Una de las facetas más brillantes, aunque menos conocidas, de León Trotsky fue la de su rol como fundador y director de periódicos. Sus proyectos eran muy exitosos. Según su biógrafo Isaac Deutscher en El Profeta Armado: “Eso no sorprende a nadie que revise las colecciones de los periódicos y los compare: los periódicos de Trotsky tenían mucho más empuje y mordacidad”.
Un escrito sorprendente sobre esta cuestión es “El periódico y su lector”, en donde Trotsky argumentaba: “Un periódico debe ante todo informar correctamente. Solo puede enseñar a través de noticias bien confeccionadas, interesantes y debidamente organizadas. Los hechos deben ser explicados de forma clara, precisa y contundente: hay que precisar dónde, qué y cómo”.
Y luego de amargos reproches al mal desempeño de la prensa soviética, insiste: “El redactor, particularmente el periodista, no debe partir de su punto de vista sino del enfoque del lector. He aquí una distinción muy importante que se refleja en la estructura de cada artículo en particular y en la estructura del periódico en su conjunto. En el primer caso el redactor (torpe y poco consciente de la importancia de su trabajo) presenta simplemente al lector su propia persona, sus propios puntos de vista, sus pensamientos y, muy a menudo, sus frases. En el otro, el redactor que encara su tarea con justeza, conduce al lector por sí sólo a las conclusiones necesarias, utilizando para ello la experiencia cotidiana de las masas”.
Nuestra Causa
El primer periódico fundado por Trotsky se llamó Nashe Delo (Nuestra Causa). Era un folleto clandestino que circulaba por las fábricas de la ciudad de Nikolaiev, Ucrania, en donde funcionaba su organización, la Unión de Obreros del Sur de Rusia fundada en 1897.
Nashe Delo “recibió una respuesta alentadora”, comenta Deutscher. Según este, el grupo revolucionario era demasiado pobre para imprimir un periódico clandestino, pero cuando llegó un compañero con un hectógrafo Trotsky se entregó completamente a la tarea: “Él mismo escribía la lámina y los folletos, él mismo los caligrafió con tinta violeta (para que los trabajadores no tuvieran que esforzarse tanto con la vista), él mismo ilustró el texto con caricaturas, él mismo produjo, en la miserable vivienda de un camarada ciego, las plantillas y los varios cientos de copias de cada número, y él mismo se ocupaba de la distribución”.
“Este es el comienzo de mis trabajos como escritor”, comenta Trotsky en Mi Vida. “En esta época nadie había escuchado hablar de las máquinas de escribir. Yo diseñaba las letras con el mayor cuidado. Para mí era una cuestión de honor que incluso un obrero casi analfabeto pudiese descifrar sin obstáculos la proclama publicada por nuestro hectógrafo. Cada página demandaba al menos dos horas de trabajo. A veces pasaba allí semanas enteras, con la espalda doblada, y solo me levantaba de la mesa para ir a las reuniones. Pero qué satisfacción se sentía cuando llegaban los informes de fábricas y empresas contando cómo las misteriosas páginas con letras color violeta habían sido ávidamente leídas, transmitidas y ardientemente discutidas por los obreros”.
La Chispa
Tras ser capturado y deportado a Siberia por su actividad revolucionaria, Trotsky viaja a Londres en 1902, en donde se une al grupo de exiliados rusos dirigido por Lenin. Ahí fue reclutado por este para integrar la redacción de Iskra (La Chispa), periódico encabezado por Martov y Vera Zasulich, además del propio Lenin. Trotsky comienza a firmar sus artículos con el seudónimo Pero (La Pluma), “que me asignó Kler como tributo a mis éxitos como periodista en Siberia”. Según Deutscher, “Lenin se estaba quejando, en cartas a amigos, de las deficiencias del personal editorial de Iskra, y debió haber reflexionado sobre si La Pluma no estaría mejor empleado en Iskra”.
