El 11 de noviembre de 1983 un trabajador de la Constructora Lago Ranco de Concepción, desesperado por la detención ilegal de dos de sus cuatro hijos a manos de la Central Nacional de Inteligencia (CNI), tomó la extrema decisión de rociarse bencina y prenderse. Es seguro que Sebastián Acevedo se prendió así mismo para rescatar a sus hijos, pero la desesperación para llegar a esas circunstancias fue provocada por el hecho que el constructor, fue al arzobispado, recorrió comisarías y salas de prensa, conversó con autoridades civiles y militares, pero a Sebastián nadie lo ayudó. |
Sebastián Acevedo estuvo tres días buscando intensamente a sus hijos Galo y María Candelaria, y el 11 de noviembre de 1983, luego de despedirse de su esposa, llegó al Arzobispado de Concepción, por un último intento. Al encontrar las oficinas cerradas, advirtió que se quemaría vivo si no tenía noticias de sus hijos. A eso de las 15.30 horas volvió y dejó un mensaje. Luego volcó un bidón de bencina sobre su cuerpo. Mientras exigía información de sus hijos. Se instaló en la entrada de la Catedral de Concepción, vació el resto de combustible, lo que llamó la atención de transeúntes. Rayó con tiza el suelo pidiendo que nadie se le acercara a menos que tuviera información de sus hijos. y luego al intento de cruzarla de un carabinero Acevedo cumplió su palabra y prendió el encendedor. Estando en llamas cruzó hacia la Plaza de Armas queriendo llegar a la Intendencia, pero cayó en el trayecto.
Para el aniversario número 33 de la muerte de Sebastián Acevedo, al que nadie ayudó. Es un caso que invita a reflexionar sobre la importancia del apoyo mutuo, en movilizarse y organizarse para conseguir respuestas a las exigencias de quienes luchan. Pensando en los momentos actuales con alrededor de 2000 presos políticos de la rebelión, los cuales merecen el mismo apoyo y ayuda que pidió Acevedo pero que nadie le brindó.
Es por eso que hoy brindamos un homenaje en recordar y traer a la memoria un caso que pudo ser evitado, y llamar a la reflexión de cuál fue realmente el hecho de que el padre y obrero de la constructora, haya tenido que tomar tal decisión de quemarse a lo bonzo. Al menos según la crónica de la tercera publicada el 12 de noviembre del 83´, indica que “deseaba llamar la atención para conseguir el esclarecimiento de la suerte de sus hijos detenidos por la CNI”. Caso que hoy invita a reflexionar sobre ese llamado, a empatizar, solidarizar y movilizarse por quienes buscan el apoyo tanto por la libertad a los presos políticos, como a luchar contra la impunidad de agentes del Estado.
Tras la quema de Acevedo, su hija fue puesta en libertad, mientras que su hijo quedó con dos años de prisión. Y el cual comenta «Nunca pensé que fuese capaz de eso, y que un amor de padre llegara tan lejos. Si no fuera por él, yo estaría muerto», dice, convencido de que el revuelo mediático que produjo el sacrificio de su papá persuadió a la CNI de no matarlo. |