Fernando Rosso, conductor del programa, contento con la entrevista y aprovechando la excusa del galardón, hizo la pregunta esperada. Cómo fue el premio, qué significó para vos, cómo te pego. A partir de aquí, fue como una línea de largada para Camila que habló y contó todo con detalles.
No me ha pegado por ningún lado. Me ha hecho caricias.
Justo estoy de posoperatorio de tetas, me puse las tetas. Porque me fue muy bien con "Las malas". Así que decidí hacer una inversión en ladrillos.
La verdad que todo mi pensamiento está en tener una buena recuperación. Yo me había olvidado por completo que habían mandado la novela, porque las mandan las editoriales. Así que estaba con uno de mis mejores amigos, el más antiguo, nos hicimos amigos en el dos mil, cuando empecé a estudiar Comunicación. Es una de las maricas más importantes de mi vida, fue el primero que me puso en contacto con la mariconada, con el boliche gay, con salir a jotear, estábamos aquí porque viene dos o tres veces a la semana a ver qué necesito, si me hace falta alguna compra, que son las cosas que no puedo hacer.
Curiosamente, el mismo amigo que robaba comida a sus padres para llevarme a mi casa cuando yo no tenía ni un peso. Él mismo estaba aquí conmigo cuando me anuncian que me había ganado ese fangote de dólares.
Me llaman por teléfono y me dicen “tenés que comunicarte, somos del protocolo de la Feria del Libro de Guadalajara, tenés que comunicarte ahora por zoom, porque está el jurado deliberando.”
¿¡Queé…pero de queeé me está hablando esta persona!? Qué me dice. Ay! El premio Sor Juana Inés de la Cruz.
La verdad, estaba un desastre, porque por la operación me salieron unos granos terribles en la cara, como si fuera una segunda pubertad. Entonces me daba mucha vergüenza conectarme al zoom. Les digo si podía ser sin camarita. “Sí, como sea porque te tienes que conectar, ahora.”
Ay! Digo, qué será esto. Y ahí el jurado, medio haciéndose los zonzos, develó finalmente que me hicieron conectar a los pronticones, porque me había ganado el premio.
Por supuesto grité, porque era lo único que podía hacer, no podía tomar alcohol, porque estaba con antibióticos. ¡Grité! Me puse muy contenta. Le avisé a mi chongo, a mis padres, les avisé a mis mejores amigos que me había ganado el premio.
Y que me guardaran el secreto, porque solo el lunes se podía decir. El sábado y el domingo fueron los únicos momentos que tuve de introspección, para pensar un poco qué significan los premios para mí, porque sabía que era lo primero que me iban a preguntar. Y la verdad, que para mí competir, la instancia de la competencia siempre la tengo asociada a perder, al fracaso. Porque, bueno…, las travestis, supongo, somos buenas perdedoras. Estoy acostumbrada a eso, a perder. Así que una vez que gano un buen premio, digo, pa’que vas de andar diciendo zonceras por ahí. Te lo ganaaaste, ¡zonza!
Tuve que esperar hasta el lunes para poder contarlo, y ahora estoy a cama caliente. Acabo de cortar con el festival de Quito. Antes había estado en el de México. Recién ahora, me he tomado un chupito de tequila, porque me dije, bueno, con algo espirituoso, algo hay que meterse en el cuerpo.
En ese momento del brindis, Celeste Murillo que nos habla de libros, series, feminismos, preguntó sobre la novela. Alguna vez dijiste que querías con "Las malas" restituirles a las travestis la posibilidad de tener vínculos de afecto, espirituales. ¿Te parece que lograste algo de esto en la comunidad, con la historia de la casa de la tía Encarna?
Sí, yo creo que sí. Más que vínculos espirituales, fue darles una fe, una mística, un punto de partida, hacia dónde pensar lo invisible, ¿verdad? Hacia dónde ponemos la mirada cuando nos desespera una circunstancia, cuando no sabemos a quién recurrir. Qué tipo de dioses y de diosas nos protegen. Qué tipo de dioses nos castigan. Qué sacerdotisas nos orientan. En definitiva no he hecho nada nuevo, puesto que antes de la colonización era lo que hacían las travestis en las civilizaciones que estaban aquí, en América.
Vi en alguna entrevista que te gusta recordar lo que dice Alice Munro, sobre las formas biográficas del texto. Aunque este libro no sea una biografía, a este registro le sumaste elementos fantásticos. ¿De dónde salió esto de María con las plumas?, continuó Celeste.
