En esta historia de “bandazos” que fue la administración de Alberto Fernández durante este año de gobierno, en las últimas semanas asistimos a un giro. Un giro que tuvo una de sus confirmaciones en la relativa estabilización financiera con la baja de las distintas cotizaciones de los tipos de dólares y el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los paralelos. Lo que corresponde preguntarse en ese marco es: ¿Por qué sucede esto?, porque si uno mira la historia de nuestro país, en general, cuando algo es “bueno” para los mercados, es porque no es muy bueno para todos los demás.
El lunes pasado tuvo lugar el que quizá fue hecho más relevante de la semana. Fue más específicamente una reunión que se desarrolló en el salón Belgrano del quinto piso del palacio de Hacienda donde funciona el Ministerio de Economía. Fueron noventa minutos de un cara a cara entre el ministro, Martín Guzmán y, literalmente, los principales dueños de la Argentina. Estaban los “los titulares” del equipo de los ganadores de siempre (recuerden que alguna vez la vicepresidenta, Cristina Fernández, se imaginó una mesa de diálogo y reclamó que deberían asistir “los titulares”). Estaban los integrantes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA): Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Clarín), Carlos Miguens (Grupo Miguens), Enrique Cristofani (Santander), María Luisa Macchiavello (Droguería del Sud), Alfredo Coto, Federico Braun (La Anónima) y Alberto Grimoldi, además del presidente de la entidad, Jaime Campos. Llevaron su diagnóstico sobre la realidad argentina y su habitual pliego de demandas vinculado a lo de siempre: ajuste, el eufemismo de la “seguridad jurídica” que es básicamente que el capital pueda moverse como se le dé la gana sin ninguna restricción por más mínima que sea y, además, fueron a hacer negocios, a pedir concesiones para sus empresas.
La presencia más llamativa, más inquietante si se quiere, fue la del propio Magnetto. Las crónicas dicen que afirmó literalmente que “el problema de la economía no se va a resolver si no se ordena la política”. Y esto que se lee como una nueva exigencia de que el Gobierno se ordene separándose del liderazgo de Cristina Fernández, significa en los hechos que se amolde al programa de los dueños del país, sin matices, sin un “sí” ni un “no”.
Ahora, no necesariamente esta reunión fue “contra” la vicepresidenta, porque tuvo lugar después de la carta de Cristina Fernández en la que ella dice que Alberto Fernández es el que lidera el Gobierno y tiene que convocar a este pacto. En cierta medida, fue una mesa tendida por ella, pero sin su presencia. A mí me recordó a una frase que pronunció el economista Emmanuel Álvarez Agis en agosto del año pasado (todavía en campaña electoral después de las PASO) cuando dijo: "Cristina eligió a Alberto porque (este) puede hacer la política económica que ella podría apoyar, pero no implementar".
La pregunta es ¿por qué aceptaron reunirse con el ministro de Economía los dueños de la Argentina? Quizá en estos hechos que paso a enumerar haya algunas pistas: varias concesiones del Gobierno que cedió -desde la debilidad- con gestos pro-mercado para contener el dólar; la reducción de las retenciones a las cerealeras y aceiteras; un presupuesto que contiene un ajuste fiscal importante con reducción del déficit para el año que viene y aunque se repita como un mantra un discurso que dice que “no hay espacios para ajustes”, incluso Guzmán aseguró (después de aprobado el presupuesto) que tratará que el recorte sea aún mayor ¿Esto que implica? Lo que ya se anunció: suspensión del IFE, no aumentos a los salarios estatales que ya están pulverizados, menos ATP etc. No por nada, Guzmán está siendo elogiado por gran parte del mainstream de los economistas ortodoxos.
Pero hay más hechos que ablandaron el “corazón” de los empresarios. No fue casualidad que se haya producido esta cumbre después del desalojo de Guernica que no fue solo el desalojo de Guernica, fue una voz de “ahora” para una seguidilla de desalojos y represiones en muchos lugares del país. El Gobierno les habló con los palos de Sergio Berni contra los pobres y los empresarios respondieron con la amabilidad de sentarse en una reunión. En ese contexto, Guzmán le contestó a Magnetto: "Héctor, vos sabes que hay propiedad privada, hablemos en serio”. Podría haber agregado: “Berni no me deja mentir”.
Pero hay más: a lo largo de todo este itinerario sucedió que la “intervención” de Vicentin -que ni si quiera era expropiación- volvió para atrás; que el impuesto por única vez a la riqueza que era, presuntamente, para cubrir los déficit generados por la pandemia ni si quiera se trató; porque el aborto (que jode a otro poder fáctico como es la Iglesia) nunca se presentó. Y también porque fueron convalidados los recortes salariales de todos los trabajadores y trabajadoras porque, como bien dijo el ministro de Trabajo, Claudio Moroni: “El salario digno es el que ‘podemos’ pagar y sostener”. Dijo “podemos”, hablando en primera persona, como en nombre de los empresarios.
También los empresarios se fueron con otras promesas: el fin del congelamiento las tarifas de las telcos (recuerden que fueron declaradas “servicio esencial”, pero se termina el plazo para que puedan aumentar a fin de año); los precios ya están siendo retocados: hubo tres subas en los combustibles, en el Gobierno admiten que viene un incremento en las tarifas en los servicios públicos y los Precios Máximos entra en revisión. Claro y toda esta ola de aumentos no viene acompañada por una recomposición de salarios destrozados desde hace tres años.
La paz que parece haberse conquistado entre el Gobierno y el empresariado que tiene su causa en que está adoptando su pliego de demandas. Mientras del otro lado: CGT, sindicatos, dirigentes de movimientos sociales siguen sin plantear la voz de los que no tienen voz y son los convidados de piedra en esta mesa.
Porque acá hay una lógica de hierro que hay que entender: los que se sentaron quieren ganar, siempre, y para que ellos ganen, tiene que haber muchos otros que se tienen que caer. Eso es lo que sucede si no si nadie patea el tablero. |