Ángel Arias
| Sociólogo y trabajador del MinTrabajo @angelariaslts
Nuevamente surgen iniciativas de espacios de coordinación de las luchas de los trabajadores y las trabajadoras, como la reciente propuesta de una intersindical. ¿Qué programa de lucha en la actual situación debemos levantar? En este artículo abordamos esta discusión que ya tuvo su inicio, y la abordamos de cara a los y las trabajadoras.
La necesidad de la unidad de los trabajadores en sus luchas para golpear con un solo puño
Una vez más vemos cierto reanimamiento de las luchas de los trabajadores. A lo largo de los meses en cuarentena y el confinamiento sin medidas para garantizar los recursos para sobrevivir a los sectores más vulnerables, se desarrollaron en diversos momentos importantes protestas de comunidades frente al colapso de los servicios básicos, la gran carestía de la vida, el hambre y la falta de acceso a los alimentos. En los últimos meses se sumaron focos de protestas obreras como la de los petroleros, de las industrias básicas, y ahora con más visibilidad han vuelto a las calles las trabajadoras y trabajadores docentes, del sector salud, universitarios, entre otros.
En todos estos sectores hay quienes expresan el interés de unificar esfuerzos y no solo luchar cada cual por su lado. Sin embargo, se está bastante lejos aún de lograr esa coordinación y unidad para la lucha. El 4 de noviembre pasado se dio un importante paso al confluir diversos sectores en una misma marcha en Caracas, desde la Maternidad Concepción Palacios hasta el Ministerio del Trabajo: a la convocatoria inicial de sindicatos del sector salud (cuya dirección lleva Pablo Zambrano), se sumaron sindicatos docentes y maestras (sobre todo el sector cuya referente es Gricelda Sánchez), trabajadores universitarios (del SinatraUCV, encabezado por Eduardo Sánchez), despedidos y jubilados del Metro de Caracas, y activistas de algunas instituciones de la administración pública. Ese ha sido el momento de mayor alcance de esas tendencias a la unidad, que sin embargo no se continuaron.
Desde el SinatraUCV, junto a los sectores docentes que se vienen movilizando en Caracas, los despedidos del Metro de Caracas, entre otros, plantearon un espacio de coordinación intersindical. El mismo no ha sido correspondido aún por otros sectores aún, específicamente el de salud. Las divisiones a nivel de las direcciones sindicales dividen por arriba las fuerzas y las luchas que necesitamos dar en común para “golpear juntos”, para defendernos juntos de los brutales ataques que viene recibiendo hace años, de manera despiadada, la clase obrera. Por eso es importante ese espacio intersindical planteado.
Como activistas en los procesos de organización y lucha en nuestros lugares de trabajo, y como militantes de la LTS, hemos tomado parte en las iniciativas que apuntan a espacios de construcción de frente único. Por eso participamos de la reunión de sindicatos y activistas de base que se llevó a cabo en la sede de Sinatra-UCV hace dos semanas, donde se definió la actividad de protesta de este miércoles 18 y desde donde, más en general, se intenta construir ese frente único para la lucha. Precisamente, la construcción de la unidad de la clase para la lucha implica también el debate y la clarificación sobre qué programa de lucha debemos levantar. Es eso lo que planteamos en esa reunión y que vamos a desarrollar en este artículo.
La relación entre dirigentes sindicales y partidos políticos patronales
Hay discusiones que hacer sobre cuál es el programa que está planteado por los trabajadores en la actual situación. A esto se le responde, naturalmente, desde las diferentes concepciones que sobre lo social y lo político tienen los dirigentes que están al frente de las organizaciones sindicales, en algunos son directamente militantes de organizaciones políticas, expresando las posiciones de esos partidos.
