El gobernador de Tucumán, Juan Manzur, salió hoy a hacer declaraciones sobre lo sucedido con Abigail Riquel. Planteó que estos hechos “ojalá no ocurran más”. Una semana donde emergieron hechos aberrantes en la provincia, dos niñas asesinadas por la violencia machista, un linchamiento y sectores que se levantan pidiendo “justicia por mano propia” y el gobernador solo puede decir que espera que no se repitan.
Consultado sobre qué pasará con el Ministro de Seguridad Claudio Maley, en el marco de fuertes reclamos porque renuncie, el gobernador dijo que no estaban discutiendo ningún tipo de cambio. Las críticas contra Maley vienen desde hace meses por la acción policial que terminó con la desaparición y muerte de Luis Espinoza, el asesinato a manos de la policía por asfixia de Ceferino Nadal. El pasado domingo luego de que se conociera el femicidio de Abigail sus familiares declararon que la policía se negó a buscarla y horas más tarde reprimió a los vecinos y vecinas que reclamaban cortando avenida América y Francisco de Aguirre.
No en nuestro nombre
El silencio del régimen durante días, la impotencia y la bronca por la actuación policial terminaron en un fuerte reclamo de justicia por mano propia. Cientos de vecinos y vecinas salieron durante días en búsqueda del sospechoso del femicidio de Abigail. Si la justicia y la policía tucumanas no harán nada, grupos organizados se auto definieron jueces y partícipes de una caza humana que termino con la vida de Guaymás tras un linchamiento.
La derecha más reaccionaria de la provincia, aprovecha para meter la cola y agitar aún más los ánimos sociales. Ricardo Bussi, el apologista de la dictadura e hijo del genocida, salió a decir en sus redes sociales que la justicia por mano propia vale “cuando el Estado se vuelve una selva”. Las voces de la ley y el orden aprovechan estos momentos para hacer propaganda de su orden, que en Tucumán fue la represión, desaparición y asesinato. Detrás de esta derecha, están todos los grupos reaccionarios y clericales, que desprecian los derechos de las mujeres, de la diversidad, de la clase trabajadora en su conjunto.
Los partidos patronales desde Fuerza Republicana, el PRO, hasta el propio oficialismo están aprovechando este momento para desarrollar su programa, que consiste en más punitivismo, más mano dura, más penas, más control social. Su propuesta es no atacar ningún problema estructural, ni siquiera nombran el desarrollo de programas contra la violencia hacia las mujeres, sino darle más poder de fuego a las fuerzas policiales y de control.
El Estado presente
Se habla y escribe por estas horas de que el Estado tucumano ha fallado, que expresa un Estado fallido y que donde el Estado no cubre, surge la violencia. Hay que ver más de cerca esta definición de un estado que estuvo “ausente”. El régimen tucumano es enojosamente célebre, casos emblemáticos de violencia, femicidios y de pisoteo a los derechos de las mujeres: el caso de Marita Verón, de Paulina Lebbos, la cárcel a Belén. El año pasado la campaña electoral de todos los candidatos del régimen fue saliendo a mostrar sus pañuelos celestes y hacer muestras en los medios de comunicación de misoginia y machismo.
El Estado está presente mostrando todo su desprecio por las vidas de mujeres, niñes y la diversidad. Solo la brutalidad de un régimen así puede explicar que Tucumán encabece desde hace años todos los rankings de femicidios y secuestros por redes de trata para la explotación sexual. Todo esto no puede existir sin la complicidad del régimen, es una trama que hunde sus raíces de complicidad con las fuerzas policiales, la justicia y el conjunto del Estado, como bien mostró la periodista Sibila Camps en su libro La Red, investigando el caso de Marita Verón.
Vivas y libres nos queremos
La demagogia de seguridad y mano dura que resurge en estos momentos no es la salida. Las voces que se levantan pidiendo más justicia por mano propia tampoco. Quienes nos reivindicamos feministas socialistas de la clase trabajadora, sabemos que las mayores penas, la seguridad policial, la judicialización de los casos de femicidios no terminarán con las bases que generan la violencia. Sabemos que esta fuerza mayor concentrada en manos del Estado solo puede ser utilizada en contra de los de abajo, en nuestras luchas, en acrecentar la persecución y el gatillo fácil en los barrios, como vimos todos estos días en Villa Muñecas, lugar donde vive la familia de Abigail.
Como feministas socialistas, peleamos por terminar con una sociedad que engendra la violencia de clase, que perpetua la opresión y la desigualdad. No podemos acompañar hechos como los linchamientos, la pena de muerte o la tortura. Las cárceles, la Justicia y la Policía son todas instituciones que están para defender a los poderosos. Pelear para que ellos se fortalezcan es darle más poder a un Estado que se fortalecerá en su persecución de los de abajo y en dar más impunidad a los de arriba, como hemos visto tantas veces en Tucumán.
Nuestra pelea no es contra cada femicida individual, aunque acompañamos el reclamo de justicia para las víctimas de femicidios. Nuestra pelea no termina en una legislación como la Emergencia de género para asistir quienes sufren la violencia, aunque presentamos proyectos en el parlamento y nos movilizamos innumerables veces por conquistar refugios, subsidios y fondos para asistir a las mujeres. Nuestra pelea es mucho más vasta y profunda, no queremos pelear para que no muera ninguna más, peleamos porque vivas y libres nos queremos.
El camino es unir la fuerza del movimiento de mujeres con los trabajadores y la juventud para enfrentar y terminar con este régimen podrido. Fuerzas hay, las mujeres irrumpimos en las calles todos estos años desde el #NiUnaMenos, desde la marea verde de lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Nos construimos como un actor muy importante de la vida política, es esa fuerza la que tiene que volver a expresarse organizada, levantando un programa y una alianza social, que de salida de fondo a estos problemas. |