La realidad que viven las familias en Guernica luchando por una vivienda no es ajena a los trabajadores de la niñez y adolescencia. No es una discusión en niveles solamente teóricos. Es una urgencia concreta de ponernos al servicio de las necesidades que allí hay, ponerle el cuerpo y nuestros conocimientos al servicio de esta situación, donde la vulnerabilidad de derechos que sufren los niños, niñas y adolescentes nos convoca desde distintos niveles de intervención.
Distinta es la “urgencia” que plantea el Gobierno nacional y la oposición, que no es más que criminalizar a las familias y amenazar con un pronto desalojo sin miramientos reales al bienestar de los niños y niñas que allí viven.
Ante esta situación, el sábado pasado, como en otras jornadas en Guernica, trabajadores de la niñez y adolescencia recorrimos el barrio conversando con las familias que allí resisten peleando por el derecho a una casa para sus hijos e hijas, dispuestos a resistir porque al decir de ellos y ellas: “Esto es todo lo que tenemos, no queremos irnos de acá, vamos a resistir porque queremos que nuestros hijos tengan un futuro, un pedacito de tierra para crecer”.
Así mismo acompañamos como trabajadores de la niñez y adolescencia la pelea de las 11 familias que se encuentran en el “Hotelito" en la villa 31 con 36 niños y niñas enfrentándose a una orden de desalojo y por eso se sumaron acercado su solidaridad a la toma y apoyando a las familias de Guernica porque saben que luchan por los mismos derechos.
Jugar no es un delito
Desde los trabajadores de la niñez, se instaló una juegoteca donde se compartió con las familias una jornada recreativa, con miramientos a pensar el juego como parte esencial de la constitución de la salud integral de las niñas y niños que viven en los barrios de Guernica. La recreación, el juego de conjunto, la solidaridad de los trabajadores y las familias hicieron de la instancia recreativa un espacio de contención ante las problemáticas que surgen como así una salida a la criminalización que sufren las familias y la estigmatización.
Nos contaban las familias con las que conversamos, que por las noches de madrugada sobrevuelan los helicópteros de la policía a pocos metros de las casas alumbrando con reflectores, con policías montados en los estribos, despertando y asustando a los chicos que duermen.
Guernica es una realidad, como la de muchas en la Provincia de Buenos Aires, ante la crisis habitacional que las familias trabajadoras padecen; pero es una realidad que no es ajena a la que todos los días como trabajadores de la niñez abordamos desde nuestros trabajos, una realidad que precisa todo el conocimiento y la experiencia acumulada, en coordinación con otras áreas, debe estar al servicio de las familias.
Cuando decimos que si Guernica triunfa, ganamos todos, no es una consiga vacía de contenido, es una realidad que nos empuja a la solidaridad de clase, a aportar desde donde estamos, podemos a pelear por un futuro donde la crisis no sea cargada sobre las espaldas del pueblo trabajador.
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