En este sentido, habiendo partidos políticos pro-patronales y pro-empresariales, como el PSUV y todos los de la oposición de derecha (PJ, VP, AD, ABP, etc.), los dirigentes sindicales que militan en esas organizaciones tienen las concepciones de esos partidos y eso tiene consecuencias hacia el movimiento obrero. El caso más evidente y nefasto en los últimos años en nuestro país es el de los dirigentes sindicales del PSUV: obedeciendo la línea patronal de su partido, el partido de gobierno, que no solo es patrón directo de gran parte de la clase obrera del país, sino que también es el responsable de política económica y laboral en general, estos dirigentes sindicales se han hecho parte de las brutales políticas antiobreras del Gobierno nacional. Siendo dirigentes sindicales, sin embargo no han actuado de ninguna manera en función de los intereses de la clase obrera, al contrario, han jugado un rol traidor a la clase, un rol nefasto, totalmente pro patronal.
Pero ese no es el único caso, porque los partidos de la oposición de derecha que se oponen al chavismo también son patronales y sus concepciones son contrarias a los intereses de la clase obrera. Solo que, al no estar gobernando ellos, se presentan como “aliados” de las luchas de los trabajadores, y sobre todo en las del sector público, que objetivamente enfrentan al gobierno porque es su verdugo directo. Pero cuando se trata de pelear por demandas que realmente vayan a fondo con las necesidades de la clase obrera, se notan los grandes límites de los dirigentes sindicales que abrazan las concepciones y políticas de esos partidos. Cuando no directamente se expresan en políticas también nefastas como subordinar las organizaciones de los trabajadores a los planes no solo patronales sino también pro-imperialistas, como fue el caso cuando pusieron un importante espacio de coordinación de luchas, la Intersectorial de Trabajadores, al servicio de la política de Juan Guaidó y Trump.
La lucha por salario igual a la canasta básica nos unifica, pero ¿cómo lograrlo realmente y qué otras demandas necesitamos levantar?
En la situación de un salario destruido, reducido a niveles jamás pensados, la demanda salarial que se está levantando es un aspecto central que nos unifica a todos, de allí que es unísona la pelea por el salario al nivel de la canasta básica, así como la defensa de las contrataciones colectivas que el Gobierno suspendió por decreto (Memorando 2792), desapareciendo toda una serie de conquistas laborales. Pero la catástrofe económica y social, la hiperinflación voraz y persistente, y el descontrol total de la economía donde se impone sin contemplación la ley de la selva, del más fuerte, exige de los trabajadores y sus organizaciones sindicales otras demandas que para poder defendernos y para poder aspirar a alcanzar realmente a un salario que no sea menor a las necesidades básicas.
Demandas contra la represión, la persecución y criminalización
Junto a las demandas salariales, por el respeto a los contratos colectivos, contra los despidos de dirigentes sindicales y trabajadores en general, es una necesidad también pelear por aspectos democráticos centrales.
Actualmente, por ejercer algún reclamo, acción de lucha y hasta por simplemente quejarse en sus redes, hay decenas de trabajadores encarcelados, con casa por cárcel o en libertad condicional con procesos judiciales encima. El Gobierno se apoya en leyes como la “ley contra el odio”, la ley para el acceso a los bienes y servicios y otras más que se fueron construyendo no solo para contener las luchas sino para abrir el camino a la represión, así como el estado de excepción permanente. También le sirven de apoyo al gobierno los grupos donde se mezclan civiles, expolicías y policías activos, que se dedican a “proteger el territorio” de los reclamos y protestas de las comunidades populares y los trabajadores, grupos que actúan abiertamente ostentando armas de fuego y logística (radios transmisores, motos, cámaras, etc.) con el aval del Estado y sus cuerpos de seguridad oficiales.
Por eso consideramos fundamental que junto a los reclamos salariales y contractuales tengamos la exigencia permanente de la ¡libertad plena a los trabajadores presos por luchar!, ¡derogación del estado de excepción y las leyes que criminalizan las luchas obreras y populares!, ¡disolución de los grupos parapoliciales! Estas demandas son una necesidad para la propia lucha por salarios, contratos colectivos y demás reivindicaciones, pues estos mecanismos legales y prácticos de amedrentamiento y represión, actúan para meter miedo y castigar a quienes luchan.
