Fuentes de la Gobernación bonaerense dijeron al diario La Nación que Zaffaroni, Bonafini, Ofelia Fernández, D’Elía y Mariotto, entre otros, critican “guiados por imágenes que mostraban una batalla campal” que “no existió”.
Este lunes el diario La Nación publicó una nota titulada “Axel Kicillof recibe críticas de aliados del Gobierno por el desalojo en Guernica”. Allí se refleja el repudio (con mayor o menor dureza) de importantes personalidades del arco oficialista a la represión con 4.000 policías bonaerenses a familias pobres sin techo en el predio de Guernica, el jueves pasado a la madrugada.
Entre esas críticas a la violencia del Estado sobre la población estuvieron las del exjuez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, de la legisladora porteña del Frente de Todos Ofelia Fernández, de la Madre de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini, de Gabriel Mariotto (exvicegobernador de Daniel Scioli) y del dirigente Luis D’Elía, entre muchos otros (algunos públicamente y casi todos en privado).
Frente a esas críticas, el periodista Javier Fuego Simondet de La Nación consultó a funcionarios del gobierno de Axel Kicillof, quienes directamente despejaron toda duda sobre cuánta importancia les dan el Gobernador y sus ministros (desde el carapintada Berni hasta el “camporista” Larroque) a esos cuestionamientos.
“Muchos opinaron sin conocer el enorme trabajo integral que se había realizado y guiados por imágenes que mostraban una batalla campal desmadrada, cosa que finalmente se notó que no era verdad”, aseguró al diario mitrista “una fuente de trato diario con el gobernador”.
“Además, los que seguimos trabajando para encontrarle soluciones a la gente somos nosotros, el gobierno de la provincia”, agregó la fuente, en referencia a que quienes critican desde el Frente de Todos pero no integran el Poder Ejecutivo. “Seguimos trabajando como desde el primer día para encontrar soluciones adecuadas para cada caso”, dice, dando a entender que la represión a mujeres y niñes es parte de “solucionar” un conflicto estructural.
Consultados sobre si las críticas del frente interno hacen mella en el ánimo de Kicillof y su Gabinete, la fuente dice “malestar, no; gobernar tiene desafíos muy importantes, decisiones agradables de tomar y otras más difíciles”. Todo dicho.
Desde el entorno del ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, otras fuentes le dijeron a La Nación que “no hay malestar, somos una fuerza amplia en la que hay gente que piensa distinto”.
En medio de la campaña macartista contra la izquierda, las fuentes de Kicillof y Larroque dicen que las organizaciones sociales y políticas intervinientes en el conflicto “no pueden actuar de esa manera irresponsable y no asumir sus responsabilidades”. Curioso, porque justamente esas organizaciones asumieron una enorme responsabilidad poniéndose del lado de las familias atacadas por el Estado y resistiendo con el cuerpo los embates de la Bonaerense (esa fuerza especializada en desapariciones de personas, gatillo fácil y torturas a la población).
Con total cinismo, las fuentes consultadas por La Nación dicen que “el final no era el que el gobierno de la provincia quería y por el que tanto trabajó, pero la intransigencia de un sector más preocupado por hacer ruido que por la situación social impidió la solución pacífica por la que tanto trabajamos”. Pero saben que a las más de 2.000 familias pobres sin techo no les resolvieron absolutamente nada, a lo sumo dieron algunos “paliativos” momentáneos y algunas promesas de esas que históricamente los gobiernos peronistas de las últimas décadas nunca cumplieron.
“El gobierno de Kicillof y sus ministros actúan así porque hay un intento de encubrir lo que se vio por cadena nacional: una gran represión contra familias y sus hijos que pedían un lugar para vivir”, dijo el dirigente del PTS en el Frente de Izquierda Nicolás del Caño.
Mientras las familias de Guernica siguen luchando por lo que les corresponde y la izquierda las acompaña en las calles, en el Congreso, en la Legislatura y en cada iniciativa que proponen, el Frente de Todos se debate entre callarse la boca y dejar que gobierne Sergio Berni o dirimir sus “internas” a través de La Nación.