Efectivamente, en Trotsky, revolucionario sin fronteras, Jean-Jacques Marie comenta el intento de Lenin de convencer al viejo Plejanov de reclutar a La Pluma, un “hombre de cualidades sin par, convencido, enérgico y que aún tiene mucho camino por delante (…) Su pluma conserva huellas del estilo de los folletines, se complace en un fulgor exagerado [pero] ahora acepta en silencio que se lo corrija (no de muy buena gana)”.
Para Trotsky, los artículos de Iskra eran “escritos brillantes, en donde la profundidad científica se unía a la pasión revolucionaria. Me apasioné con Iskra, me avergoncé de mi ignorancia y empleé todas mis fuerzas en remediar esto lo más rápido posible. Rápidamente colaboré con el periódico. Al principio con breves notas, luego con artículos políticos e incluso editoriales”.
Noticias, la Gaceta Rusa e Inicio
Más adelante, durante el proceso revolucionario ruso de 1905 y con el movimiento socialista dividido entre los bolcheviques de Lenin y los mencheviques de Martov, Trotsky dirigió y co-dirigió tres periódicos: Izvestia (Noticias), el periódico del Soviet de Petrogrado en donde escribía los editoriales, Russkaya Gazeta (La Gaceta Rusa), de origen liberal pero convertido en un órgano de lucha de masas, y Natchalo (Inicio), reconocido como portavoz del menchevismo.
Según Deutscher, “de las asambleas, Trotsky corría a sus oficinas en los talleres de redacción (…) El Izvestia (Noticias) del Soviet aparecía en intervalos irregulares y era producido con ingenua valentía. Cada copia fue colocada en la imprenta de otro periódico de extrema derecha, que un escuadrón soviético allanó y requisó para la ocasión”. Este periódico dejaría de existir tras la derrota de la revolución de 1905, pero resurgiría con la de 1917 y se convertiría en el periódico oficial del futuro Gobierno soviético.
Además, en ese momento, “Trotsky consiguió con la ayuda de Parvus, que vivía en San Petersburgo, obtener el control del periódico liberal Russkaya Gazeta (La Gaceta Rusa), que se transformó en un órgano popular del socialismo militante”, agrega Deutscher. Mientras que Trotsky recuerda: “Con Parvus me hice cargo de la pequeña Russkaya Gazeta y la transformé en un órgano de lucha para las masas. En pocos días la circulación pasó de treinta mil a cien mil. Dos meses después, había alcanzado la marca del medio millón. Pero nuestros recursos técnicos no pudieron seguir el ritmo del crecimiento del papel. Finalmente fuimos liberados de nuestras dificultades por la redada del Gobierno”.
“Poco después fundó con Parvus y Martov un periódico de gran circulación: Natchalo (Inicio), visto como portavoz del menchevismo”, prosigue Deutscher. “En realidad, Natchalo era sobre todo el periódico de Trotsky, pues él imponía las condiciones a los mencheviques: el periódico defendería la ‘revolución permanente’ por la que abogaban él y Parvus y no tranzaría con los demócratas constitucionales (liberales). ‘Tendremos que aceptar’, le escribió Martov a Axelrod, ‘la propaganda de una idea bastante peligrosa, sin ninguna crítica por nuestra parte’. En la lista de colaboradores del periódico figuraban los grandes nombres del socialismo europeo: Víctor Adler, August Babel, Karl Kautsky, Rosa Luxemburg, Franz Mehring y Klara Zetkin; y Trotsky pudo gozar la dulce venganza de abrir las columnas de Natchalo a Plejánov, que apenas un año antes había considerado ‘moralmente repugnante’ colaborar junto con Trotsky en Iskra”.
Los periódicos de Trotsky tenían mucho más éxito que el Nóvaya Zhizn (La Nueva Vida) bolchevique, dirigido por Lenin, Gorki, Lunacharsky y Bogdánov, al punto que Kamenev, que era editor de la prensa bolchevique, le confesó a Trotsky: “No tuve más que reconocer, bastante fastidiado, que los del Natchalo escribían mejor que nosotros”.