Luchar para que la distribución de los alimentos y la fijación de precios estén en manos de los propios trabajadores y comunidades
Consideramos que la demanda por un salario al nivel de la canasta básica, en una economía totalmente descontrolada y de hiperinflación desde hace años, debe ir acompañada por plantear en manos de quién deben estar la distribución de los alimentos y la fijación de los precios. Por eso, aunque es correcta por supuesto y la levantamos permanentemente, la exigencia del salario igual a la canasta básica es totalmente insuficiente mientras la distribución de los bienes de primera necesidad para el pueblo y sus precios estén controlados por el capital privado y por el Estado, sus instituciones y los militares.
Las instituciones gubernamentales siempre terminan dando prioridad a las exigencias de ganancia de los empresarios y grandes comerciantes, legalizando los precios de hiperinflación o incluso dándoles libertad total para aumentar. También, los funcionarios del Estado conforman las más variadas mafias y componendas con la distribución de los alimentos y bienes de primera necesidad, en eso tienen un rol destacado los militares. Así entre el capital privado y las instituciones del gobierno sacrifican permanentemente y desde hace años el derecho a alimentación del pueblo, volviendo nada cualquier mínimo aumento salarial. Existe una relación directa entre ambas peleas: la de salario y la de quién controla la distribución y los precios.
Esto hace también a una articulación con los sectores populares no asalariados: además de ser en muchos casos el sector más golpeado de nuestra clase, condenados al desempleo estructural y la precariedad, han protagonizado importantes acciones de protesta contra el hambre y el precio inalcanzable de los alimentos. Esto, al tiempo que en el país se multiplican los bodegones y se abastecen los grandes supermercados, para consumo del pequeño sector de la población que puede acceder a esos precios. Por eso decimos que los trabajadores tenemos que pelear junto a los sectores populares para que la distribución y los precios de los alimentos no esté en manos del capital privado ni del Estado y sus militares.
¡Que sean comités de delegadas y delegados electos por la base de las comunidades y en los lugares de trabajo, quienes tengan en sus manos la distribución y fijación de precios! ¡Comités barriales y de trabajadores que tengan acceso a toda la información sobre niveles de producción y de ganancias, stocks, lugares de almacenamiento, cadenas de distribución y transporte, materias primas, etc., y con base en eso organizar la distribución y la fijación de los precios!
Una dinámica en la que se luche así contra el hambre y por el derecho a la alimentación, además de responder de manera más real a las necesidades del momento, abriría paso a que se desarrollen organismos de verdadero poder obrero y popular –muy contrarios y diferentes a toda la palabrería hueca del gobierno–. Al mismo tiempo, la clase trabajadora tomará mucha más conciencia de que si es ella la que todo lo produce, debe ser ella quien decida junto al pueblo pobre hacia dónde van los productos de primera necesidad y los precios.
Desgraciadamente, sobre este punto ninguna de las corrientes sindicales presentes mostró acuerdo. El argumento de que es “la lucha por el salario los que nos unifica”, es un argumento débil, pues esa lucha no está desvinculada de esta otra pelea. Nos parece importante discutir e incluso pensar el por qué la oposición a que los trabajadores levantemos esta exigencia: siendo una demanda que en lugar de dar prioridad a las razones empresariales, pone en primer lugar los intereses obreros y populares, afectando el “sagrado” interés del capital privado, la negativa a adoptarla puede rastrearse en que dirigentes sindicales de este espacio tienen una ideología proempresarial, favorable al capital privado.
La clase trabajadora debe rechazar las sanciones imperialistas
Si las políticas del Gobierno de Maduro nos han llevado a esta catástrofe económica y social desde hace muchos años, no es menos cierto que las sanciones económicas imperialistas de los últimos años han venido a agravar las penurias de los trabajadores y el pueblo pobre, profundizan los sufrimientos del pueblo trabajador, en función de los intereses políticos de esos gobiernos extranjeros. Insistimos en la reunión en que otra demanda que deben levantar las acciones de lucha de los trabajadores es contra las sanciones imperialistas.
