Las primeras declaraciones públicas de Luis Arce a poco de saberse los resultados de boca de urna que lo dan ganador en primera vuelta apuntaron a la unidad nacional, a un gobierno “para todos los bolivianos”. Este martes Arce procuró marcar distancia del ex presidente Morales en varias entrevistas en las que relativizó su rol y remarcó que él será quien dirija.
Mientras se espera el resultado oficial, aunque todos sus competidores ya reconocieron su triunfo, Luis Arce habló de la necesidad de dar paso a profesionales, jóvenes con "compromiso" y sectores sociales que no fueron tomados en cuenta. En un intento claro de desprenderse de lo que puede ser visto como un “lastre” en su partido, habló de un MAS 2.0. Es que Arce es un profesional de la clase media blanco mestiza, con menos relación con los líderes históricos del campesinado indígena del país.
En esta “renovación”, David Choquehuanca, el que será el vicepresidente, actuará como puente entre el próximo Gobierno y los sectores del movimiento campesino e indígena, principalmente aymara. No hay que olvidar que por su afiliación religiosa -es pastor bautista-, siempre fue propenso a una orientación más dialoguista con la oposición y con las clases dominantes; esto lo convierte en la figura de este partido más digerible para la derecha.
Una buena porción de sus votos provinieron de las clases medias que el año pasado salieron a la calle junto con la derecha y alimentaron las fuerzas golpistas. Ante el desastre de la gestión de la pandemia y los escándalos de corrupción del Gobierno de Áñez muchos de estos sectores reconsideraron su posición y apoyaron a Arce. Su distancia de los liderazgos políticos más tradicionales del MAS facilitaron este cambio.
La promesa del nuevo presidente plantea “reconducir el proceso de cambio” lo que puede ser interpretado de varias maneras. Una de ellas, en vista de su distanciamiento con Morales, es una negociación más concesiva con los poderes fácticos que justamente estuvieron detrás del golpe, que le genere un arco de apoyo más amplio para los ajustes que seguramente deberá implementar.
“Vamos a tender todos los puentes que sean necesarios para que ellos puedan ver que existe la posibilidad de gobernarnos todos” dijo tajantemente a la agencia EFE. Esos puentes seguramente se inclinen más hacia los sectores más concentrados de la burguesía boliviana y menos hacia los trabajadores y campesinos pobres, que fueron los que resistieron activamente el golpe en las calles, a pesar de la huida de su líder histórico y las negociaciones del resto del MAS.
Arce fue el ministro de Economía de Evo durante todo su mandato. Economista de 57 años, es más un tecnócrata que un político de carrera. Durante su gestión se caracterizó por mantener la estabilidad macroeconómica del país bajo el modelo y los criterios establecidos por todo el ciclo neoliberal y avanzando en reformas que priorizaron la inversión estatal; llegando con esto el Estado a alcanzar un protagonismo en la economía de más de un 30%.
Pese a la retórica del “modelo económico social comunitario y productivo” se puede hablar de un neoliberalismo light o de un neodesarrollismo que fue cada vez más priorizando los grandes negocios de los agroindustriales y de la banca al tiempo de haber preservado las leyes que permitieron la precarización y flexibilización laboral. Las favorables condiciones económicas en las que gobernó el MAS ya no son las mismas para su nuevo Gobierno.
La economía actual del país enfrenta una profunda crisis, con una contracción prevista del 11,11% del PIB para este año. Pero además, el MAS tendrá que lidiar con una derecha que está fortalecida y que le marcará fuertemente la cancha no solo en el parlamento sino también en la calle. Y tendrá que lidiar con unas Fuerzas Armadas que cada vez más actúan como un actor político independiente y que aunque salieron muy golpeados con las pasadas elecciones mantienen intacto todo su poder represivo.
En este escenario no es solo la derecha golpista la que está cruzada de múltiples fracciones sino que también el MAS está atravesado por innumerables disputas internas desde ideológicas, políticas y ajustes de cuentas por los “roles” jugados durante el golpe entre otras. Una muestra de ello fue el pronunciamiento de hoy por parte de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolinas Sisa” que señalaron que “el MAS no es de Evo Morales sino que el MAS es de los movimiento sociales”. Las brechas que se profundizaron entre las cúpulas y las burocracias masistas marcan las tensiones internas para este nuevo capítulo en un marco de una crisis económica que se va agravando. |