Dejó una buena imagen el seleccionado capitaneado por Messi en este cierre del año en lo que a eliminatorias mundialistas refiere: no sólo el resultado favorable ante un rival siempre muy difícil como es el Perú de Ricardo Gareca, sino porque tuvo momentos de muy buen fútbol generados por la combinación de intentos colectivos e individualidades en gran nivel.
Las claves estuvieron en dos cuestiones: por un lado, el equipo local presentó otra propuesta, intentó buscar el partido, jugar por abajo (aunque para llegar al arco de Armani apostaba a llegar vertical y ligero) y evitando especular. Esto alivió la tarea del equipo argentino que juega mejor cuando hay espacios, lo que faltó en los últimos metros de un Paraguay agazapado en el fondo en el partido anterior.
Por otro lado, surgió un circuito creativo por la banda izquierda en el primer tiempo que fue la puerta de acceso al gol: Tagliafico, Nicolás González y Lo Celso. Tuvo su premio enseguida, con el gol de Nico González a los 16 minutos.
Esa sociedad contagió al resto y entusiasmo al capitán, que empezó a sumarse a ese circuito para dirigirlo hacia la ofensiva. Y el segundo gol vino por el medio con pase preciso de Messi a Paredes y del defensor a Lautaro Martínez, para una definición impecable que dejó el marcador en 2-0.
Entre los puntos a mejorar, la banda derecha en el aspecto defensivo estaba poco firme, particularmente con Montiel que no logra asentarse y De Paul disperso. Mejoró con el ingreso de Ocampos que aportó firmeza y dinámica.
Balance positivo para el equipo de Scaloni en este primer tramo de las largas eliminatorias sudamericanas hacia Qatar 2022: empieza a funcionar un equipo que no depende de Messi y donde Lio se integra sin necesidad de ser el que absorba la presión. Además, buen puntaje en la tabla de posiciones: un segundo lugar con 10 puntos (Brasil encabeza con 12) que le aporta a la Selección una calma necesaria para cerrar el año y encarar el próximo sin crisis futbolística y con la esperanza de que puede ir apareciendo el equipo. | 
