El 12 de noviembre del 2019 fue un día decisivo en el enorme periodo de movilizaciones que se desarrollaron durante la rebelión popular iniciada el 18 de octubre. Una gran huelga general que significó en términos concretos, un ultimátum por parte de la clase trabajadora junto a sectores populares y críticos del gobierno, que exigiendo la renuncia del presidente Sebastián Piñera, buscaban de una vez por todas imponer sus demandas históricas condensadas en la consigna “No son 30 pesos son 30 años”.
En el caso de Valparaíso cumplió a nivel regional un rol determinante al plegarse en esta movilización histórica que ya mostraba su potencial en diversos sectores organizados. Valparaíso, Viña del Mar y Quilpué entre otras ciudades, comenzaban hace días a mostrar su enorme descontento expresado en marchas de decenas de miles, llegando incluso a las puertas del Congreso. Aunque también –como era de esperarse- se hizo presente la enorme represión policial, en la que Carabineros no era capaz de discernir al momento de violentar a familias, niñes o ancianos.
12 de noviembre en Valparaíso
El día 12 de noviembre comenzó con barricadas en distintos lugares de la región. Se palpaba el clima de protestas en una jornada en la que incluso sectores del transporte decidieron paralizar sus funciones.
Portuarios, empleados fiscales, el sector salud, trabajadores y trabajadoras de la educación, trabajadores y trabajadoras del retail, pensionados y pensionadas, secundaries y universitaries entre otros, se reunieron en Plaza Sotomayor en una histórica marcha de más de 60 mil personas, quienes a través de cantos y acciones artísticas mostraban un repudio absoluto hacia el gobierno de Piñera y su policía asesina.
Por su parte, el Comité de Emergencia y Resguardo de la ciudad que se gestó como un espacio de organización, cuidado y autodefensa en las dependencias de la Universidad de Playa Ancha, también se hizo presente durante este día. Estudiantes, trabajadores, profesionales, y distintos sectores sensibles al enorme apoyo popular hacia la movilización, fueron de vital importancia en un momento en que se recrudecieron los métodos represivos en contra de los manifestantes, visibles en traumas oculares, daños físicos, e incluso en quemaduras de alta complejidad por el uso de carros lanza aguas de Carabineros.
La enorme movilización que se extendía en distintas ciudades del país como Arica, Antofagasta, Temuco, Concepción y Santiago, entre otras, mostraba el enorme potencial de la clase trabajadora acompañada de amplios sectores de masas y que se terminaron sumando a esta gran huelga general. Esto incluso frente a las trabas impuestas por la burocracia sindical, que organizada principalmente en la mesa de “Unidad Social”, no apostaron desplegar una movilización incluso de mayor envergadura, ya que siempre apostaron a consolidar el desvío de la lucha en las calles, mientras se rumoreaba la posibilidad de un “proceso constituyente”.
La traición
El gobierno no lo podía creer, cientos de miles de personas en todo el país plegados en la huelga más importante de lo que iba del retorno a la “democracia”. Piñera sabía que este era un punto de inflexión en la situación política que de no descomprimir, hubiese significado una radicalidad mayor que en definitiva no amenazaba con su salida, sino de la del régimen completo que se encontraba cuestionado. Y el gobierno se dio un plazo de 48 horas para decidir cuál sería el rumbo que se tomaría desde La Moneda.
De aquí que el denominado “Acuerdo por la Paz” celebrado entre partidos del gobierno hasta la “Oposición”, incluidos sectores del Frente Amplio como Revolución Democrática (RD) y Gabriel Boric de Convergencia Social (CS) el día 15 de noviembre, cayó como anillo al dedo de Piñera quien llamaba a deponer la movilización, puesto que todo finalmente se resolvería en un plebiscito constituyente en el que estaría en juego el mantenimiento o no de la constitución de la dictadura, pero que estaría controlado por los partidos tradicionales.
Sin embargo tamaña traición por parte de la “oposición”, tras semanas de movilizaciones con decenas de mutilados ocularmente, violentados y asesinados a manos de las “fuerzas del orden” no vendría sin una serie de repercusiones al interior de sus partidos principalmente en el Frente Amplio.
Las lecciones
A un año del 12 de noviembre, en que se efectuó una de las huelgas más importantes de las últimas décadas, y frente al proceso constituyente en marcha, resulta fundamental poder sacar las lecciones necesarias de aquel momento. La forma en que partidos y sectores políticos durante años vociferaron el ser independientes del “duopolio” político, terminan actuando junto a ellos, y traicionando las enormes luchas desplegadas en momentos determinantes de la lucha de clases.
Es por esto que frente al proceso constituyente que comienza, y frente a las miles de promesas de cambios y transformaciones que proclaman coaliciones como el Frente Amplio o el Partido Comunista, resulta fundamental llamar a no confiar en un proceso que se encuentra plagado de trampas, como son los 2/3 que le permite a la derecha vetar cualquier indicación a la nueva carta magna, la atadura a los tratados internacionales suscritos, o la ley de partidos que limita abismalmente la participación de aquellas candidaturas que se encuentren por fuera de los partidos políticos del régimen.
Es necesario volver a retomar el camino de la movilización, y organizar un gran fuerza política independiente de los partidos de la derecha y la ex Nueva Mayoría, y pelear por un plan de movilizaciones permanentes en perspectiva de una huelga general, por una Asamblea Constituyente, sin Piñera, en la que se pueda discutir absolutamente de todo y colocar por delante los derechos fundamentales del pueblo trabajador, como son salud, educación, vivienda, pensiones, y todas las problemáticas estructurales que han estado postergadas y necesitan ser resueltas. |