La Verdad
Tras la derrota de la revolución y su nueva deportación a Siberia, Trotsky escapa para refugiarse en Austria. “En octubre de 1908 comencé a publicar en Viena un periódico ruso, Pravda (La Verdad), un periódico con un llamamiento a las masas trabajadoras”, señala Trotsky. “Se introdujo de contrabando en Rusia a través de la frontera gallega austríaca o por el Mar Negro. El periódico se publicó durante tres años y medio como quincenal, pero incluso así supuso una gran cantidad de trabajo. La correspondencia secreta con Rusia llevó mucho tiempo”.
Sin embargo, en 1912, en el marco de una lucha furiosa con la tendencia bolchevique, la publicación de Trotsky recibió un brutal revés. Deutscher señala: “Su cólera alcanzó su punto más alto en abril, cuando los bolcheviques comenzaron a publicar en San Petersburgo un diario llamado Pravda. Este fue un plagio escandaloso, claramente calculado para explotar para los bolcheviques la buena voluntad del periódico de Trotsky. Tronó contra el “robo” y la “usurpación”, cometidos por “el círculo cuyos intereses están en conflicto con las necesidades vitales del partido, el círculo que vive y prospera solo a través del caos y la confusión”. Pidió al editor del periódico bolchevique que cambiara su nombre en un plazo determinado, y amenazó de manera significativa: “Esperamos en silencio una respuesta antes de emprender nuevos pasos”. Al parecer, envió un ultimátum similar directamente a las oficinas editoriales bolcheviques. No tenía la menor idea de que el hombre que instaló el periódico rival en San Petersburgo y publicó su primera copia fue el poco conocido bolchevique Joseph Djugashvili (Stalin), el hombre que en el futuro lo expropiaría de manera similar de glorias mayores que la dirección editorial de Pravda, los títulos de líder de la revolución y fundador del Ejército Rojo”.
El Pensamiento de Kiev
Ese mismo año, ante la inminencia de la Primera Guerra Mundial, Trotsky comienza a trabajar como periodista para el Kievskaia Mysl (El Pensamiento de Kiev), un periódico demócrata ruso que le ofreció un cargo de corresponsal de guerra en los Balcanes. Según Trotsky en Mi Vida: “El Kievskaia Mysl era el periódico radical más leído en el Sur y se teñía de marxismo. Un periódico así solo podía existir en Kiev, con su industria poco avanzada, en donde los antagonismos de clase no están desarrollados y existe una fuerte tradición de radicalismo intelectual”. En estos años se dedicó a estudiar la situación política y social en Serbia, Bulgaria y Rumania, aprendiendo mucho sobre la guerra. El periodismo fue la forma que encontró para mejor expresar sus ideas, colocando su material al servicio de la lucha contra la masacre imperialista.
El Nuevo Mundo y Adelante
En enero de 1917, Trotsky va a Nueva York, en los Estados Unidos. Allá colabora con la redacción del Novyi Mir (El Nuevo Mundo), que tenía como redactores a Bujarin, Kollontai y Volodarsky, y se había convertido, según Trotsky, “en el centro de la propaganda internacionalista revolucionaria”. Allí escribe una serie de artículos analizando la revolución rusa que acababa de estallar. Ante este hecho, “la prensa norteamericana quedó desorientada. De todas partes afluían a la redacción del Novyi Mir periodistas, entrevistadores, cronistas, reporteros. Durante un tiempo nuestro periódico fue el punto de reunión de la prensa neoyorquina. Las redacciones y organizaciones socialistas nos telefoneaban a cada momento”.
En marzo de ese año Trotsky vuelve a Rusia y funda Vperyod (Adelante), el periódico de la Interdistrital, una organización socialdemócrata fundada por Lunacharsky en 1913, formada por exmencheviques y exbolcheviques, y cuya principal figura en 1917 era el propio Trotsky. Sin embargo, aunque tuvo muchos colaboradores brillantes, Vperyod no tuvo éxito. Según Deutscher, “en ese momento, solo ganaron una amplia difusión aquellos periódicos que contaban con un fuerte respaldo financiero o con los servicios desinteresados de una organización ampliamente ramificada. Vperyod no tenía ninguno. Comenzó como un semanario, pero venía de las imprentas de manera irregular. En total, sólo aparecieron dieciséis números antes de que la Interdistrital se uniera al Partido Bolchevique”.
