Se cumple un año de un momento clave de la ofensiva reaccionaria del Régimen del 78 contra el movimiento democrático del pueblo catalán para autodeterminarse. El Tribunal Supremo condenó a los principales dirigentes catalanes a 100 años de prisión por haber convocado a la manifestación pacífica del 20S y el referéndum del 1O.
Los magistrados, con Marchena al frente, hicieron malabares para acomodar aquellos actos de protesta contra la represión policial y judicial en unos "actos delictivos" de sedición y rebelión. Para hacer esto, tuvieron la gran ayuda de los "atestados" de la Guardia Civil (dicen que el papel lo aguanta todo) y un Código Penal que permite juzgar a dirigentes de un movimiento popular que quiere organizar el país de una forma diferente .
La Guardia Civil dictaminó con sus atestados la verdad de lo que ocurrió. Al menos eso es lo que sentenciaron los jueces que investigaron el 20S y el 1O y los que después dictaron sentencia. Todo lo que salga de los papeles de benemérita es verdad. Y más si está firmado por un tal "tácito". Tenemos la "violencia" de mucha gente que grita, de una botella de agua, del fairy o de flores que vuelan por los aires.
El delito de sedición y rebelión es una forma de limitar la acción del pueblo cuando no está contento con sus representantes y quiere cambiar la situación. Así, el pueblo tiene que aguantar el castigo policial y judicial, y la situación económica y social "con una sonrisa". Pero si quiere tomar decisiones sin esperar la "justicia" de los poderes del Régimen del 78, esto se debe castigar. Y eso es lo que hizo el bloque del 155 contra el 1O enviando policías y guardias civiles.
Y además de reprimir, por detrás salió el Rey avalando la represión (quien calla, otorga). También los grandes empresarios catalanes huyendo del Principado a otras ciudades de España. Y, por último el Tribunal Supremo con una condena impresionante y el Tribunal Constitucional evitando que haya un presidente del antiguo gobierno de Carles Puigdemont. Todo el Régimen actuó conjuntamente contra el pueblo catalán.
Por ello, la reacción del juventud el 14O y de la Plaza Urquinaona del año pasado. Amplios sectores de vanguardia salieron a las calles y plazas de Barcelona y diferentes ciudades catalanas para protestar contra la sentencia y la ofensiva policial y judicial contra el pueblo catalán. La juventud tomó las calles sucesivas noches cortando pasos y quemando contenedores en señal de protesta.
Pero en estas noches no salieron los dirigentes de Juntos por Cataluña, ni tampoco los de Esquerra Republicana de Cataluña. No sólo eso, el Gobierno envió los Mossos para reprimir a los jóvenes y defender la sede de la Policía Nacional de Via Laietana. Sólo se acercó el Diputado Gabriel rufián pero fue recibido con gritos de botifler.
ERC y JxCat se limitaron a obedecer la justicia y los dirigentes catalanes se convirtieron en presos políticos catalanes. Pero ninguna estrategia de salir a las calles, de luchar, "de ensanchar la base" haciendo frente a la sentencia. Torra y Aragonés escondieron la cabeza como el avestruz y continuaron haciendo el autonomismo de toda la vida: el pájaro en mano de Jordi Pujol pero con eslóganes independentistas.
El pueblo catalán si quiere persistir en su deseo de autodeterminación debe romper con estos "abogados" de las grandes empresas y la burguesía. Y debe retomar la lucha en las calles buscando la unidad de lucha del 1O y de la huelga general del 3O. La izquierda independentista debe jugar un rol clave en este camino. La CUP no puede volver a la "mano extendida" a los dirigentes que obedecen y no luchan como los de ERC y JxCat (y además envían a los Mossos a reprimir y se presentan en los juzgados contra activistas del movimiento independentista). |