La audiencia será a las 9.30hs. La misma será nuevamente transmitida por La Izquierda Diario en vivo desde el canal de Youtube del Centro de Información Judicial (CIJ).
Adriana Calvo y Cristina Gioglio fueron impulsoras de este juicio al que no llegaron con vida. El cáncer se las arrebató, a Adriana el 12 de diciembre de 2010 y a Cristina el 16 de enero de este año. Ambas estuvieron secuestradas en varios centros clandestinos de detención del “Circuito Camps” dependientes de la maldita policía de la Provincia de Buenos Aires.
Sus testimonios como querellantes en el Circuito Camps, servirán y serán una pieza importantísima para el juicio que comenzó este 27 de octubre, en el cual también se habían constituido como querellantes, pero lamentablemente la lentitud con la que los procesos llegan a juicio hizo que las compañeras no pudieran estar para declarar.
Este martes se escucharán también sus testimonios brindados en la causa de 2006 contra Miguel Osvaldo Etchecolatz y el juicio conocido como Circuito Camps, como por ejemplo en el caso de Adriana Calvo donde relata su paso por el Centro Clandestino Pozo de Banfield, el cual funcionó como maternidad clandestina, y junto con una exhaustiva investigación que develó el funcionamiento macabro del Circuito Camps; y en el caso de Cristina Gioglio es importante su testimonio sobre los crímenes cometidos en el Pozo de Quilmes.
Cristina Gioglio: "la voz de los que ya no pueden hablar más"
Cristina Gioglio era docente. En el año 1975 empezó a militar en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). El 6 de diciembre de 1977 fue secuestrada de su casa en Ranelagh junto con quien era su compañero en el marco del denominado "Operativo Escoba", un operativo de secuestros masivos de militantes de su partido. Estuvo inicialmente en el Pozo de Quilmes, después en el destacamento de Arana, en la Comisaría 1era y finalmente en el penal de Devoto hasta 1981 que recuperó su libertad.
Desde su liberación se convirtió en una militante por los derechos humanos y más tarde también en una militante feminista. Fue integrante del Colectivo Feminista Las Azucenas, co-fundadora de la Unión por los Derechos Humanos y de Justicia Ya en La Plata.
Al momento de su secuestro tenía un hijo de quince meses que luego no la reconocía como su madre, quien era su compañero tenía un hijo cuya mamá estaba desaparecida. Una de las cosas que hizo cuando la liberaron fue anotar todo lo que recordaba porque siempre tuvo la fantasía de que algún día se podría llegar a tener justicia. Tiempo después la llamó Adriana Calvo, a quien solo conocía de nombre, para preguntarle si estaba dispuesta a declarar en la Audiencia Nacional en España. Cristina no lo dudó y retomó el contacto con los organismos de derechos humanos. Corría el año 1999, en Argentina aún imperaban las leyes de punto final y obediencia debida.
Los testimonios ayudaban a reconstruir la historia, a conocer parte del destino de compañeras y compañeros que habían perdido de vista, que habían visto en los campos de concentración por última vez. Trabajaron mucho acumulando pruebas que iban a servir para los juicios por la verdad, en otros países y con la posibilidad de condenas una vez anuladas después de décadas de lucha las leyes de impunidad.
Cristina sostenía: “Yo tengo muchos compañeros que quedaron en el camino, y es una necesidad de pedir justicia por ellos, de ser un poco la voz de los que ya no pueden hablar más y que se conozca la historia, que se conozca por qué se luchaba”.
Adriana Calvo: "si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar todos los días de mi vida para que se hiciera justicia””
Adriana Calvo era física, docente en la Facultad de Ciencias Exactas en la Universidad Nacional de La Plata y militante gremial. El 4 de febrero de 1977 se encontró rodeada en su casa de Tolosa por una patota. Ese día no había ido a trabajar para quedarse con su hijo Santiago. Su hija Martina había ido a la casa de sus abueles en Temperley. Adriana estaba embarazada de seis meses de su tercera hija.
A Adriana la llevaron primero a la Brigada de Investigaciones de La Plata. Después a Arana, donde se enteró que estaba también su marido, posteriormente la trasladaron a la Comisaría V de La Plata, donde el 15 de abril empezó con los trabajos de parto. En lugar de llevarla a un hospital, la cargaron a un patrullero. En el cruce de Alpargatas pararon. Había dado a luz sola, atada y tabicada, a su beba.
Durante el resto del viaje pidió que le alcanzaran a la nena que se había caído entre los asientos. No lo hicieron. El patrullero se perdió, pidió indicaciones y ella se dio cuenta de que estaba llegando a ese infierno donde todo era peor. Estaba en Banfield. Cuando llegaron, un médico se metió en el auto y cortó el cordón que unía a Adriana con Teresa. Era Jorge Bergés, el partero del Circuito Camps.
Fue la primera testigo en el Juicio a las Juntas Militares. “Señor presidente - le dijo al juez Guillermo Ledesma -, ese día hice la promesa que, si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar todos los días de mi vida para que se hiciera justicia”. Y así lo hizo. Fue fundadora de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, impulsora del espacio de organismos de derechos humanos Justicia Ya para trabajar en los juicios y del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia que reúne a más de 300 organizaciones. Hasta dos días antes de su muerte había seguido trabajando en la confección de las listas de represores y víctimas de la AEDD.
Este martes, sus testimonios volverán a escucharse y sus palabras, vitales para la condena de los genocidas, podrán ser oídas una vez para recordarnos no sólo los brutales crímenes cometidos, sino que la pelea por juicio y castigo sigue vigente, que no vamos a dar vuelta la página y seguiremos luchando por cárcel común, perpetua y efectiva. |