En ese momento, Lenin, que consideraba la creación de un periódico popular como una de las tareas más difíciles del partido, vio en el ingreso de Trotsky al bolchevismo la solución a ese problema, ya que exigía una gran experiencia: “Por eso el Comité Central quiere conseguir la colaboración del camarada Trotsky, que tuvo éxito en la creación de su órgano popular Rússkaya Gazeta (Gaceta Rusa)”.
En Camino
Tras la victoria de la Revolución de Octubre, Trotsky es nombrado ministro de Guerra y ordena que un tren que había sido utilizado anteriormente por uno de los ministros de comunicación del Zar se convirtiera en un tren blindado. Con él visitará rápidamente el frente de batalla durante la Guerra civil rusa, en donde el recientemente creado Ejército Rojo necesitaba liderazgo ante las fuerzas militares contrarrevolucionarias nacionales y extranjeras. Según Jean-Jacques Marie: “De agosto de 1918 a noviembre de 1920, Trotsky vivió en él la mitad del tiempo y viajó a todos los rincones de Rusia”. Por supuesto, el tren fue provisionado con una imprenta, a través de la cual Trotsky publicó un nuevo periódico: “Cotidianamente se publica V Puti (En Camino), un diario que contiene artículos políticos, informaciones y las órdenes del día y comunicados de Trotski. Entre dos órdenes del día o dos artículos para V Puti, dicta un folleto o una obra, a veces al mismo tiempo, a los secretarios y colaboradores que reúne entonces y que lo seguirán hasta la muerte”.
¿Por qué Trotsky era tan exitoso con sus periódicos?
Para Trotsky, “un periódico sirve sobre todo para unir a las personas informándoles sobre lo que ocurre y dónde ocurre”. Por este rol, Trotsky consideraba que yace una gran responsabilidad en quienes asumen el desafío de impulsar un periódico con alcance de masas, y así evitar que estas “extraigan sus conclusiones, a menudo mal interpretadas, de fuentes menos calificadas”.
Históricamente, la prensa burguesa acostumbra a tratar a las masas como a una multitud ignorante, maleducada, integrada por objetos descartables, resguardando para los sectores con mayor poder adquisitivo una información clara y de calidad. Pero cuando los trabajadores encuentran un periódico que los trata con respeto tienden a oír mejor sus ideas, porque ven ahí a alguien que realmente se interesa por ellos. A esto hay que sumar la contaminación informativa del nuevo ecosistema mediático que ha emergido en el siglo XXI con la masificación de Internet y el sobredesarrollo tecnológico de las redes sociales.
Mares enteros habrán pasado por debajo del puente de la historia que separa los periódicos de Trotsky de los que hoy publican, por ejemplo, sus continuadores, pero el rol del periodista se debe seguir concentrando en los principios básicos de la verificación y la sistematización de datos, que deben ser presentados de manera atractiva y con rigurosa exactitud, prevaleciendo la formación intelectual por sobre la técnica. Porque, tal como decía Trotsky, “un periódico debe ante todo informar correctamente”, y las masas populares merecen referenciarse en periódicos de calidad que las traten con respeto.
Es ahí cuando Trotsky, una vez más, persiste en el tiempo. El 1° de julio de 1923, a través de Pravda, periódico oficial del Partido Bolchevique, Trotsky publicó “El periódico y su lector”, el artículo en donde recrimina la superficialidad con la que los periodistas soviéticos asumían su responsabilidad: “Compañeros periodistas, el lector suplica no ser aleccionado, sermoneado, evangelizado ni agredido. Quiere que le relaten, expongan y expliquen clara e inteligentemente lo que ha ocurrido, dónde y cómo. Ellos mismos extraerán las lecciones y advertencias”.
Bibliografía
- El Profeta Armado, de Isaac Deutscher
- Mi Vida, de León Trotsky
- El periódico y su lector, de León Trotsky
- Trotsky, revolucionario sin fronteras, de Jean Jacques Marie
- Trotsky y la prensa obrera, de Cecilia Toledo
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