La situación abierta hace ocho meses atrás por la pandemia de COVID-19 y la posterior cuarentena como principal medida gubernamental, ha dejado al descubierto las desigualdades sociales y educativas que no sólo se hicieron visibles, también se han acrecentado. Así lo indican los últimos índices de pobreza, y también los miles de chicos y chicas que han quedado por fuera de las llamadas clases remotas.
Aún en este contexto y ante la falta de condiciones mínimas para garantizar la continuidad pedagógica por parte de los Estados nacional y provinciales, se avanza con el dictamen de un protocolo que pretende “garantizar” una vuelta a clase donde “todos nos cuidamos” pero la mayor responsabilidad nuevamente recae en el personal docente y no docente de las escuelas y en las familias.
Así, en el cuerpo del documento que está escrito por todos y por nadie a la vez (no figura en todo el protocolo, la firma de ningún funcionario responsable) se apunta a una estrategia sostenida por una campaña de difusión de medidas de seguridad, buenos hábitos y concientización. Al final del mismo se expone “la” campaña con una cartelería explicativa como si hace ocho meses las familias y les docentes no estuvieran enteradas de cómo resguardar su salud, ante la falta de testeos y de condiciones salubres en los propios ámbitos laborales que siguen funcionando a costa de la vida y los contagios de sus trabajadores y trabajadoras.
Queda perdido y al pasar en un párrafo del protocolo, la responsabilidad de los ministerios de proveer los elementos de limpieza necesarios, cuando la mayoría de quienes hemos transitado alguna vez por una escuela pública no supiésemos de las aulas superpobladas, de la plata de cooperadora que se usa para comprar lavandina y productos de limpieza.
Este conjunto de elementos y racionalidades nos permite poner en duda cuáles son las verdaderas intenciones de la “vuelta a clase” presencial a como dé lugar, sin tener en cuenta que en estos momentos Río Negro se encuentra entre las provincias con mayor contagio y con un sistema de salud pública totalmente desgastado y superado por sus escasa infraestructura.
Pero por sobre todas las cosas, porque la vuelta a la escuela supone como principal medida de prevención, el distanciamiento social de dos metros entre cada estudiante y entre cada integrante de la comunidad escolar. También supone que las escuelas deban solucionar los horarios de entrada de salida, evitar el contacto entre los chicos en el aula y en los recreos, y la lista continúa. Una regimentación de la vida escolar que atenta contra el sentido de pensar un aprendizaje con otros/as.
Algunas consideraciones pedagógicas para refrescar el sentido de la escuela para educar
Los debates educativos en el campo de distintas disciplinas han tomado desde diversas aristas la reconstrucción del sentido de la escuela ante un fenómeno histórico que ha puesto un paréntesis en la escolarización de millones de niñes en todo el mundo.
También los organismos de financiamiento internacional como el banco mundial, entre otros; han alertado acerca de las consecuencias económicas a mediano plazo producto de la desescolarización y la interrupción de un circuito escolar que a nivel mundial ofrece mano de obra calificada a cada vez más bajos costos.
Sin embargo, para una gran mayoría, la escuela pública ha permitido el acceso al conocimiento para niños y niñas de los sectores populares que no cuentan en sus hogares con otras formas de acceso al mismo. Pero también, y como se ha visto a lo largo y ancho del país, en estos meses de sostener una escolarización desde las casas, les docentes de todos los niveles educativos se cargaron la mochila para sostener un vínculo pedagógico.
Por lo tanto, la propuesta del protocolo para la vuelta a clases, dista de ofrecer alguna posibilidad de pensar un espacio de preeminencia del aprendizaje cuando la mayor parte de las tareas y los tiempos deben garantizar el distanciamiento entre estudiantes que van desde la sala de cuatro años y el nivel primario.
Pues entonces, cómo enseñamos la cooperación y el trabajo en grupo como principal instancia de formación de subjetividades solidarias, si la única propuesta es la individualidad. Si el juego entre las infancias como instancia lúdica de potenciales aprendizajes e interacciones cognitivas, no tiene un lugar central en la escuela, entonces qué tipo de aprendizajes estamos privilegiando.
¡Pido la palabra!: ¿Alguien puede escuchar y tener en cuenta a les protagonistas del debate?
La no propuesta de vuelta a clases que deja un montón de espacios vacíos, como por ejemplo no explicita cómo van a hacer para que haya 15 niños/as en aulas donde hay 40 estudiantes; pone en jaque no sólo la no planificación gubernamental, sino también la gravedad de acordar un plan totalmente por fuera de sus principales protagonistas. O sea, una vez más otros/as deciden por el conjunto de la comunidad educativa sin ningún plan de apoyo financiero estatal que lo garantice.
Precisamente porque opinamos que pensar el cuidado y la educación para nuestros niñes es una tarea de primer orden, no podemos dejar de denunciar la imposición de un no plan que no garantiza nada y que tiene una distancia enorme en cuanto a las reales necesidades de nuestro sistema educativo.
Es de primer orden que el sindicato a nivel provincial ponga en discusión todos los puntos de este protocolo con toda la comunidad educativa, que sea vinculante en cada ciudad y tomando los aportes de los principales referentes de la salud pública y de la educación. Es inadmisible que funcionarios que hace años no tienen ningún contacto con las escuelas públicas puedan pensar en las mejores condiciones de la vuelta a clase. |