El Grupo WH Alimentos SA (propietarios de Smithfield food el gigante norteamericano de la industria porcina) es la productora de cerdos más grande del mundo que, a partir del crecimiento e industrialización de China, se propone satisfacer las necesidades de carne y se propone hacerlo desde el exterior, externalizando también los costos de esa producción.
A nivel mundial necesitan expandirse y, de hecho, lo están haciendo para satisfacer esta nueva demanda. En este contexto surge la instalación de granjas industriales porcinas en Argentina, con el aval del actual Gobierno nacional y de grandes sectores terratenientes.
Esta forma de producción de cerdos, a grandísima escala, tiene una relación directa con la evolución y propagación de virus. Los cerdos industriales se crían por miles en menos granjas, generados desde un menor número de razas, eliminando su diversidad y con ella la posibilidad de frenar las nuevas cepas que surgen, más letales, fácilmente transmisibles de un lugar a otro y con la capacidad de infectar a muchos más cerdos. Así es que hay gripe porcina, pero también PRRS [síndrome reproductivo y respiratorio porcino], PED [diarrea epidémica porcina], PPV [parvovirus porcino], entre otras que en un momento eran patógenos limitados a ciertas razas, pero ahora tienen acceso a millones de cerdos con sistemas inmunológicos deprimidos por estar amontonados.
En África la fiebre porcina destruyó la producción industrial de cerdos incluso antes de que emergiera el COVID-19, y ahora estas empresas están en la búsqueda de otros países que absorban los daños.
¿Pero porqué se produce de esta forma? Porque el sistema industrial de cerdos no está dedicado a producir una ecología saludable para la crianza de los animales ni de alimentos para la población, sino que está centrado y estructurado para generar ganancias. Esto genera también desechos (contaminantes) no tratados en las granjas, explotación en los trabajadores del sector o de granjeros contratados, el desplazamiento de los pequeños productores y granjeros, y con ello de posibilidades de producir de forma sustentable. El grupo WH Alimentos SA no paga por los daños.
La producción industrial de cerdos tiene su apoyo político por parte del gobierno nacional, de latifundistas argentinos y de poderosos sectores empresariales, como Sigman y Grobocopatel, interesados en el negocio, y con ese apoyo WH alimentos SA se sale con la suya sin pagar el precio de destruir el medio ambiente, destruir la economía de los pueblos y las economías locales cercanas, y también la vida silvestre local, y de exponer a millones de personas a potenciales nuevas enfermedades.
La actual pandemia fue ocasionada por el avance indiscriminado sobre la diversidad natural, y estas “nuevas” formas de producir alimentos multiplican la posibilidad de nuevas pandemias.
Quienes sufren las consecuencias del avance del modelo extractivista es el pueblo trabajador. Los trabajadores de la salud son quienes están en la primera línea de batalla contra el COVID desde que comenzó la pandemia. Lo hacen sosteniendo una salud pública que ha sido desfinanciada gobierno tras gobierno y que ha llevado a la Argentina a ser el quinto país con más contagios en el mundo. Se les declara esenciales, héroes y heroínas pero están batallando desarmades: sin elementos de proteccion para protegerse a elles y a sus familias, sin los insumos necesarios para atender a sus pacientes, con sueldos que no alcanzan la canasta básica, viendo como el sistema de salud colapsa y no los recursos no llegan, en turnos de trabajo insostenibles y extenuantes. La mayoria de ellos y ellas son mujeres sostenes de familia que han estado luchando con decenas de compañeras/os contagiadas/os, lamentando la pérdida por COVID-19 de muchos trabajadores en nuestra provincia.
No necesitamos involucrarnos en operaciones industriales para producir la comida que el mundo necesita (sobran alimentos para todo el mundo), sino que necesitamos insumos para Salud Pública, que los trabajadores que enfrentan la pandemia lo hagan con las condiciones y garantías necesarias para no enfermar, para cuidar su salud también, recibiendo sueldos que estén actualizados con los niveles de inflación. Necesitamos más para salud.
Gracias a la movilización del 25 de agosto que expresó un fuerte rechazo generalizado el gobierno nacional postergó hasta noviembre la fecha de votación para la instalación de las factorías. Pero se deberá repetir, una vez más, el fuerte rechazo social porque no queremos falsas soluciones.
En Mendoza, quienes enfrentamos el extractivismo, quienes dimos la pelea por nuestra agua y logramos que se mantenga la 7722, nos unimos a los trabajadores de la salud para pelear contra esta pandemia; y para que no hayan más pandemias como consecuencia de la destrucción de la naturaleza.
Por todo esto tenemos una cita de honor: este 4 de noviembre nos concentramos en el Hospital Central a las 9am.
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