En la discusión surgió que el Gobierno se toma eso como excusa para evadir su responsabilidad en la política antiobrera, así como que no son las sanciones el origen y causa fundamental de los problemas, todo lo cual es cierto, lo que sin embargo no niega la realidad de que estas impactan negativamente en las condiciones de vida del pueblo. Sin embargo, aun cuando varios de los presentes reconocieron esta realidad, no hubo acuerdo en sostener esta exigencia.
Si la negativa de algunos sectores a levantar que sean los trabajadores y comunidades quienes tengan en sus manos la distribución de los productos básicos y sus precios, obedece a una lógica más proempresarial (es decir, también patronal), aquí la negativa a que se levante un “no a las sanciones imperialistas” obedece claramente a la vinculación de algunos dirigentes sindicales con partidos políticos que no solo las defienden sino que las pidieron y promueven más. Esto se expresó con claridad cuando Carlos Salazar, representante de Coalición Sindical, una de las corrientes asistentes a la reunión intersindical, al participar en el piquete que hubo el miércoles 11/11 contra la Ley “antibloqueo” y la represión, negó en su discurso que las sanciones golpeen las condiciones de vida del pueblo, en una negación abierta de la importancia de luchar contra las mismas.
Es así como Salazar, quien integra Alianza Bravo Pueblo (el partido de Ledezma), expresa la línea de su partido, que pide más sanciones y hasta una intervención militar extranjera. Expresa posiciones contra las cuales en el movimiento obrero tenemos que luchar, pues no tienen nada que ver con los intereses de nuestra clase.
Si hay dirigentes sindicales que aún cuando luchen por el salario, son fieles a una ideología pro empresarial y son correas de transmisión de los partidos de la derecha en el movimiento obrero, apoyando las sanciones, representan una posición contraria al programa y a las luchas que necesitamos dar. Los trabajadores debemos luchar contra aquellos que apoyan injerencias extranjeras imperialistas que profundizan los sufrimientos del pueblo.
Lamentablemente, tampoco se pronunciaron a favor de que este espacio levante esa demanda, compañeros que están contra las sanciones, como la C-CURA, la corriente sindical del PSL. ¿Por qué la C-CURA no impulsa que un espacio de frente único obrero se pronuncie contra las sanciones imperialistas? Es algo que corresponderá a los compañeros explicar.
Los trabajadores debemos decir también: ¡abajo la ley antibloqueo!
Un cuarto aspecto que incorporamos a la discusión fue la necesidad de que como clase trabajadora nos pronunciemos contra la mal llamada “ley antibloqueo”. Siendo una ley profundamente entreguista, que contempla un salto cualitativo en la entrega al capital privado transnacional (y nacional) de activos y empresas públicas, recursos naturales, privatizaciones en masa, con todo lo que esto traerá en cuanto a despidos, reafirmación y profundización de la violación de los derechos salariales y contractuales, así como tarifazos en los servicios públicos, los trabajadores y trabajadoras no podemos permanecer indiferentes ante la misma.
Aun habiendo sectores que comparten esta posición nuestra, y con los que de hecho impulsamos en común un petitorio y campaña contra esa ley, como la C-CURA y el Sinatra-UCV, sin embargo no respaldaron que ese espacio intersindical levante esta demanda.
La discusión está abierta y llamamos a desarrollarla
En resumen, estamos proponiendo que en las actuales circunstancias, el programa de lucha de un espacio intersindical de frente único obrero para la lucha, además de las demandas por un salario igual a la canasta familiar, respeto a los contratos colectivos y reenganche de los trabajadores despidos, no puede dejar de contemplar cuatro cuestiones fundamentales: cuestiones democráticas como la libertad a los trabajadores presos por luchar, la derogación de las leyes represivas y la disolución de los grupos parapoliciales; que los trabajadores y las comunidades controlemos la distribución de productos de primera necesidad y sus precios; contra las sanciones imperialistas; y contra la ley “antibloqueo”, privatizadora y entreguista.
Consideramos que, a la par que seguimos coincidiendo en acciones comunes de lucha, este es un debate necesario. La discusión está abierta.