¡Yo qué sé! Estaba escribiendo, y por lo general no tengo plan de nada, pero de nada para con nada, no solo para escribir, en la vida misma soy improvisada. Porque además, en la vida misma me ha ido bien así. Sin proponerme tanta cosa, y dejándome orientar por el instinto. Entonces, supongo que fue un poco la influencia de lo que estaba leyendo mientras hacía "Las Malas", que era Doris Lessing, donde había unos animales que no se sabía bien de donde eran, y un par de cosas que no eran de este mundo. También estaba leyendo otro que habla de la animalidad. Debo haber chupado de ahí algún tipo de veneno.
De todas maneras, yo las veía así a las travestis, cuando llegué aquí, a Córdoba y era una adolecente. Las veía trepar a los árboles, las veía pelearse, y a las trompadas con los clientes. Desfilar por la ciudad, esconderse de la policía de manera tan particular, que no es mérito mío más que el de ser una buena observadora.
Rosso destacó para los oyentes que Camila es actriz, trabajó en teatro, directora, dramaturga. Tuve la oportunidad de verte en Córdoba, en “Carnestolendas”.
Ah! ¿Sí? Hace muchos años, muchas vidas atrás…En el 2009 la estrenamos.
Celeste regresó a la literatura y preguntó. "Las Malas" o "Las novias de Sandro", que son tus textos más conocidos, tienen de atractivo esas historias que te sacan de lugar, de lo que se lee en general. ¿Trabajás el lenguaje, pensás en estas cuestiones, o simplemente te largás a escribir y te dejás que eso mande en la historia?
Es algo que hago constantemente, es como un zahorí que va con una vara viendo donde puede correr agua bajo la tierra. De alguna manera he ido haciendo lo mismo, a lo largo de muchos años, para saber dónde había amor, y donde desprecio, donde había segundas o terceras intenciones, donde había manipulación. Atravesé el lenguaje, por supuesto, atravesé la palabra.
He reflexionado sobre la práctica del lenguaje como un arte, pero no sé si a la hora de escribir, eso se refleja o no. Yo me siento a escribir, con alguna imagen que tengo en la cabeza, suponte, en "Las Malas", eran esas travestis cruzando la avenida con los tacos para ir a buscar ese niño que está llorando. En Tesis sobre una domesticación era esa travesti, cogiéndose a su marido, haciéndoselo ella a su marido, y a partir de allí, desplegué toda la otra historia.
Por lo general, son unas pocas imágenes que tengo, las escribo, y a veces prenden, a veces no, como las plantas, como hacer una comida, sin un plan, tanteándolo, y bueno, en algún momento se convierte en un libro.
Federico García Lorca, Marguerite Duras, los has nombrado muchas veces como tus lecturas. Incluyendo a estos o no, ¿qué lee Camila hoy? Sabemos cómo escribe, pero qué lee, curiosidad de Rosso.
Justo ayer terminé de leer “Nada se opone a la noche”, qué maravillosa novela de Delphine de Vigan. Encima, me pasó que la empecé a leer justo al otro día de que me operé, y me parece que estaba medio boba. Mira, que soy tonta normalmente, y bajo la influencia de medicamentos y de dolores puedo llegar a ser muy estúpida. Y leí, suponte, hasta la página noventa y la abandoné, y me puse con “Zorro” de de Dubravka Ugrešić que me tomó toda la atención, me lo terminé en dos o tres días, impresionante. Y bueno, dije, vuelvo a “Nada …”, total me siento vacía, y lo terminé ayer, estoy fascinada, fascinadísima. Y ahora arranqué con otro de Delphine de Vigan que se llama “Basada en hechos reales”.
Leo mucho la verdad, soy una lectora voraz, no como lo fui cuando era más joven que me leía un libro por noche. Mis padres a veces me decían, “tienes que leer menos, te va a dar un surménage”, yo leía muchísimo. Después con la internet, la computadora, la estupidez se hizo más grande, dejé de leer con tanta frecuencia, pero aún leo muy bien. Y leo muchas mujeres, no por feminista ni por nada en particular, me gustan de casualidad las temáticas que leo en las contratapas de los libros que me recomiendan, y por lo general siempre son mujeres o maricones.
Concluyó Rosso con una frase de Juan Forn en la introducción al libro "Las Malas", “cuando uno lo termina de leer, tiene ganas de que todo el mundo lo lea”.
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