La desorientación del Gobierno es evidente y es probable que esté atravesando una de las peores coyunturas desde que asumió. Subirse al caballo o al pony (todo es una cuestión de perspectiva) es un deporte nacional. Allá lejos y hace tiempo quedaron los días en los que no pocos creían que Alberto Fernández tenía la vaca atada y con un movimiento de verónica se los metía a todos en el bolsillo mientras fumaba abajo del agua. Aquellas horas en las que un referente que conoce de cerca al presidente (y lo acompañó cuando tomó la decisión de la cuarentena estricta) llegó a asegurar que Alberto había demostrado que “es un jugador de toda la cancha: juega arriba, abajo y en el medio”.
Los resultados en la gestión de la pandemia están cuestionados, la Corte Suprema impuso un 5 a 0 en el tema del traslado de los tres jueces ilustremente desconocidos, los grandes tenedores de dólares van ganando la pulseada y la votación junto al imperio y la derecha continental en la cuestión Venezuela fue ampliamente criticada. Eran todos temas que podían salir mal y, como si estuvieran legislados por Murphy, están saliendo mal. Pero, además, en eso llegó el Fondo Monetario Internacional con un discurso público y la misma trayectoria de siempre. Se acabó la diversión.
Con opiniones varias como las del consultor político Ricardo Rouvier, el periodista Enric González (cabeza de la corresponsalía del diario El País en Argentina), referentes del albertismo, el kirchnerismo y de todos los demás también, salió una nueva entrega de #DelOtroLado.
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