Mujeres de la juventud precarizada de Rosario convocan a una asamblea para organizarse en común con otros trabajadores, por derechos laborales y por el derecho a la vivienda. Será este sábado a las 16 hs. Ellas nos cuentan por qué se organizan.
La situación de la juventud trabajadora en Rosario es cada día más crítica. La ciudad volvió a ser la capital de la desocupación con un 18%, y la juventud engrosa las filas del trabajo precarizado. Con el aval del gobierno de Perotti, Javkin y el Ministerio de Trabajo, los empresarios iniciaron un plan de guerra contra las y los trabajadores, y en especial contra la juventud. Quienes más se ven afectadas son las mujeres: si bien la desocupación afecta a la población de conjunto, entre las mujeres de entre 14 y 29 años aumentó 4,6 puntos porcentuales.
Pero no todo es una pálida en este mundo gris que ofrecen los poderosos. Son estas mismas mujeres las que desde principio de año tomaron las calles para hacerse escuchar: “queremos trabajo con derechos”, exigen. Luego de 7 meses de pandemia y crisis sumaron más precariedad a la vida y ahora también muchas de ellas son las que están al frente de la pelea por la tierra para un techo, como pasa en Guernica, hoy dicen queremos tierra para vivir.
La marea verde demostró una fuerza capaz de tomar las calles e imponer en agenda nuestro reclamo. Ahora frente a la crisis que se agudiza, las respuestas a los ataques comienzan a surgir. El ejemplo de las mujeres de Guernica, organizadas en comisión de mujeres, en asambleas, con delegadas, es una experiencia para todas las luchas que se vienen. Las mujeres que día a día resisten los embates de los empresarios y gobiernos están llamadas a pensar y poner en pié su propia autoorganización, democráticamente, donde estén planteadas las peleas de conjuntos y sus propias demandas. En cada lucha que surja, debe surgir una comisión de mujeres que sea un lugar de organización, de coordinación con otros sectores, con otras luchas, un espacio que desarrolle la confianza en sus propias fuerzas.
Protagonistas
Estas peleas son las que están dando las jóvenes que cadetean, como Cuyen referente de La Red de precarizadxs e informales que nos cuenta que “en el marco de la pandemia Rappi y PedidosYa se llenaron de plata mientras los y las trabajadoras no tenemos un solo derecho, exponiéndonos incluso todos los días a accidentes sin contar con ART. Exigimos “trabajo con derechos” para todos porque en el marco de la crisis nuestras condiciones de trabajo se vuelven cada vez peores y el Ministerio de Trabajo y el gobierno nacional no dicen nada mientras permiten que estas empresas sigan haciendo negocio sin pagar un solo impuesto. Seguimos exigiendo un salario de emergencia, al igual que acompañamos la lucha de IFE mensual de 30 mil para todos los trabajadores que no tienen ingresos en base al impuesto a las grandes fortunas y empresarios”.
También están las mujeres que toman tierra para poder vivir, como en Guernica, madres que levantan sus casas para darles un techo a sus hijos, en una ciudad donde hay 80 mil viviendas vacías y 50 mil familias sin casa, en la ciudad de las torres de lujo que miran a la costanera. Son las mujeres de la toma de la enorme zona oeste de Magaldi y Benteveo, o del barrio Tío Rolo.
Las docentes reemplazantes, las que no cobran si no trabajan, y si hay un sueldo no alcanza, porque lo mide el salario mínimo, ese mismo que hace días el gobierno nacional pactó junto con la CGT que sea un salario igual a la línea de indigencia, 21 mil pesos. Le dicen el salario ancla, porque tira para abajo el costo de vida del conjunto de las y los trabajadoras.
Estas docentes son mujeres como Gisella, de 26 años, que también se organiza y acá nos dice porqué: “Soy docente reemplazante, madre y una trabajadora precarizada más. Si bien les reemplazantes nunca tuvimos una estabilidad laboral, con la pandemia la incertidumbre y la falta de trabajo se agudizó aún más. Me vi en la urgencia de buscar un ingreso para poder mantener a mi familia, compuesta por mi hijo de 8 años y yo. Ahora trabajo entre 9 y 10 horas al día, por un sueldo que a duras penas cubre las necesidades. Hacemos de todo para que la plata llegue a fin de mes. Mi situación es la misma que cualquier trabajadora o trabajador, y todavía no me encuentro en la desesperante situación de no tener donde vivir, como si les pasa a las familias que hoy en día están tomando por mano propia, un derecho que el estado debería garantizarles, como es el de tener una vivienda digna. Por eso, y por sentir las necesidades ajenas como propias, me parece importantísimo unirnos como trabajadores y trabajadoras, hacer de nuestra bronca la resistencia, hacer de la indignación una herramienta que nos dé fuerza para, a través de una organización unir todos nuestros reclamos y dar una lucha para no ser más invisibles.”
Para una familia tipo serían necesarios al menos $72.000 si tomamos los cálculos de la Junta Interna-Ate Indec, para poder llegar a la canasta básica familiar. Caro, de zona oeste, con 29 años, tiene una nena de 8. Trabaja en un callcenter y como tantas otras pibas y madres nos cuenta que su sueldo no llega a este monto, que encima ella paga los servicios siendo que trabaja en su casa y que la empresa debería cubrir esos gastos, mientras el gobierno de Alberto se apresta a un nuevo tarifazo para finales de año. Caro nos dice que: “Me organicé con mis compañeras para que nos den la licencia para estar en casa con nuestros hijos que ya no fueron a la escuela por la pandemia, para poder tener un suelo que alcance, porque el que cobramos la mitad se va en alquiler y lo otro en luz, internet para poder trabajar. yo hace 8 años que estoy en el call, dejando mis energías, siendo un trabajo insalubre, tengo problemas en la visión, me cuesta escuchar. Ellos nunca dejaron de vender y nosotras somos las que seguimos perdiendo. Creo que es necesario organizarse en conjunto, por nuestros derechos y tener una vida digna que no sea sólo trabajar para poder pagar un alquiler”.
Convocan a la asamblea para organizarse por derechos que les faltan, contra los atropellos patronales y por vivienda, porque nadie les ha regalado nada, sino al contrario todos los días un poquito más le quitan, mientras los que se la llevan en pala son el FMI y los grandes empresarios. Porque los sindicatos y las burocracias no hacen nada para enfrentar esta situación, porque necesidades sobran. Este espacio asambleario será para ampliar la voz de las mujeres precarizadas, para llegar a muchas más, para coordinar con todos los conflictos, para llevar las experiencias de comisiones de mujeres a los lugares de trabajo y ayudar a organizar a las mujeres y fortalecer las luchas.
Por qué es hora de poner en pie, en común con otros trabajadores, una fuerza social capaz de enfrentar la crisis en curso.