Foto: Reuters.
¡Buen día!
Hace mucho tiempo atrás, un funcionario económico de alto rango durante el Gobierno de Raúl Alfonsín contó una anécdota. En cierta ocasión estaba en su despacho respondiendo preguntas a un periodista. Una de las preguntas fue sobre cómo se hacía para dirigir un país con tantas complicaciones. El funcionario se levantó de su asiento y le pidió al periodista que lo acompañe unos metros y dijo: “mire, acá están mis secretarias; acá más o menos responden a lo que yo les pido”. Luego pidió al periodista que lo acompañe hasta el pasillo: “mire, cuando yo salgo acá, más o menos me saludan, pero cuando camino unos pasos más allá, ya nadie me da bolilla, ni responde a mis directivas”. Recordé la anécdota porque grafica bien la idea de que el poder económico, el de verdad, está en otro lado.
Compensar a las víctimas del ajuste
Un nuevo desembarco de una misión del FMI ocurrió este martes. Julie Kosack, la vicejefa para el Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, el jefe de la misión, ya recorren los pasillos ministeriales. La anécdota del funcionario del Gobierno de Raúl Alfonsín viene a cuento en tanto que el personal técnico del Fondo, como así también sus contrapartes argentinas, revisarán números, harán proyecciones, borronearán un programa, pero no hay que olvidarse que, en cuestiones de préstamos y acuerdos, dios atiende en Washington. No solo porque allí está la sede del Fondo, sino porque el Gobierno de los Estados Unidos tiene el voto decisivo.
Ni siquiera es determinante Kristalina Georgieva, que es vista con simpatía en el Frente de Todos: alguno cometió el desatino de llamarla “compañera”. La directora gerente declaró que “no venimos a Argentina con la idea de pedir más ajuste del gasto”. “Su lengua, no, no es sincera, pero te gusta oírla”, cantaban Los Redondos. Tal vez no sea necesario “más ajuste”: el Presupuesto 2021, que defiende el equipo económico en el Congreso, establece un recorte de casi el 10 % del gasto primario en términos reales. Desde 2015, el recorte del salario real de los empleados de la administración pública nacional alcanza al 50 % en muchos segmentos. Ese ajuste se procesó mayormente desde la vuelta del FMI al país en 2018.
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