Estás en la Petrogrado de 1917. Hoy estuvo circulando un llamamiento del “Comité Militar Revolucionario del Soviet de Diputados Obreros y Soldados”. El 7 de noviembre (25 de octubre en el calendario ruso entonces) te levantaste tarde, cuando salís te cruzás con un soldado y le preguntás: “¿De quiénes son ustedes? ¿Del Gobierno?”. Te responde: “¡Ya no hay Gobierno!”. Esto le pasó a John Reed, que había llegado a Rusia con los fondos recolectados por la revista estadounidense The Masses. Reed había viajado con su compañera Louise Bryant, otra cronista de trinchera.
En Six Red Months in Russia (Seis meses rojos en Rusia) cuenta que luego de una reunión de los consejos (soviets) en el Smolny se subieron a un camión que iba al Palacio de Invierno. “La misión era repartir panfletos (...) la gente se agolpaba para conseguir uno, solo llegamos a leer las primeras líneas: ‘¡Ciudadanos! El Gobierno provisional ha sido depuesto. El poder del Estado pasó al Soviet de Obreros y Soldados de Petrogrado’”.
Pero no vine a hablar de la Revolución, sino de los años anteriores y una partecita de cómo llegaron hasta ahí. Lejos del prejuicio “las mujeres tienen que esperar”, “es un tema ad hoc”, Octubre de 1917 fue una revolución (en todos los sentidos) para las mujeres y la emancipación fue política del Estado obrero recién nacido y en sus primeros años. Acá está habilitado un “es más complejo”. Hay un libro que se llama La mujer, el Estado y la Revolución (de Wendy Z. Goldman). Incluso si comulgan con el prejuicio, ahí van a encontrar una radiografía de cómo pensó la generación revolucionaria la emancipación de las mujeres: la incorporación al mundo del trabajo y la eliminación de las tareas domésticas en hogares individuales para garantizar la participación en la vida pública. Es una historia mucho más larga, pero acá van algunas ideas y momentos.
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