no se le dio una solución.

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Para ejemplificar esto que estoy diciendo quiero ir a principios del siglo XX. Un momento del que hemos hablado: el auge del modelo agro exportador. Un momento en donde Argentina era considerada el “granero del mundo”, y cuando mejor la pasaron los exportadores, los ganaderos y los dueños de la tierra. Bueno, ese momento también expresó las enormes desigualdades que genera el capitalismo, incluso cuando “crece”.

Es la época de los grandes palacetes porteños, pero también de los conventillos y de las primeras villa miseria. Veamos cómo y quienes vivían en cada uno.

Empecemos por el Palacio “Fernández Anchorena”, una familia de la que hemos hablado acá.

Fue encargado por el matrimonio del Dr. Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena al arquitecto francés Edouard Le Monnier en 1907. La residencia fue construida en una combinación de estilo Art Nouveau y Luis XV, y se desarrolla en tres niveles. Una de sus hijas era Florinda Fernández Anchorena, que estaba casada con un aristócrata francés, George de Castellane, que era a su vez nieto del magnate estadounidense, Jay Gould, uno de los principales empresarios del ferrocarril en la época dorada de la expansión en el gigante del norte. Menciono este dato, porque es terrible saber que la vida de estos aristócratas pasaba mayormente fuera de la argentina, con lo cual ese enorme palacio estaba deshabitado. Más tarde, el palacete fue adquirido por Adelia Harilaos de Olmos, una de las mujeres más ricas de su época y una fervorosa católica, que a su muerte dono el palacio a la nunciatura católica: una propiedad más para la iglesia. Por eso fue la residencia del papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en los años 1982 y 1987.

Es interesante también señalar que el año de construcción de este edificio, 1907, es el de la enorme huelga de inquilinos de la Ciudad, que movilizó a unos 250 conventillos de la ciudad contra el aumento de los precios de los alquileres. Y no es casualidad, el aumento de la actividad agrícola, suponía también el aumento del precio de la tierra, y con este, el de la especulación inmobiliaria urbana, que hacia que en Buenos Aires el alquiler fuera dos o tres veces mas caro que en Londres o Paris. El Censo Municipal de 1904 registraba 559 casas de inquilinato sin baños y un promedio de un cuarto de baño, en el resto, para sesenta personas. Una familia entera vivía en una sola pieza, por la que pagaba la mitad de un salario obrero promedio.

Volviendo a los palacios. Cerca del palacio Fernández Anchorena, está el palacio Duhau de los hermanos Luis y Alberto Duhau construido a principios de la década de 1930. Luis era el presidente de la Sociedad Rural en ese momento y diputado del Partido Demócrata Nacional, representante de la oligarquía. Unos años más tarde, durante la presidencia de Justo, fue designado ministro de Agricultura. Durante su gestión ocurrio el famoso Pacto Roca Runciman. El mismo Duhau fue acusado luego de corrupción y de recibir coimas de las empresas inglesas, junto con otro conocido de la casa, Federico Pinedo, por parte del diputado Lisandro de La Torre, que organizó una comisión en el senado para investigar el acuerdo. Duhau no solo se negó a prestar declaración sino que todo indica que estuvo detrás del atentado contra Enzo Bordabehere, colaborador de De La Torre, en el propio recinto del senado, que terminó con su vida. Despues del escandalo Duhau presentó su renuncia al ministerio, pero no contento con todo lo que habia pasado retó a duelo De la Torre, pero este rechazó el lance, negándole el carácter de "caballero”.

Lo curioso es que mientras tanto, con el vueltito del Pacto Roca Runciman Luis siguió construyendo el palacio. En la actualidad la propiedad fue comprada por un grupo inversor y es un hotel cinco estrellas llamado Palacio Duhau. Para que se den una idea cuenta con 165 habitaciones dentro del hotel hay 3 restaurantes y un bar. Estuve averiguando: el plato más barato esta 2500 pesos, a precios pre cuarentena.
El Palacio Hirsch que está en la esquina de Conde y Juramento tiene un financiamiento similar. Su dueño, Alfredo Hirsch, nacido en Alemania, llegó a ser presidente y copropietario del grupo Bunge y Born, además de un refinado coleccionista de arte. En las épocas los Hirsch la casa estuvo habitada por la familia de cuatro personas y otras 12 personas entre mayordomos, mucamas, cocineros y personal de mantenimiento. La casa tiene cinco plantas y un ascensor, que fue el segundo que existió en el país-.

Pero, veamos el otro lado de la película. En la misma época una crónica en un periódico de izquierda, decía esto sobre la vivienda popular: “En la chacra, el mas primitivo y antihumano rancho de barro es la vivienda predominante. En plena Capital Federal, como lo ha recordado el gobierno en su reciente decreto sobre vivienda popular, el 80% de las familias obreras viven en una solo pieza y la situación no es mejor en las ciudades del interior. En el Dock Sud, una población obrera, vive en conventillos de madera y zinc edificados sobre infectos pantanos: puentecitos de madera deben cruzar esa superficie pantanosa, de aguas podridas, de la puerta de la calle a la calzada. (…) Falta agua en Avellaneda, en Lomas de Zamora y Almirante Brown, debido al mal servicio que presta la empresa particular concesionaria. El Censo Escolar señaló la existencia en la Capital Federal de una pieza en la que vivían 17 personas, entre ellas, 3 matrimonios”. Y terminaba diciendo: “Hay mucho suelo sobre el cual edificar, pero ese suelo ha sido monopolizado por un puñado de familias oligárquicas y algunas grandes empresas”.

Roberto Arlt publicó en 1932 un artículo que se llamaba “Desocupados de Puerto Nuevo”, que habla de una de las primeras Villa Miseria de la Capital, “Villa Desocupacion”, ferozmente calumniada y estigmatizada por toda la prensa de la época. Luego, el poeta Gonzalez Tuñon, tambien le dedicó un escrito a este asentamiento: “La Ciudad que los Dioses Olvidaron: Villa Desocupación”.

Les leo lo que decía porque creo que es una gran conclusión: “La llamada prensa nacionalista ha pretendido dar un sentido inflamante a la palabra desocupado. Desocupado es, para esa prensa y para la hipócrita, cuáquera y mezquina mentalidad de cocktail de beneficencia de nuestros ricos, sinónimo de vagabundo, ladrón, asaltante, terrorista, limosnero, etc. A ninguno de esos ricos se les ha ocurrido pensar que los desocupados carecen de trabajo, no sólo por la crisis intensa que reina en el mundo sino, también, porque los ricos no se conforman con ganar menos, pagar más, emplear más brazos en sus industrias.

 
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